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A casi medio año de convivir con el virus SARS-CoV-2, el coronavirus ha comenzado a infiltrarse hasta en los detalles más comunes de la vida cotidiana, como jugar en la calle, trabajar o ir a una librería usando cubrebocas. Paradójicamente esa cotidianidad, cuando no se toman todas las medidas sanitarias, como darse un beso o correr por parques y jardines, podría ser riesgosa para la sociedad que se enfrenta diariamente a los retos que imponen la nueva normalidad.
En la última semana, los fotoperiodistas de EL UNIVERSAL, han documentado grandes sucesos como la condecoración de militares -donde faltó el espíritu de celebración debido al distanciamiento social- y el examen de admisión a la universidad, un evento que marca la vida de muchos jóvenes, quienes ahora tuvieron que sumarle a su nerviosismo, el estrés que provoca la pandemia.
Destacan también las escenas cotidianas que sorprenden a nuestros fotógrafos, quienes, como cada semana, nos comparten sus historias y reflexiones detrás de cada postal que va dejando la pandemia.
Quincena de nueva normalidad, de Germán Espinosa - 15 de agosto
Foto: Germán Espinosa/ EL UNIVERSAL
Ese sábado salimos a recorrer la ciudad porque era un día de quincena en la que ya se habían reanudado cines, museos y otras actividades. La esquina de la calle de Madero se caracteriza por las aglomeraciones, habían disminuido por el confinamiento, pero ahora sí se notó la reactivación de actividades. Había dos personas tratando de tomar temperatura, poner gel y regalar cubrebocas, sin embargo, se acumuló la gente para entrar a la calle. Uno que otro sí se pasaba sin la revisión, pero la mayoría sí se esperaba, como lo hacían relativamente rápido, la gente no se veía desesperada, contrario a lo que podría pensarse al ver la imagen.
Nuevas percepciones de los besos en la calle, de Juan Boites - 15 de agosto
Foto: Juan Boites/ EL UNIVERSAL
Iba a haber una marcha y en el Ángel pusieron tapiales, fui a darme una vuelta para tomar fotos. Me había tocado estar cubriendo el Centro Histórico, así que casi no había ido a Paseo de la Reforma, me sorprendió ver que la gente estaba como si nada. Mientras caminaba vi esta sesión de fotos, con las chicas usando cubrebocas y la contradicción que hacían los chavos besándose en la boca, estaban en plena avenida, en el camellón. Me pareció muy chistoso ver esto, una sesión coronada con un beso en la pandemia. Me parece que besarse en la calle en estos tiempos puede ser mal visto y luego besarse en Paseo de la Reforma y que quede registrado, fue un poco escandaloso para mí.
Los límites de la salud, de Juan Boites - 16 de agosto
Foto: Juan Boites/ EL UNIVERSAL
Al siguiente día de la sesión de fotos del beso, vi la contradicción de ser saludables: salir a correr, pero a este chico le valió, no traía cubrebocas, parecía que no le importaba, iba muy feliz corriendo. A él ya lo había visto en la Glorieta de Colón cuando iba en el camión y él iba al ritmo del transporte, muy rápido. Llamaba la atención que solo llevara el short. Fue curioso cómo este asunto de ejercitarse por salud, hacerlo en pandemia y sin cubrebocas ya no parece tan saludable. En la foto va pasando junto a un viejito, el corredor se cuida, pero no cuida a los demás al ir sin protección. Se sacrifica una cosa por la otra.
El final de un capítulo de Gandhi y sus lectores, de Juan Boites - 16 de agosto
Foto: Juan Boites/ EL UNIVERSAL
Fue el cierre definitivo de la sucursal Gandhi Oportunidades en Miguel Ángel de Quevedo. El inicio de la cadena Gandhi fue ahí. La librería puso un cuaderno de firmas para que los últimos clientes escribieran unas palabras, leías cosas muy bonitas. Los lectores le agradecían al lugar que no sólo fue un punto de libros, sino también de amores y amistades. Lo que me gustó fue que la librería agradecía por tantas páginas leídas, sino que los clientes agradecían esas páginas de la vida que les dio este lugar. Cuantas historias pudo haber guardado ese espacio.
