Bogotá, Colombia.— Los habitantes de Bogotá se pusieron sus mejores prendas y se reunieron del 22 al 24 de mayo en el Ágora para celebrar la séptima edición de , organizada por la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB). Durante tres días, 110 marcas independientes presentaron sus colecciones en pasarelas, hicieron negocios con compradores de todo el mundo y sostuvieron encuentros de reflexión con funcionarios, investigadores y editores.

Este evento, que busca posicionar a la ciudad como capital internacional de negocios de la moda, permite conocer un panorama general, desde el aspecto económico hasta el creativo, de la industria de la moda colombiana, que constituye el 1.3% del PIB de la capital colombiana, que está conformada por más de 34 mil empresas y genera 216 mil empleos formales.

“(La moda en) Colombia, a nivel de desarrollo en Sudamérica, ha dado unos pasos grandes”, afirma William Cruz Bermeo, historiador de moda e investigador de la Universidad Pontificia Bolivariana. El académico explica que todo se remonta a finales del siglo XIX, cuando floreció la industria textil en Medellín. En los años 90, los Acuerdos de Washington propiciaron la apertura económica internacional, por lo que los textileros unieron fuerzas para enfrentar la competencia extranjera y fundaron instituciones como Indexmoda y Colombiamoda. El éxito de estos proyectos ha hecho ver a los gobiernos locales y las cámaras de comercio la importancia de la moda e impulsar su formación y formalización, agrega Cruz.

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Diana Crump, diseñadora de Atelier Crump, busco visibilidad internacional en la Bogotá Fashion Week, donde negoció con un empresario de Aruba. Foto: Cámara de comercio de Bogotá
Diana Crump, diseñadora de Atelier Crump, busco visibilidad internacional en la Bogotá Fashion Week, donde negoció con un empresario de Aruba. Foto: Cámara de comercio de Bogotá

Así funciona BFW: por convocatoria se eligen las marcas que por seis meses reciben asesoría de la CCB, para afianzar sus empresas.

Los beneficios de este proceso se reflejan en las cifras del cierre del Bogotá Fashion Week 2024: recibió más de 118 mil asistentes y generó 3.3 millones de dólares en ventas —rompiendo el récord de 2.5 mdd del año pasado— y esperan que la suma crezca a 8 mdd en los próximos 12 meses. De acuerdo con la CCB, los compradores principales fueron de México, Estados Unidos, Oriente Medio y la Unión Europea, en ese orden.

Pese al éxito, aún hay puntos a trabajar, como el de la formalización de negocios.

En esta edición fueron invitados de honor los comerciantes y diseñadores emergentes del mercado textil del barrio de San Victorino. “Estamos buscando cómo conquistar el mercado de la informalidad y cómo darles herramientas para que la superen. Lo que estamos haciendo es traerlos acá, ponerles un stand y que vean que los costos financieros de la formalización en Colombia no son como piensan, les quitamos mitos”, dice en entrevista José Ovidio Claros, presidente de la CCB.

 Bogotá agita  la moda, una industria  creativa que rebasa fronteras
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Internacionalización y estilo caribeño

Otra meta es lograr la internacionalización del diseño colombiano. Cruz Bermeo comenta que es complicado por la magnitud de la competencia con el mercado internacional. Por su parte, Diana Crump, diseñadora de la marca de sastrería Atelier Crump, considera que es complicado porque es un proyecto que requiere años de asesoría para las pequeñas empresas, pero reconoce que la BFW da visibilidad; tan sólo antes de la entrevista, negoció con un empresario de Aruba.

La internacionalización también plantea un dilema en la parte creativa de los diseñadores: la moda colombiana se popularizó con el estilo Caribbean Chic, pero las nuevas generaciones de diseñadores buscan mostrar que su creatividad puede ir más allá de diseñar trajes de baño y vestidos de playa. Sin embargo, es complicado alejarse porque el negocio está en la ropa de playa: “El mercado internacional podrá ver que podemos hacer ropa para climas más fríos. Las marcas se están arriesgando más al hacer cosas fuera del Resort. Pero es complicado porque da dinero”, dice Jhoan Sebastián Huerta, dueño de Mercipalaisd’or.

“La región influye, entonces, claro, el estilo caribeño domina, pero marcas como Cubel o Joeg hacen posible vestir colombiano en otros lados. A mí me encanta desdibujarme de esas líneas caribeñas, que es muy hermoso. En países en vía de desarrollo como éste todavía las marcas dudan en apostar por el diseño por goce estético. De alguna manera se ha ido despegando de esa visión, pero a veces es difícil. Aunque uno tenga estudios, es difícil ser bien remunerado por sus procesos creativos”, agrega Sebastián Mejía, diseñador de distintas marcas urbanas, como Cubel.

Las cifras reflejan el éxito de la Bogotá Fashion Week de este año: recibió más de 118 mil asistentes y generó 3.3 millones de dólares en ventas. Foto: Cámara de comercio de Bogotá
Las cifras reflejan el éxito de la Bogotá Fashion Week de este año: recibió más de 118 mil asistentes y generó 3.3 millones de dólares en ventas. Foto: Cámara de comercio de Bogotá

El costo de la moda verde

La sustentabilidad fue tema crucial en esta edición. María Paz Gaviria, gerente de proyectos culturales de la CCB, explica que las asesorías bajo la línea de que la sustentabilidad es imperativa porque la moda es la segunda industria más contaminante y los consumidores hoy son más sensibles al tema.

Pero todavía hay retos, en Colombia solamente el 6% de la ropa es reciclada, una cifra que buscan mejorar a través de legislaciones que impulsen la economía circular, explica Nadia Rojas, ingeniera ambiental. Jhoan Sebastián alega que para los diseñadores independientes es costoso hacer ropa sustentable y no se vende bien:

“Tenemos prendas con plásticos reciclados, que pueden costar cuatro veces más que una tela normal y eleva el costo de la prenda porque requiere otro trato, desde el cortado de tela, esto acarrea más costos porque se necesita otra maquinaria y más capacitación. Es complicado y el mercado internacional, sobre todo boutiques europeas, no ven con buenos ojos al poliéster reciclado porque les gusta el algodón. Creo que si hubiera políticas más flexibles para las fábricas que crean telas recicladas y hubiera más educación sobre el costo ambiental del algodón se podrían tener más productos sustentables”, dice el diseñador.

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IA, aún a la distancia

Lafue otro tema de conversación, pero la herramienta apenas forma parte de los procesos creativos de los diseñadores. Sebastián ya la usa para crear estampados: “Es muy costoso sacar muestras (de tela con estampados) y pienso que la IA ayuda a economizar costos de producción de prototipos y la creación de diseños”.

Pero la mayoría de los diseñadores consultados reconocieron no hacer uso de ella para diseñar y dicen no conocer a colegas que ya la apliquen. Aunque Diana Crump contempla la idea de la IA, pero para ahorrar pasos en procesos de logística e inventario.

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