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En su sala, donde originalmente fue su taller, cada respuesta del maestro Fernando de Szyszlo llega con calma, pausada. Delante de él, una antología de Blanca Varela, su primera esposa, reposa sobre la mesa. Pocos metros más allá, frente a la puerta de ingreso a su casa, la escultura de un esqueleto casi de tamaño natural parece dar la bienvenida al visitante, junto a una serie de huacos eróticos que completan un inquietante conjunto visual.
Subiendo las escaleras, ingresar al estudio del artista es como adentrarse en una atmósfera de eternidad. Su mundo, dominado por lienzos, óleos y las melodías de Chopin , incluye también un balón de oxígeno y una reproducción, en su versión original, de aquel cartel reversionado por el márketing contemporáneo hasta decir basta: “Keep calm and carry on”.
— ¿Para qué sirven los homenajes?
Pues no para mucho. Estoy muy agradecido que a alguien se le ocurra hacerme un homenaje, pero no tiene otro objeto que reconocer de alguna manera el trabajo que uno ha hecho durante tantos años, sin calificarlo. Mi cuadro más viejo es del año 45, o sea que son 72 años, ¡qué horror! Nunca he dejado de pintar, nunca.
— ¿A quién homenajearía usted?
A todas las personas que admiro, pero desgraciadamente el 99 por ciento están muertas. A Eielson, a Blanca Varela, a Sologuren, a Westphalen , a César Moro , a Octavio Paz , que fue realmente importante en mi vida. Me llevaba 11 años, pero siempre me trató como a un igual, y siempre fue muy generoso conmigo. Bueno, y a Mario Vargas Llosa , por quien siempre he tenido mucha admiración.
— Alguna vez dijo usted que Paz, hacia el final de su vida, se había sentido impotente y furioso.
Los dos últimos meses de su vida. Estaba furioso porque no podía hablar casi, pero no de furia, sino porque las cuerdas vocales no le funcionaban. Fui a México a despedirme de él porque el cáncer lo había tomado ya totalmente, y yo estaba conversando con su mujer cuando él entró en una silla de ruedas llevado por un mozo, y entonces me di cuenta de que estaba furioso porque escuchaba la conversación que le interesaba mucho y no podía exponer su punto de vista, no podía expresar lo que sentía. Fue muy doloroso para mí.
— Vargas Llosa ha dicho que usted es su mejor amigo.
Es verdad, y yo lo he dicho también siempre: mi mejor amigo vivo es Mario, pero he tenido otros amigos: José María Arguedas , el arquitecto Ricardo Sarria , Cartucho Miró Quesada , pocas personas, pero van sumándose. Tengo en mi computadora un ‘file’ cuyo título es “Ausentes”, y ahí figuran todas las personas que he querido seriamente durante mi vida, desde mis padres, mi hermana, mi hijo y todos mis amigos. Son más de 50 personas. O sea, se ha muerto alrededor mío todo el mundo. Soy uno de los pocos sobrevivientes de la generación del 50.
— Sobre Vargas Llosa, precisamente, usted ha dicho que siente envidia de su nueva relación. ¿Qué es lo que le envidia, exactamente?
Que haya redescubierto ese estado fantástico que es estar enamorado. Eso con el tiempo se vuelve una cosa que no cambia. Yo soy muy feliz con mi mujer, pero Mario… era muy feliz, y de repente se enamoró y ahí está en las nubes.
— ¿Qué batallas ha dado por perdidas?
Yo luché tanto porque el Museo Nacional de Arqueología fuera hecho en el corazón de la ciudad, para mostrarle a los peruanos y extranjeros que para nosotros era una cosa muy importante lo que habíamos heredado de las personas que hicieron el Perú prehispánico. Pero ya doy esa batalla por perdida. Uno no manda las cosas valiosas que tiene a 30 kilómetros de la ciudad.
— Usted, como muchos otros, se mostró muy entusiasta del Gobierno de PPK, pero ha dicho luego que ese entusiasmo y efervescencia ya pasó, como lo demuestran las encuestas también.
Sigo creyendo que Kuczynski es un buen presidente, pero estoy decepcionado de que no se hayan puesto en movimiento las cosas que prometió, que son las que hubieran dado la sensación de un aire nuevo, como el ferrocarril de cercanías y el agua para todos. La hostilidad y la mala voluntad del Congreso fujimorista frustró todo eso, porque el Gobierno ha sido hostigado, censurado, por un grupo que después se ha probado hasta en conversaciones hace poco [que han dicho] “que no lo vayan a hacer antes de que lleguemos al Gobierno”. Lo que para mí quiere decir que no va a ser nunca, porque ellos nunca van a llegar al Gobierno. Yo creo que, para bien o para mal, aquí termina el fujimorismo, aquí termina la dinastía fujimorista.
—Está usted pronto a cumplir 30 años de matrimonio. ¿Cómo lograr tal hazaña?