Obreros descansando sin sana distancia, de Germán Espinosa - 18 de agosto
Foto: Germán Espinosa/ EL UNIVERSAL
En la Condesa iban a mostrarnos cómo iban a demoler los pisos extra de un edificio que había excedido la norma para la altura. Durante la conferencia, unos trabajadores descansaron en un parque, ahí fueron a sentarse, pero como había pocos lugares pues a esos tres jóvenes se acomodaron ahí, rompiendo la sana distancia. Fue una escena curiosa que pasó por ahí.
Condecoración sin emotividad, de Berenice Fregoso - 18 de agosto
Foto: Berenice Fregoso/ EL UNIVERSAL
Era una condecoración de la Sedena. Ellos están siendo muy precavidos, todos estaban sentados con sana distancia y no recibieron su medalla de mano a mano por parte del secretario de Defensa. Tuvieron que ir a una mesa y cada quien agarró su condecoración. Creo que lo emotivo de este evento es que un alto mando le pone la medalla al soldado en el pecho, cerca del corazón. Entonces, esa falta de interacción hizo que faltara la emotividad. Los soldados estaban conscientes de sus logros, muy orgullosos de sus logros. Algunos habían destacado en deportes, otros participaron en competencias militares internacionales y unos habían participado en misiones importantes. El evento fue sencillo. Sí faltó el ambiente de celebración, por lo general acuden las familias a estas ceremonias, pero ahora no fueron, faltaron los abrazos y esa carga emocional.
Infancia, de Edwin Hernández - 18 de agosto
Foto: Edwin Hernández/ EL UNIVERSAL
Esta foto la tomé en la Alameda del León, cerca del Zócalo de Oaxaca. Estaba esperando una conferencia a la que iba a ir cuando vi a este niño, que es vendedor de burbujas y de avioncitos. Se puso a jugar solito, primero jugó con sus burbujas y luego con el avioncito; estaba muy entretenido. Se me hizo interesante verlo, usa su cubrebocas y sale a vender. Uno nunca se espera este tipo de imágenes de la vida cotidiana, quizás otras personas que pasaban por ahí ya habían visto al niño, pero no tenían esa visión de cómo es que impacta la vida del niño, el estar jugando solo y que otros niños le compren los globitos y las burbujas. Dije “esta es la imagen”, en medio de toda esta situación con la pandemia, ellos no dejan de ser niños.
La ya típica sanitización en La Merced, con una foto inesperada, de Valente Rosas - 18 de agosto
Foto: Valente Rosas/ EL UNIVERSAL
Fue una orden de un último momento. Acompañé a una cuadrilla de sanitización en el Mercado de La Merced. De los pocos puestos que seguían abiertos a esa hora, los de fruta pedían que no los rociaran con los químicos. Al inicio no había mucho que contar. Y la prensa se amontonaba en ciertos puntos, entonces decidí adelantarme y recorrer el mercado cuando de repente vi a esta mujer llevando al niño en un diablito. Se me hizo muy peculiar la imagen, ambos con cubrebocas -muy sanos- y sus mandiles, y el niño cargando su lechita, como si fuera un premio por su jornada. Son de esas escenas de la vida cotidiana que no te esperas al tomar fotos.
Foto: Valente Rosas/ EL UNIVERSAL
Nerviosismo en el Estadio de C.U, de Diego Simón Sánchez - 19 de agosto
Foto: Diego Simón Sánchez/ EL UNIVERSAL
Uno que hizo el examen sí recuerda el nerviosismo que se siente y la incertidumbre de los resultados. Súmale el nerviosismo de la pandemia. Se sentía un ambiente bien cañón. Esa comunicación de miradas, no puedes hablar, usar el cubrebocas, mantener la distancia y las caretas… La única comunicación era la mirada, se veían con preocupación, nerviosismo. Creo que el hacer el examen en una sede importante de la UNAM, creo que aumentó el compromiso y responsabilidad de aprobarlo. Se veían incómodos, no entendí cómo podían hacerlo en esa tabla. Todo estaba muy organizado. A nosotros nos dejaron pasar en dos momentos, cuando los acomodaron y cuando ya estaban haciendo el examen, en esa parte solo nos dejaron entrar como siete minutos porque sí éramos un distractor. Creo que fue un evento histórico.
fjb