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ana.rojas@clabsa.com.mx
No se puede ser fotógrafo en una ciudad como la de México sin sentirla o descubrir sus peculiaridades. El correr de los años, que fue transformando poco a poco el Valle de México en una megaurbe; el tránsito para dejar de ser una gran zona rural y dar paso a la ciudad, los cerros llenándose de casas grises, lagos que al final se convirtieron en tiraderos de basura, de calles intransitables . Y su gente, esta tribu sometida por el poder, las inclemencias de un mundo injusto para la clase baja, deshumanizado y al que nadie volteaba a ver.
Fue dentro de este momento histórico, político y social; en México, entre 1955 y 1968, el que le tocó vivir al fotógrafo mexicano, nacido en Medellín, Colombia, Rodrigo Moya .
Foto: EFE
Esta epidermis citadina, sus viviendas desechables, más que la modernidad, la de una ciudad que sobrevivió a la revolución institucionalizada que hipotecó al país en la promesa utópica de una lucha socia l, fue lo que inmortalizó Moya a través de su lente, y que presenta el Centro de la Imagen con la exposición “Rodrigo Moya MÉXICO/Periferias”.
A través de tres núcleos titulados “Ciudad/Periferia”, “El Campo” y “Conmoción Social”, material documental y gráfico, acompañado por más de 100 impresiones originales en blanco y negro , dialogarán con el espacio para dar testimonio del fracaso de esta utopía de la modernidad , en la que estudiantes, obreros, campesinos y maestros se manifestaban en las calles exigiendo fuesen tomados en cuenta dentro del proyecto de progreso en pos de alcanzar un nivel de vida mejor.
“A mí me interesaba fotografiar esos lugares, la gente, su forma de vivir, soy humanista y realista. El México del progreso lo dejé para otros colegas”, dijo Rodrigo Moya durante la presentación de la exposición.
Foto: Karina Corona
Para la curadora de la muestra, Laura González-Flores, el trabajo de Moya presenta la metáfora de la periferia, “la herradura de tugurios, esos lugares que quedaron huecos donde se quitaron vecindades y se construyeron grandes proyectos habitacionales como Tlatelolco”.
Así se muestra el doble sentido de lo que se llamó “modernidad” y las deudas que ésta dejó con los grupos más vulnerables.
Foto: Karina Corona
“El fotógrafo debe tener voz, voto y veto, es decir, insisto, nosotros los fotógrafos en manos de una institución no nos dejan hablar no tenemos opinión, pero es culpa de nosotros”. Rodrigo Moya.
De acuerdo a la curadora se trata de plasmar a dos Moyas , uno joven “que está tomando fotos con intuición histórica y que publicó en las revistas de la época como Impacto y Sucesos , y el segundo, el alter ego del primero , el que ya no trabajó con una intuición histórica, sino con el conocimiento de la historia y con una capacidad crítica para seleccionar parte de su archivo y tirar a la basura lo que no le gustaba.
El objetivo de la muestra, realizada en colaboración con el Museo Amparo , de Puebla y el Museo del Palacio de Bellas Artes , es reflejar estas contradicciones de un país cuyo “desarrollo estabilizador” comenzaba a mostrar sus fallas estructurales. Y que, para 1968, año en que Moya abandonó la fotografía, clamaría por un cambio económico y político desde los distintos frentes de la escena social, económica y cultural que había registrado.
Para culminar con este viaje a través de la mirada de Rodrigo Moya, que dio inicio en febrero de este año en el Museo Amparo , el próximo 29 de mayo se inaugurará la muestra “Escenas” en el Museo del Palacio de Bellas Artes, la cual fue curada igualmente por Laura González-Flores, pero con un enfoque diferente al trabajo del fotógrafo nacionalizado mexicano.
Foto: Karina Corona
“En Bellas Artes se apreciarán los reportajes que Moya hacía en proyectos culturales, como la danza, y de Poesía en Voz Alta con Octavio Paz y Juan José Arreola , el trabajo que realizó para Salvador Novo , así como las tomas que realizó para algunas películas que participaron en cine experimental”, recalcó González-Flores.
Cero en conducta
“Así pues, nunca fui original, ni artista, ni estuve en vanguardia fotográfica alguna, ni me interesó más oficio que el de atrapar algún instante significativo de la realidad”
Foto: Karina Corona
En entrevista para EL UNIVERSAL , Moya declaró que la fotografía fue algo que eligió después de varios fracasos, el último en la Facultad de Ingeniería: “dejé la carrera y tomé fotos como una manera de ganarme la vida, con mi maestro Guillermo Angulo que me enseñó los hilos de la fotografía, desde ahí la amo, es mi vida”.
A pesar de su edad y no considerarse un artista, el fotógrafo confesó que este oficio es toda una aventura, un acto reflexivo infinito.
“A mi edad sigo haciendo fotografía, a pesar de que ya no veo bien. Sigo encontrando el sentido enorme que tiene la fotografía en nuestro tiempo, para mí no es un arte, yo no me siento artista, pero es una nueva forma de ver el mundo, como no lo ve nadie, ni en la pintura, la música, o la literatura”.
Luego de casi 30 años de labor fotográfica, Moya se arrepiente de no haber hecho ciertas capturas , las cuales pasó de largo, o bien pudo haber trabajado más, como sus andanzas en los desiertos.
“Para que una foto emocione tiene que trabajarse apasionadamente, así trabajé siempre, con una entrega total a la imagen ; el fotógrafo desaparece y es la imagen la que queda. Uno es la imagen misma, te transformas en lo que fotografías”, añadió.
“Fotografié lo que quise, me hubiera gustado haber hecho más teatro y danza”.
Para el artista, la Ciudad de México es apocalíptica : “Soy pesimista, aunque en el centro existen rincones inolvidables, es una ciudad que no me gusta. Hace unos años me fui a vivir a Cuernavaca, es un hoyo verde y lo prefiero a este hoyo lleno de humo y de caos, donde la gente trabaja muchísimo, invierte cuatro horas para llegar al trabajo y regresar a casa, todo es difícil, es una ciudad fuera del mundo de los ricos y eso no me encanta”.
Uno de retos a los que se enfrenta el fotógrafo en la actualidad, dijo Moya, es “a la mediocridad de periódicos que no despliegan trabajo, no hay editor de fotografía, no hay revistas especializadas. La fotografía en México está sometida a las empresas y a los directores ”, algo que no se vivía antes, de acuerdo a cómo lo recuerda el fotógrafo, pues la imagen digital hizo la diferencia.
“Soy lo que fotografié y lo que vi, esa es la suma de Rodrigo Moya. Explorar esa mina tridimensional, ese laberinto con pozos y pasadizos, fue buscarme a mí mismo”.
La exposición “Rodrigo Moya/ MÉXICO, Periferias" permanecerá abierta hasta el 22 de septiembre de este año en el Centro de la Imagen .
akc