En el cuaderno de trabajo “La construcción del Tren Maya y la destrucción del patrimonio en la Península de Yucatán”(2024), el antropólogo e investigador Juan Manuel Sandoval reportó la destrucción de vestigios arqueológicos en el Tramo 7 de la obra ferroviaria.
Un tema que llamó la atención del especialista, egresado de la Universidad de California, EU, fue la presencia de militares en las labores de salvamento arqueológico, hechos que abordó en casi 50 páginas del cuaderno de trabajo.
Si bien la participación del Ejército en las tareas arqueológicas del Tren Maya se anunció de forma oficial en marzo del año pasado por Diego Prieto, titular del INAH, durante la conferencia del Presidente, poco se sabe del papel que desempeñó la Sedena en el salvamento de vestigios de la obra. Según el funcionario, los militares apoyarían meramente a los arqueólogos en los trabajos para apresurar los vistos buenos y acelerar las obras.
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Pero Sandoval reportó y retrató la presencia de personal de la Sedena (militares) mientras trabajaron en compañía de arqueólogos, la mayoría de ellos recién egresados y con poca experiencia. “A unos 20 metros se ubicaba el primer sitio de exploración donde un pasante de arqueología dirigía a una brigada de unos 20 trabajadores, más mujeres que hombres, jóvenes, de Nicolás Bravo, y dos militares, y que había comenzado sus labores de exploración esa mañana” escribió Sandoval en su cuaderno de trabajo, que comenzó a escribir desde 2023.
En entrevista, el antropólogo adscrito a la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, dio más detalles de sus recorridos en el Tramo 7 y subrayó su preocupación porque militares realicen salvamento arqueológico en megaproyectos de trenes, carreteras y aeropuertos.
Para Sandoval, la presencia de los militares en megaproyectos no es algo nuevo, ya que una cantidad importante de ingenieros pertenecientes a la Sedena se han desplegado en distintas obras en diferentes proyectos de este y pasados sexenios.
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“Desde otros sexenios, los militares han participado en mega obras que han afectado los vestigios. El Tren Maya no es excepción, al igual que el aeropuerto Felipe Ángeles y el aeropuerto de Tulum. La destrucción de vestigios ha sido sorprendente en los tres casos. Pero debemos entender que es así porque la Sedena es quien administra esos proyectos, son quienes reciben casi todos los recursos, por ende, son quienes mandan y a quienes se les debe reportar”, apuntó el antropólogo.
El investigador relató uno de los recorridos que hizo en el Tramo 7 en abril de 2023, con el que constató la prisa con la que los arqueólogos, los ingenieros y los militares daban paso a las obras de excavación y salvamento. “Era claro que las obras iban con gran atraso, por lo que vieron necesario meter ‘peones’, personal del Ejercito que ayudara con este salvamento de piezas arqueológicas. Pudimos ver a estos peones cargando cubetas y moviendo piedras”, dijo.
El investigador narró que los arqueólogos en el Tramo 7 eran en su mayoría pasantes, con poca experiencia y con salarios bajos. “Algunos pasantes acababan de salir de la escuela. Conocimos arqueólogos de Zacatecas, San Luis Potosí, Veracruz y de otros estados. Supimos que arqueólogos del INAH y de la ENAH no quisieron participar por las malas condiciones y lo que se venía”.
Sobre este aspecto, Sandoval relató más de lo que constató en esa área de trabajo. “Los arqueólogos y los peones tenían 3 días para trabajar. Se les ordenaba que encontraran el monumento más grande y sobre eso trabajaran, que intentasen hallar alguna ofrenda u otra cosa para contabilizarla. Todo lo demás era arrasado por las máquinas. Los arqueólogos estaban bajo las órdenes de un militar, no de un arqueólogo encargado”, contó.
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Otro asunto que sorprendió al especialista fueron las condiciones en las que arqueólogos y personal de la Sedena tuvieron que pasar su estancia en la Península. “En los campamentos no podían dormir por el calor y lo incómodo. Recuerdo que les hicieron una fosa séptica, llovía y todos los desechos se metían en los cuartos. ¿Qué condiciones son esas?”, cuestionó.
Al lado del historiador Felipe Echenique, adscrito a la Coordinación de Estudios históricos del INAH, Sandoval platicó con algunos arqueólogos y soldados.
“Los involucrados nos platicaban sobre la prisa de los 3 días. Si hallaban algo importante, en todo caso podían pedir 3 días más, los peones se adelantaban y los arqueólogos se quedaban a explorar más. Luego entraban las máquinas a arrasar. Eso se llama destrucción, entonces que Diego Prieto no diga que no la hubo, porque la vimos y la constatamos”, recalcó Sandoval.
Sobre el tema, Echenique declaró que lo preocupante del tema del Ejército en labores de salvamento arqueológico es que en siguientes megaproyectos se prescinda del INAH para llevar a cabo las obras.
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“Lo que alarma del tema es que ya van varios salvamentos en los que el Ejército interviene. Al menos sabemos de dos de forma concreta: el aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya. ¿Qué puede seguir en la administración de (Claudia) Sheinbaum, en donde ya se dijo que habrá más trenes y megaobras? Pues que ya no se requiera del INAH ni de su papel como institución encargada de la protección del patrimonio”, señaló Echenique.
El historiador no ve negativo que el Ejército y su personal tenga conocimientos en arqueología o patrimonio, sino que lo alarmante es que no tengan la conciencia para salvaguardar y proteger lo que se encuentre en las obras por venir.
Echenique cuestionó el papel del encargado de las obras de salvamento arqueológico en el Tren Maya, Manuel Pérez Rivas, por permitir que personal militar participase en el salvamento, así como la inexperiencia de los pasantes, que se encargaron de frentes enteros.
“¿Qué dijo Pérez Rivas ante todo lo que hemos constatado? Creo que nada. Lo valioso para él y para Diego Prieto son sus números que anuncian en las mañaneras de López Obrador. ¿Qué haces con esos números? ¿Qué haces con 10 mil pedazos de cerámica? Nada, pues no hay investigación. Hubo destrucción, no se puede negar”, apuntó.
El 15 de mayo pasado, el INAH informó que, gracias a la participación de la Sedena, el visto bueno de todo el Tramo 7 se consiguió en tan sólo 14 semanas.