Después de cuatro años de ausencia en México por la pandemia, el violinista Augustin Hadelich regresa a la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM, para interpretar un concierto nacido del amor, de una relación prohibida, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Minería ().

“El concierto para violín es una de las obras más felices de fue escrito (1878) mientras vacacionaba cerca del lago Ginebra, donde se reunió con su estudiante Iosif Kotek, de quien se rumoraba era su amante. Kotek le ayudó a escribir los pasajes más virtuosos y técnicos del concierto.

“Más importante aún es que creo que los sentimientos de Tchaikovski hacia Kotek están en la obra. Fue una fuga momentánea durante un periodo particularmente oscuro en la vida del compositor”, comenta Hadelich, que aceptó responder algunas preguntas respecto a su presentación este sábado 28 (20 horas), y domingo 30 de julio (12 h) con la OSM, en el debut también de Iván López Reynoso como director.

Foto: Orquesta Sinfónica de Minería
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Apasionado de la obra del compositor, recuerda que Tchaikovsky ya había dedicado una obra a Kotek.

“Antes ya le había escrito su Valse-Scherzo (1877), pero los chismes de su amor prohibido ya amenazaban su reputación en Rusia. Tchaikovski prefirió dedicar su concierto para violín a Leopold Auer, que retrasó el estreno tanto que al final el compositor le quitó la dedicatoria y se la concedió a Adolph Brodsky, quien fue el solista en la premiere en Viena en 1881”, añade el violinista de 39 años.

Nacido en la región toscana de Cecina en 1984, de padres alemanes, ha sido solista con varias de las mayores orquestas del mundo, como las filarmónicas de Berlín y Londres o la Sinfónica de Boston, además de estrenar obras de compositores vivos como Thomas Adès, Brett Dean o Donnacha Dennehy.

Foto: Orquesta Sinfónica de Minería
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A los 13 años se aprendió el concierto de Tchaikovski y desde entonces lo ha acompañado toda su vida.

“No importa que tan frecuente lo toque, sus tiernas y apasionadas emociones me conmueven. Muchas partes del primer movimiento muestran también la graciosa elegancia de la música de los grandes ballets de Tchaikovsky. Tocarlo es una intensa y estimulante experiencia que siempre estoy buscando.

“La obra completa era profundamente emocional y apasionada, pero extremadamente positiva y feliz. No obstante, Tchaikovsky más tarde descartó el movimiento lento original y escribió en cambio la Canzonetta como un nuevo movimiento lento, que es muy triste. En ese punto, las felices vacaciones con Kotek ya eran quizás un recuerdo distante”, expone Hadelich en la entrevista previa a su actuación.

Sin embargo, comenta que tocar tanto a través de los años el "Concierto para violín y orquesta en re mayor opus 35" y escuchar a tantos otros violinistas interpretarlo también es un reto.

“Los violinistas escuchamos tantas grabaciones y ejecuciones del concierto que la mayoría hemos sido profundamente influidos por su tradición violinística e historia incluso antes de aprender a tocarlo. Así que, en determinado punto, quizás hace 15 años, tuve una suerte de reinicio para acercarme a la obra con una perspectiva fresca.

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“De cierta forma, las interpretaciones se han alejado y alejado de lo que Tchaikovski realmente escribió, de lo que la obra realmente se supone que es; la han convertido en algo exageradamente o demasiado sentimental, por ejemplo. Durante su primer siglo de existencia, incluso era costumbre hacer muchas modificaciones y cortes a la obra, sólo hasta años recientes es más común para los violinistas tocar la obra de la manera en que Tchaikovsky la concibió”, refiere el violinista.

—¿Qué le aporta tocar en México, con la Sinfónica de Minería y en la sala Nezahualcóyotl?

—Siempre disfruto tocar con la OSM. La primera vez fue en 2014 y desde entonces vengo con regularidad y con todo tipo de repertorio, así que conservo muchos momentos felices. ¡Amo Ciudad de México y la calidez de la audiencia aquí! Mis conciertos se pospusieron por la pandemia, y el verano del año pasado tuve que cancelar porque me contagié de Covid. Así que estoy particularmente encantado con este nuevo concierto porque es mi regreso después de cuatro años.

—Toca el piano también. ¿Alguna vez soñó con interpretar otra gran obra de Tchaikovsky, su "Concierto 1 para piano", por ejemplo?, ¿siente lo mismo al tocar el piano que el violín?

—Tocar piano más bien fue siempre un hobby cuando crecía. El violín fue siempre donde yo encontré mi propia voz. Pero, amo el repertorio del piano profundamente (particularmente las sonatas de Beethoven y las obras de Schubert, Brahms, Chopin y Scarlatti). Además, tocar el piano me enseñó mucho sobre la música, de formas que ayudaron a mejorar mis interpretaciones con el violín.

—Tchaikovski es un clásico. Ha estrenado obras de compositores vivos, como Thomas Adès o Brett Dean. ¿Qué significa para usted interpretar la música de su tiempo, de gente viva?

—Ha sido muy interesante trabajar con compositores vivos, en especial con Thomas Adès y Donnacha Dennehy. Cuando te acercas a obras antiguas, muchas veces tratas las partituras como si fueran la Biblia, inamovibles y definitivas; pero cuando trabajas con un compositor vivo, te das cuenta que la obra está constantemente cambiando y ellos están muy abiertos a nuevas ideas e interpretaciones. Incluso compositores que escribieron un buen de anotaciones en sus partituras, como Adès, no siempre las acatan cuando tocan su propia música. Algunas de las anotaciones de Adès parecen ser mucho más importantes para él que otras. Es muy emocionante ser testigo de cuando se está creando y revisando nueva música. Es ser parte de la historia de la música y cómo se está desplegando.

—¿Qué hace a un artista para usted: la técnica, el virtuosismo o los sentimientos, el alma?

—Los más grandes conciertos que he escuchado fueron aquellos que me conmovieron en un nivel emocional y elevaron mi espíritu. Parte de ello fue porque las emociones se sentían genuinas, no sólo efecto o imitación, sino que emergían naturalmente de la misma música. El sonido hermoso está bien, pero no es suficiente. ¡Y técnica y virtuosismo, si son diversión, tampoco son suficientes para mí! En una altamente virtuosa obra como el concierto de Tchaikovsky, el virtuosismo es parte importante de la ejecución, pero lo que importa aun más es si las emociones de la obra son comunicadas a la audiencia.

—¿Qué es el violín para usted?, ¿es usted una extensión del instrumento o el violín es una extensión de usted, de su alma y de su humanidad?, ¿o es usted la voz del compositor?

—De alguna forma es todo eso. Tocar el violín es de hecho muy extraño, pero después de todos estos años y años de práctica, hay momentos en los que se siente como mi propia voz que reacciona a mis pensamientos e intenciones. Los instrumentos de cuerda fueron inventados con el propósito de imitar el sonido de la voz humana, y ese es el sonido ideal. Y siempre me he esforzado por que sea así.

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