Los franceses a veces son cínicos y dicen: “l’amour c’est un que souffre et un que s’enmerde”, uno que sufre y uno que se aburre, pero eso no es. Los dos tienen que tener voluntad de que eso dure. Cuando yo me casé con Blanca, intelectualmente estábamos muy desarrollados, habíamos leído todo lo que se puede leer, pero humanamente éramos un par de chicos irresponsables que no sabían lo que querían, y no supimos conservar eso [el amor], y se fue perdiendo. Felizmente, encontré a Lila. Ninguno de los dos éramos jóvenes ya, pero teníamos la virtud de estar enamorados y querer que durara para siempre… Eso es todo.
— ¿Es leyenda urbana o Blanca jugaba Monopolio con Simone de Beauvoir cuando se aburrían?
Sí, eran muy amigas... Cuando llegamos a París, Blanca y yo nos separamos ideológicamente. Ella se juntó con el grupo de los existencialistas, con Simone de Beauvoir , con Sartre , y yo me incliné hacia la teoría del surrealismo, hacia Breton , Éluard . El primer distanciamiento que tuvimos fue ese. Yo nunca oí a Blanca alabar a Stalin, pero frecuentaba un grupo que era muy comunista, de intelectuales marxistas, y yo he visto a Sartre vendiendo los domingos el periódico comunista L’Humanité Dimanche . Nunca me atrevería a decir que Blanca era comunista, pero se dio la suerte de que ella en París frecuentara a un grupo que lo era. Los surrealistas eran más bien trotskistas.
— Pero compartían los pocos francos que tenían en los mismos cafés.
Ah, sin duda, y vivimos juntos en un departamentito que nos alquiló Claudine Fitte , que era la mujer con que Sérvulo vivió mucho tiempo acá. El departamento quedaba a media cuadra del Colegio de Francia , donde se reúnen los más grandes intelectuales del país. Yo estaba a un paso, pero nunca entré, tenía 24 años, era delgadito y no tenía qué comer, pero fumaba tres paquetes diarios, qué horror. Dejé de fumar cuando cumplí 60, de un día para otro. Nunca más fumé ni una pitada. Si lo hubiera hecho, volvía a la cadena. Juan Rulfo estuvo una vez en mi casa para comer, cuando todavía estaba casado con Blanca. Él había sido un alcohólico de esos que lo encontraban tirado en una banca durmiendo, y me llamó por teléfono en la mañana del día que iba a comer a la casa y me dijo: “Fernando, por favor, que no haya en la comida ni un caldo que tenga jerez, ni un postre que tenga licor”. Eso lo podía volver a tirar abajo. Nunca más bebió él, pero nunca más escribió. Terrible.
— ¿Cuál es la última gran estafa artística que ha visto usted?
Uy, lo único que veo son estafas artísticas. Lo que llaman arte contemporáneo para mí es una estafa, porque pegar periódicos en cuadros no requiere ningún compromiso, nadie pone el alma en lo que hace. Antes yo criticaba mucho a estos pintores, pero me doy cuenta de que son fruto de su época y pintan lo que su época merece. La civilización actual es banal, no le gusta profundizar.
— ¿Merecemos los cadáveres de Hirst?
Yo creo, yo creo. Mire, y la música pop, rock, que cada vez se acerca más al tan tan primitivo, al tan tan prehistórico.
— ¿Necesitamos un gran terremoto quizá?
Ojalá. ¿Cómo es que decía Borges ? En un cuento dice: “La copulación y los espejos son abominables, porque multiplican el número de los hombres”.
— ¿Es corta la vida?
¡Ay, qué horror, qué horror! Piense usted que el otro día decía: “¿Cómo se llama esa prima que vivía en Barranco y que frecuentábamos con mi familia?”. No me acuerdo, y no tengo a quién preguntarle porque ya todos los que participaron no existen. Es efímera, totalmente.
—¿Qué es lo que más extraña de la juventud?
La energía y la voracidad por la vida, la voracidad por ser feliz. Octavio Paz decía una cosa que es muy cierta: “¿Qué ha pasado con nuestra civilización que la palabra placer se ha vuelto obscena?”. Tener placer es obsceno, y mucho tiene que ver el cristianismo: el placer genera culpa, y no tiene por qué.
— ¿Sigue siendo divertido pintar o nunca lo fue?
Tiene etapas. Todo cuadro es una derrota para mí, pero cuando el cuadro está a la mitad o a tres cuartos es divertidísimo, es una pasión, siente que va a cogerlo y plasmarlo finalmente, pero entonces comienza a verle los defectos.
— ¿Como con el amor?
Exacto, exacto, pero el amor tiene compostura, pues. La pintura no, pero tiene algo sagrado que participa en una forma oscura que los surrealistas llamaban “lo sagrado laico”, que es la misma sensación de cuando va a Machu Picchu . Como dice la Biblia en el Génesis: “Este lugar es terrible, Dios habita aquí”.
— ¿Por qué es usted tan generoso dando entrevistas?
Le decía a Mario [Vargas Llosa] que soy como Zeffirelli , quien una vez dijo: “Si yo fuera mujer estaría siempre embarazada; no sé decir que no”.
nrv