Las obras de Jean-Michel Basquiat , que encarna la revuelta de los jóvenes artistas neoyorquinos de los años 1980, y del austriaco Egon Schiele, emblema de una rebelión igualmente radical a principios del siglo XX, tomarán este otoño la Fundación Louis Vuitton de París.

La Fundación privada de Bernard Arnault, presidente del grupo de lujo LVMH, consagra una retrospectiva de un centenar de obras del artista neoyorquino (1960-1988), que empezó a pintar en la calle y trabajó estrechamente con Andy Warhol antes de morir de sobredosis.

Por su parte, el vienés Egon Schiele (1890-1918), pintor de carga erótica, de la época de Freud y de la eclosión del psicoanálisis, se expone en las salas vecinas.

Schiele, en la Viena de 1900, y Basquiat en el Nueva York de 1980, muertos a los 28 y 27 años, fueron dos jóvenes rebeldes que coinciden en varios puntos: "Estaban muy comprometidos en misiones que les superaban (...) Eran prolíficos y superdotados ", según Suzanne Pagé, directora artística de la Fundación Louis Vuitton.

Para Schiele, se trata de "observar frontalmente qué es el ser humano, con un cuerpo, un sexo". Para Basquiat, es "hacer existir la figura negra", asegura.

El austriaco se rebela en Viena contra el conformismo académico, a la vez que vive obsesionado con la sífilis que afecta a su padre. El neoyorquino lucha contra un mundo cultural en el que los negros están poco representados, en un periodo que coincide con la epidemia del sida.

Basquiat empezará con grafitis con aerosol, firmando "SAMO" por "the same old shit" (la misma mierda de siempre). Sus creaciones son poéticas, provocadoras e interrogativas, en ruptura con el arte minimalista y conceptual de la época. El artista rebosa de furor y ternura.

Dieter Buchhart, comisario de la exposición, define su estilo como el de la "línea existencial". Una línea mordaz también presente en Schiele.

La retrospectiva del artista estadounidense se abre con tres cabezas gigantes, entre ellas la que fue comprada el año pasado por 110,5 millones de dólares por el multimillonario japonés Yusaku Maezawa.

"Sus miradas te fusilan" y las cabezas muestran al ser humano del "interior y del exterior", según Pagé. De manera cruda, bruta, de la misma forma que Schiele pintaba sus cuerpos deformados.

Cuando tenía 8 años, mientras estaba hospitalizado debido a un accidente, su madre le regaló un libro de anatomía, según la directora artística. De ahí los hilos y tubos que circulan en sus obras.

La muestra termina con una pintura en acrílico "Riding with death", en la que un caballero y sus gestos sintetizan tres obras maestras de Leonardo da Vinci, Rembrandt y Dürer.

Clavos, corona de espinas... en la inspiración de Basquiat existe igualmente un aspecto mesiánico.

Basquiat, que concentró 20 de las 100 mejores ventas de obras de arte en el último año, es además muy popular: "Tenía una gran cultura. Lo compilaba todo. Todos los jóvenes que sienten que pertenecen a todas las culturas, se identifican", según Pagé.

Procedía de una clase acomodada de Brooklyn y acompañaba a su madre a los museos, pero utilizó el arte para hablar de todo, de manera cruda, sincera y casi infantil. "Basquiat siempre guardó contacto con la calle y practicaba un bricolaje voluntario", recuerda.

"Apenas se tomó su tiempo para vivir, pero sus transgresiones del arte no terminan nunca. Basquiat expresa su ira contra todos los conformismos que asfixian la verdadera vida y contra todos los racismos sórdidos que matan las diferencias.

Su agresividad frente a las barreras culturales es asombrosa, aterradora y sublime", resumió a la AFP el crítico de arte francés Christian Noorbergen.

Las dos exposiciones se celebrarán entre el 3 de octubre y el 14 de enero.

akc

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