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cultura@eluniversal.com.mx
En el marco de la Feria Art Basel, que concluyó el pasado domingo, se presentó la cuarta comisión artística de Audemars Piguet —compañía de alta relojería, fundada en Suiza en 1875—. Esta comisión derivó en la instalación Halo, que fue realizada por Ruth Jarman y Joe Gerhardt, integrantes del colectivo Semiconductor, y que tuvo curaduría de la española Mónica Bello, quien es directora de Arte en el CERN, el Laboratorio Europeo de Física de las Partículas en Ginebra.
La mayor novedad del proyecto consistió precisamente en que los artistas trabajaron como residentes en el CERN, y que su obra exploró nuevas fronteras entre ciencia y arte. Crearon la instalación Halo, que toma datos del experimento Atlas del CERN. Halo adopta la forma de una estructura cilíndrica de 10 metros de ancho, rodeada por cables de piano, y representa la primera ocasión en que artistas pudieron trabajar directamente con datos sin procesar de Atlas.
En un comunicado, Audemars Piguet describe que el interior de la instalación está rodeado por una pantalla de 360 grados, donde los visitantes observaron proyecciones caleidoscópicas de datos generadas por una serie de colisiones de partículas subatómicas ralentizadas, que ordinariamente ocurren casi a la velocidad de la luz. A medida que golpean la pantalla, los puntos de datos animados también activan pequeños martillos para golpear los cables del piano circundante, emitiendo una vibración que abarca todo el material y que los visitantes experimentaron tanto acústica como físicamente.
Respecto a lo singular del proyecto, la curadora Mónica Bello comentó en entrevista que se trata de un modelo único, pues es la institución científica quien decidió poner en marcha una política cultural: “El laboratorio pone en marcha una política cultural oficial y un programa de arte que no llevan científicos, sino que dirijo yo, que soy comisaria e historiadora del arte. Es un modelo único que intenta articular una demanda por parte del sector cultural, pero no sólo eso, sino que además estimula que desde dentro de la ciencia el arte se considere parte de un conocimiento más complejo, y ahí el laboratorio permite explorar formatos de interacción, de participación y la capacidad de experimentar, pues en la ciencia la experimentación es muy importante”.
El colectivo Semiconductor dijo de este trabajo: “Nos interesa lo desconocido y descubrir quiénes somos como humanos a través de lo que no sabemos. Y lo hacemos a través de la ciencia”.
Para la curadora, este tipo de trabajos abre al espectador otros horizontes: “ Se abre un lugar de conexión con fenómenos invisibles que existen en la naturaleza. No es necesario que el espectador intelectualice con profundidad este tipo de experiencias, porque en sí mismas tienen muchos matices y una capacidad para compartir magia. Halo es una gran escultura donde el espectador está arropado por una serie de luces y sonidos y un audio inmersivo que en sí mismo produce placer y confort”.
Olivier Audemars, vicepresidente de la Junta Directiva de la compañía, expresó que es emocionante “ver cómo Semiconductor explora cómo vemos y experimentamos el mundo natural. Nos ayudan a ver las cosas de manera diferente. Y dan vida a la precisión y complejidad de la física de partículas y el arte”. (Con información de Manuel Martínez Torres)