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Lo que pone sobre la mesa la polémica entre José Antonio de Alzate y el virrey Revilla Gigedo (escrito así en los documentos consultados por el autor), en torno al censo de 1790, va más allá de la discusión demográfica, en realidad es el retrato de una época, de la Ilustración en América y de la cultura letrada en la Nueva España unos lustros antes de que se independizara de España.
El historiador, ensayista y director del Museo Nacional de Antropología, Antonio Saborit, asegura que ese episodio histórico que relata en su libro "El virrey y el capellán. Revilla Gigedo, Alzate y el censo de 1790" (Cal y Arena) le permitió abordar muchos temas. Tras leer la polémica, Saborit empezó a hacer la reconstrucción para entrar al corazón oculto de esta discusión, que es un corazón múltiple.
“El núcleo de esta polémica tiene que ver con el afán modernizador y modernista de Revilla Gigedo; por otro lado, el profundo conocimiento de la realidad americana de parte de Alzate tiene que ver con el orden religioso de aquella sociedad, con el impulso secularizador del siglo, con la convivencia del manuscrito con la cultura impresa, con la libre circulación de las ideas y las diversas representaciones de lo real; sobre cómo se representa lo real, cómo se cuenta la realidad, cómo enumeramos o creamos estancos para acomodar lo real”, señala Saborit.
Asegura que Alzate es un personaje entre las diversas comunidades letradas que vivían en la Ciudad de México y él, al revisarlo, le permitió tener una nueva visión de lo que era la Nueva España en su ocaso, porque sabemos que unos lustros después ese antiguo régimen iba a derrumbar y se desplomaría el imperio español a lo largo del siglo XIX.
“En este cierre del siglo XVIII vemos una vida, asoma la naturaleza de la Ilustración americana en toda su magnitud”, dice Saborit y agrega que la polémica le permitió asomarse a las atmósferas culturales en la Ciudad de México al final del siglo XVIII.
“Después de haber trabajado comunidades letradas en el siglo XIX, me interesaba asomarme al siglo XVIII porque sabía que estos polifacéticos hombres de letras, liberales y conservadores del XIX no surgieron de la nada; su fe en la cultura impresa, la pasión con la que vivieron su vida pública en publicaciones periódicas no surgieron de la nada, venían del siglo XVIII, donde Alzate jugó un importante papel desde La Gazeta de Literatura de México que dirigió”, señala el historiador y lo define como un “pequeño hombre de letras en un mundo cifrado en el colonialismo”, dice Antonio Saborit, quien se siente muy satisfecho por este libro.