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París asiste a uno de los descubrimientos más importantes del mercado del arte francés de los últimos veinte años con la aparición de un paisaje de Paul Gauguin pintado en su juventud y que esconde en su reverso los primeros autorretratos del postimpresionista.
Esta pintura de dos rostros fechada en 1881, que atestigua la amistad que unió en sus inicios a Gauguin (1848-1903) con un ya anciano Camille Pisarro (1830-1903), permaneció guardada durante un siglo en manos de la familia de un coleccionista del sur de Francia y había sido expuesta tan solo en dos ocasiones.
Foto: AFP
"Estamos muy felices de presentar este testimonio de una de las complicidades artísticas más importantes de la historia del arte, casi filial. Sabemos qué pasó con Gauguin en sus viajes a Tahití, pero aquí estamos en los inicios de su carrera", dijo el experto Étienne Hellman en la presentación de la pintura en la casa Sotheby's , que la subastará el próximo 29 de marzo.
Por un lado de la obra, un lienzo de 65 por 54 centímetros muestra el jardín de la casa en la que vivió Pisarro en el Quai du Pothius, en la localidad de Pontoise, al noroeste de París.
Los trazos, puramente impresionistas, reflejan la iniciación de Gauguin, en la que Pisarro lo llevó de la mano.
"Es curioso. En el mismo período, quizás incluso en los mismos días, Pisarro pintó un cuadro de esta casa desde el mismo ángulo. Podemos suponer que los artistas tenían el caballete lado a lado", cuenta Aurélie Vandevoorde, responsable de la venta.
Según la especialista, la comparación de las obras permite descubrir en Gauguin una modernidad propia que no se ve en la de su maestro, a quien llamaba cariñosamente "querido profesor".
"Para ser Gauguin se trata de un cuadro que parece bastante clásico, pero también hay elementos que lo desmarcan de su maestro: la forma en que el personaje se representa cortado, cómo la rama del árbol emerge del lado superior, o la perspectiva desde lo alto. Se siente la inspiración de un cierto concepto fotográfico", señala.
Pero lo que hace esta obra emotiva, además del vínculo con su mentor, que aparece retratado de espaldas y protegido por un paraguas como solía trabajar, son los dos autorretratos que se encuentran en su reverso, pintados directamente sobre la madera, sin preparación.
El estudio de los catálogos más importantes de su obra permite a los historiadores establecer que se trata de los primeros autorretratos de los que se tiene constancia, sin fechar, pero pintados seguramente poco después del paisaje, probablemente entre 1881 y 1883.
En 1882, Gauguin había dejado su trabajo como agente de bolsa para dedicarse plenamente a la pintura, unos inicios que lo llevaron a vivir penurias y que podrían explicar por qué esta idea de pintar detrás de un cuadro.
Esta "revelación impacta por la modernidad del trazo en pleno periodo impresionista", dice Vandevoorde, quien aprecia las mismas "características plásticas y la mirada penetrante" con las que el artista se retrataba una década más tarde, en sus famosas autorrepresentaciones.
"No parece un estudio para un autorretrato, más bien unos primeros intentos. Sí que es cierto que cuando vemos sus retratos conocidos percibimos la misma técnica", apuntó.
La pintura, con un valor estimado de entre 600 mil y 900 mil euros (de 678.299 a 1 millón de euros), se expondrá en la sede francesa de Sotheby's a partir del 23 de marzo y hasta el día 29, cuando será subastado.
El precio que se tantea es "totalmente razonable", según Vandevoorde, que destacó la dificultad de ponerle precio pues no hay obras similares en el mercado.
A modo de ejemplo, el último bodegón que vendieron del artista, "una naturaleza muerta bastante clásica", se adjudicó por dos millones de dólares.
"No tenemos ninguna referencia en el mercado de un cuadro que tenga este lado típico del Impresionismo y la presencia de autorretratos, tan reveladora de lo que sería su pintura después", dijo la experta.
akc