Zacatecas. —La violencia que azota a la entidad ha frenado la productividad de los , los artesanos de la entidad no sólo enfrentan las amenazas de los grupos delictivos y una persistente inseguridad que los ha llevado a recortar sus horarios de trabajo para cerrar con luz de día, además tienen que enfrentar los altos costos de los insumos, la ausencia de los flujos de turistas y retorno de migrantes radicados en Estados Unidos, así como la cancelación de los grandes eventos culturales y de charrería.

En el municipio de Guadalupe se encuentra el casco de la Ex Hacienda de Bernárdez, construida en 1575 y durante más de 300 años importante finca minera. A finales de la década de los 80, estas hermosas instalaciones fueron acondicionadas para albergar el Centro Platero de Zacatecas, donde se creó una escuela que hasta el 2000 formó importantes generaciones de maestros plateros en joyería y orfebrería, quienes hoy en día producen piezas de excelente calidad.

Maritza Macotela Caceres forma parte de la decena de artesanos plateros que tienen sus talleres y tiendas en ese lugar. Se siente orgullosa de ser una de las generaciones que aprendieron en la Escuela del Centro Platero de Zacatecas del Patronato Mexicano de la Plata con la dirección técnica de Tane, de Pedro Leites.

“Al principio los diseños eran muy simples y constructivistas, pero poco a poco fui aprendiendo otras técnicas y a diseñar en cera para luego meterlo a fundición. Poco a poco adquirí mi equipo y mis máquinas: laminadora, vulcanizadora, inyectora de cera, entre otras herramientas”, relata.

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Al paso del tiempo ganó experiencia y conocimiento. Ha diseñado colecciones únicas, modernas con formas orgánicas, geométricas, texturizados y acabados sofisticados. Alcanzó el éxito con una de sus colecciones de plata y ámbar en técnica de repujado. Sus diseños cruzaron fronteras en exhibiciones internacionales en Cuba, Estados Unidos y Alemania, además ganó un concurso con un collar que tiene 100 piezas soldadas.

“Me inspiré en Zacatecas, en sus cerros, en nuestro Sol cruel, como decía Ramón López Velarde, en la tierra y en sus piedras preciosas como son las geodas, pero en miniatura. En el diseño me tardé como un mes y en la elaboración total un mes más porque todo esto es muy artesanal y de mucha dedicación”, asegura.

Bajo amenaza

Maritza asegura que desde hace dos años que comenzó la pandemia todos los plateros han visto paralizadas sus ventas, pero ahora se suma la violencia que afecta a Zacatecas. Cuenta que esta situación le ha impedido sacar una nueva colección que ya está diseñada, pero no es viable ni es el mejor momento para fundirla en plata debido a que también se le han incrementado los costos de los insumos.

El precio de la plata se mueve conforme el comportamiento de la Bolsa de Valores y el dólar. Hace 20 años compraban la onza troy en 50 pesos y ahora les cuesta 600 pesos, aunque para elaborar la platería requiere la plata Ley .925, que tiene una aleación con cobre electrolítico para que tenga peso y sea duradera. Antes de la pandemia el kilo de esa plata estaba en 6 mil pesos, hoy alcanza un precio de 20 mil pesos.

Pero además con la pandemia se cayó el turismo y esto, aunado a la violencia, impide que a dos años el turismo se reactive: “Nosotros somos fabricantes, no revendedores, cuando el cliente quiere un trabajo de calidad viene con nosotros, pero si esto sigue solo, sin visitantes, no le podemos invertir a comprar plata para elaborar grandes colecciones o diseños especiales”.

Sin turismo y sin reactivación de los festivales culturales y las charrerías —que es un gremio que constantemente les pedía elaborar productos para sus vestimentas—, dice Macotela, los plateros han optado por elaborar “sólo lo indispensable y son principalmente piezas pequeñas”.

