Nueva York. —Fernando Mastrangelo atrapa la naturaleza para liberarla en formas, texturas y significados que expresan un punto de vista sobre el mundo que le rodea. El artista de origen latino (nació de padres uruguayos, vivió en México y Buenos Aires y se nacionalizó estadounidense) toma posición y se centra en la denuncia de los efectos del cambio climático. Encapsula la naturaleza que puede desaparecer y la acerca para concienciar sobre el problema más acuciante del siglo XXI.
El artista y diseñador de muebles estará en Art Basel Miami del 5 al 8 de diciembre con un lounge totalmente creado por él para Audemars Piguet. “Me dieron toda la libertad del mundo para expresarme sin límite. Por eso me encantó tanto el proyecto”. Aunque el encargo de la firma suiza fue un reto, “el desafío es mi motor”, admite Mastrangelo. “Audemars Piguet tiene muchas cosas similares a lo que yo hago. Todo viene de la naturaleza. Eso tiene que ver también con lo que yo hago. Trato de rescatar materiales que no son comunes, elevarlos a otro nivel, transformarlos, utilizar sal y hacerla ver como una materia elevada. Ha sido un sueño hecho realidad”, concluye mientras lo entrevistamos en su estudio de Brooklyn, en Nueva York.
Mastrangelo tuvo que viajar a las montañas suizas del Jura para plasmar la esencia de la casa relojera en su proyecto. El resultado invita a experimentar este paraje único a través de pendientes ininterrumpidas de tonos y texturas, paredes, cuadros, muebles y vitrinas que contienen piedras trituradas del lugar. Una pared de estratos compuesta de arena, sal de roca, sílice y piedra caliza es una extensión desmontada de las canteras de Combe Noire de la Vallée de Joux. Deconstruyendo y reconstruyendo la naturaleza y el tiempo, el concepto de Mastrangelo establece un diálogo entre el pasado y el presente.
El artista está convencido de su función social. “Lo que trato de decir con mis trabajos es que estamos perdiendo el paisaje, la naturaleza. Es importante tener un impacto político, social y estoy usando otras plataformas para expresarme también, como YouTube e Instagram”, explica. Fernando Mastrangelo nos cuenta su historia. “Cuando vine a EU decidí trabajar con materiales relacionados con lo que estaba creando. Por ejemplo, cuando estaba haciendo una pieza de Brasil, usaba café y azúcar. De México usé maíz. De Colombia, cocaína. Hoy mi lado político tiene que ver más con el cambio climático”, admite.
La obra inspirada en México, Avarice (2008), está hecha de maíz blanco, harina de maíz blanco y amarillo, epoxi, fibra de vidrio, madera y metal. La idea fue llamar la atención sobre el cultivo masivo de maíz en México para satisfacer las necesidades de energía y las demandas de los consumidores extranjeros. Al mismo tiempo sugiere un paralelismo entre la Conquista de México por los españoles y la explotación actual de la producción local de maíz mexicano por parte de los empresarios norteamericanos. Actualmente es parte del acervo del Museo de Brooklyn.
Sin saberlo, Mastrangelo ha tras- ladado a sus creaciones parte de su esencia latina, lo que vivió y admiró cuando vivió, sobre todo, en México. Allí, menciona, “construyen con bloques de cemento de geometrías simples y de gran escala”. Admira a Luis Barragán y Ricardo Legorreta. “Me encanta la geometría simple, los colores y, sobre todo, el minimalismo. Formas simples, pero bien pensadas. Crecí en Monterrey, donde está el Museo Marco. Los espacios enormes siempre me han impactado. Por eso creo que me gusta tanto hacer cosas grandes”.
Sobre su futuro, está abierto al cambio. “No sé si yo vaya a ser artista en 10 años, porque en la vida todo son etapas. Ahora me voy a mover de Brooklyn, a un lugar más tranquilo y apartado y quién sabe cómo va a cambiar mi vida. Si sigo haciendo arte, tal vez sea digital. Para mí, lo importante es expresarme”. Y medio en serio, medio en broma, habla de abrir una taquería y mezclar arte y gastronomía. Como dice él, todo es posible para expresar lo que él quiere.
Sus trabajos se han exhibido en ferias de arte como la Feria de Diseño Colectivo y la Sight Unseen Office en Nueva York, el Salone del Mobile en Milán, Art Genève en Suiza y Art Basel Miami, en el Museo de Brooklyn, la Galería Mendes Wood, la Galería Mike Weiss, el Museo Neuberger y la Galería Rossana Orlandi en Milán. Hace tres años creó The Good Company, un proyecto para impulsar a jóvenes creadores.