En la Ciudad de México, donde las autoridades alardean que los derechos culturales y laborales se respetan y se presume de que la amplia diversidad cultural y artística es igualitaria en todos los rincones, incluso en las áreas periféricas o marginadas, parece que esa igualdad y ese derecho a la cultura se queda meramente en los discursos de tribuna y en las conferencias de prensa.
Ayer fuimos testigos de la queja de alrededor de 50 artistas que formaron parte de los Talleres de Artes y Oficios impartidos en los PILARES y que, de manera injustificada, fueron descartados del programa que comenzará el próximo mes. Personas dedicadas a la impartición de talleres de música, pintura, danza, letras y otros vieron mermado su único ingreso, el cual les permitió salir adelante ante la precarización evidente de la cultura en la actual administración. ¿La razón? No lo sabemos ya que la Secretaría de Cultura local, instancia encargada de la selección de los talleristas, no ha dado explicaciones. Pero nos cuentan que la mayoría de los rechazados en la convocatoria 2023 son talleristas que alzaron la voz ante lo que consideran abusos de las autoridades, entre los que destacan quejas y denuncias por acarreo a los eventos gubernamentales federales y locales.
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