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En una feria como Art Basel Miami Beach es difícil decir quiénes son las figuras más importantes, considerando que son 269 las galerías participantes, exhibiendo obras modernas y contemporáneas, desde Goya hasta Amoako Boafo, pintor ghanés de 35 años. Pero sin duda que el mexicano Jose Dávila (Guadalajara, 1974) está viviendo un gran momento. Trabajos suyos están presentes en cuatro galerías: OMR (Ciudad de México), Sean Kelly (Nueva York), Travesía Cuatro (Madrid-Guadalajara-Ciudad de México) y Nicolai Wallner (Copenhage). Su obra más llamativa en estos días es “Los límites de lo posible” (2019), un conjunto escultórico —parte de la sección Meridians— que le da la bienvenida a los visitantes que entran al Miami Beach Convention Center (MBCC) por el lado norte: bases cuadrangulares sobre las que reposan rocas que parecen estar a punto de ser aplastadas o de caer, en un tenso equilibrio. En entrevista con EL UNIVERSAL, Dávila, arquitecto de formación, admirador de Donald Judd, Giovanni Anselmo y Jannis Kounellis, nos dice cómo le va en la feria.
Hablemos de tu participación en Meridians. Tienes aquí una pieza que la curadora Magalí Arriola no colocó dentro del Gran Salón, sino fuera del MBCC.
Creo que a la pieza le hace muy bien estar donde está, al lado de ese árbol y sobre la arena, en el exterior. Es una decisión acertada. Por otro lado, no sé si algunas personas se pierdan de verla. Pero, digo, si las quieres ver, pues la encuentras.
Foto: cortesía del artista
La pieza lleva por título “Los límites de lo posible”.
Justamente se inauguró en la Bienal de La Habana durante Semana Santa, en abril de este año. La pieza se hizo para el malecón.
¿Como obra de sitio específico?
Pues no es como obra de sitio específico porque la obra tiene su propia vida, y puede existir tanto en este lugar de Miami como en algún otro jardín o en algún otro contexto. Más bien creo que lo que fue específico fue la situación y el contexto sociopolítico: exhibir en Cuba, tratando de alguna manera de retratar, con una escultura, la sensación que como extranjero tengo de Cuba: que el tiempo está congelado en una perenne situación donde aparentemente algo está a punto de suceder. Ahí hay un punto de indefinición sostenida, que es de lo que quise hablar con esa escultura, otorgándole un poder simbólico a las piedras que están en los límites de estas formas geométricas, hechas con recinto. Las piedras están ahí, pero si las empujaras un centímetro más, se caerían.
Aunque trabajas con otros soportes (la pintura y el décollage), tu trabajo escultórico ha resultado bastante exitoso.
La gente se ha identificado con mi trabajo escultórico debido a ciertas características muy puntuales: balances precarios, equilibrios frágiles, materiales diversos aparentemente contradictorios, pero que en la composición logran crear un diálogo y una aparente estabilidad. En mi trabajo escultórico me interesa tomar en cuenta la fuerza de gravedad como un elemento propio. Aunque sea un elemento no visible, es un elemento muy presente.
Foto: cortesía Art Basel Miami Beach
Pareciera que hay una estrecha relación entre tu trabajo escultórico y tu formación como arquitecto.
Pues sí, aunque nunca trabajé como arquitecto, sí que me formé académicamente como tal. Terminé la carrera, fueron cinco años, con tesis incluida, y de hecho recuerdo que en la universidad donde estudié, el ITESO (Guadalajara), había una clase que me parece que ya no existe, Estructuras prácticas, donde se enseñaba a entender al material como una especie de cálculo estructural sin números, más bien práctico. Esa clase fue muy influyente para mí en el trabajo que ahora hago.
¿Cómo entiendes el arte en este momento?
Pues esa es una pregunta difícil —se ríe—… Lo que es cierto es que el arte nunca deja de ser una expresión individual que obviamente se permea a través de momentos colectivos en la historia, y en situaciones políticas y sociales.
fjb