Pero quizás lo más letal ha sido la delincuencia organizada. Maritza admite que han enfrentado amenazas de los grupos delictivos y es la razón por la que han recortado los horarios de trabajo: “Es terrible esta situación, porque se ha vulnerado la tranquilidad de nuestro Zacatecas, de nuestra cultura, de nuestro arte”.

La diseñadora dice que con la violencia el centro platero sigue muy solo y si antes cerraban a las 7 de la tarde o más tarde, hoy cierran a las 5, porque no tienen vigilancia pública, “solo está el velador que contratamos”.

Artesanos de Zacatecas, golpeados por la violencia y la ausencia del turismo
Artesanos de Zacatecas, golpeados por la violencia y la ausencia del turismo

En crisis

Francisco Antonio Escalera Lee, de 45 años de edad, es la cuarta generación de Talabartería Escalera, una familia de artesanos que hoy enfrenta la incertidumbre y las bajas ventas por la violencia.

El municipio de Jerez, conocido por ser la cuna del poeta Ramón López Velarde, y Pueblo Mágico desde 2007, realiza la Feria de Primavera que data de 1824 y donde cada Sábado de Gloria, los jerezanos que viven en Estados Unidos y el resto del país regresan a su tierra para montar a caballo, para impresionar y tratar de conquistar a la vieja usanza.

Sin embargo, este pueblo que también es cuna de charros y talabarteros, tiene una de las zonas más críticas de violencia. Hay 18 comunidades que han sido desplazadas por el asentamiento en las zonas serranas y la guerra del crimen organizado.

Francisco dice que hay aproximadamente unos 13 talabarteros en la región, pero la familia Escalera desde hace 90 años se ha dedicado a las artesanías con cuero y elaboran monturas, chaparreras, sombreros y artículos utilizados en el mundo de la charrería, con lo que han obtenido varias preseas en el concurso Gran Premio Nacional de Arte Popular.

En 2020 obtuvieron el primer lugar con una montura que se elaboró con un diseño antiguo, la cual fue cincelada a mano durante casi un mes; en 2021 obtuvo el tercer lugar con otra montura que tenía los esquineros bordados con pita (fibra vegetal natural).

Estos premios le han dado mayor prestigio, pues es un reconocimiento a su aportación cultural, artística y estética, así como al buen manejo de los materiales, ya que se da prioridad al rescate de técnicas, elementos iconográficos, y también de representación de flora y fauna locales.

Francisco y su familia se especializan en productos para la charrería, usan pieles de res, ovino y caprino, por eso entre sus clientes exclusivos está el cantante zacatecano Pepe Aguilar: “Mi papá le ha hecho las chaparreras a Pepe Aguilar desde que estaba joven. Lo conocemos desde que él tenía unos 20 años, a la fecha se le hacen diseños especiales”.

Sin embargo, reconoce que el grueso de los clientes son los migrantes de origen zacatecano que radican en Estados Unidos y que regresaban cada año a su natal Jerez a la Feria de Primavera.

Tienen miedo

Pero llegó la pandemia que paralizó las festividades y se cancelaron eventos nacionales charros, ahora es la violencia que ha impedido que los migrantes regresen a sus comunidades, “en años normales cuando no existía pandemia ni violencia, desde diciembre o enero empezaban a llegarnos muchos pedidos. Esta debió ser una de las buenas temporadas de venta de indumentarias charras, visitas masivas de los migrantes eran en Semana Santa por la Feria de Jerez, así como en verano y diciembre”, platica.

Entiende que los migrantes no quieran regresar a Jerez: “Tienen miedo de que al venir en los caminos les pase algo, les quiten sus camionetas; es ir a sus pueblos, ahí tienen sus familias y sus propiedades, pero ahí son las zonas serranas, donde se han registrado los desplazamientos”.

Francisco Escalera dice que esta situación ha provocado que las ventas hayan caído entre 40% y 50%, y sabe que así seguirán, o peor, mientras Jerez tenga esta gran problemática de inseguridad por el crimen organizado.

Artesanos de Zacatecas, golpeados por la violencia y la ausencia del turismo
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