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Ni llamadas ni contratos ni ofertas; por lo menos no en el país. “No hay chamba”, dicen varios fotógrafos independientes cuando se les pregunta por los proyectos que en el último mes han concretado o por la suerte de los que tenían proyectados.
Si hay trabajo para fotoperiodismo —y los casos son excepcionales—, a menudo es con la salvedad de que no hay pago ahorita. En publicidad, relaciones públicas y cultura, está detenido todo. “La contratación ha caído hasta el suelo”, dice un entrevistado, y otro, en la misa línea, suelta: “No hay llamadas, no he tenido la suerte”.
El confinamiento a raíz de la pandemia por el Covid-19 ha frenado toda una cadena en torno de la fotografía: si el publicista no hace eventos, el fotógrafo no es contratado; si el artista no tiene exposiciones, no requiere del fotógrafo para hacer registro de sus obras y de las inauguraciones; si las agencias de información internacionales y los medios de comunicación cancelan colaboradores, los freelancers son los primeros en quedarse sin trabajo, sin opciones. Salir a la calle a hacer registro de la pandemia con la idea de vender una imagen, pero sin un contrato que los proteja y con el riesgo latente de contagiarse, es algo que se piensa dos veces.
La edad para muchos es el mayor riesgo; han tomado fotografías por años y han generado piezas memorables, pero saben que en este momento se convierten en población vulnerable; lo mismo sucede para otros que aunque son más jóvenes tienen una enfermedad o que deciden de plano no exponerse.
Víctor Mendiola, Eduardo Loza, Elsa Medina, Carlos Aranda, Duilio Rodríguez, Jorge Vargas, Paola García, Lourdes Almeida y Héctor Alfaro cuentan cómo trabajan hoy.
Desde su departamento en la colonia Condesa, Elsa Medina ha tomado rostros y detalles de cómo ha cambiado la ciudad. Foto: CORTESÍA ELSA MEDINA
Víctor Mendiola arrancó la contingencia con un proyecto de registro del Covid-19 en la Ciudad de México; quería fotografiar un estado de ánimo y una sociedad inmovilizada por la incertidumbre. Retrató un Zócalo que todavía tenía personas que se abrazaban y una ciudad que empezaba a transformarse con una lentitud que no respondía a la urgencia de la situación. Aunque sigue convencido del proyecto documental , no pudo continuarlo, en parte por recursos, y salió de la ciudad.
“Yo no trabajo para un medio, necesito plantearme a qué voy y con qué recursos. Tengo la intención de regresar, pero sé que hay que considerar las medidas de seguridad porque además, si te enfermas, nadie te va a pagar, si eres freelancer los gastos los tienes que cubrir tú. Tengo una beca del Fonca , pero para otro proyecto. Tengo que intentar contactar con alguien para poder vender, buscar un cliente… suena medio feo decirlo así, pero eso es parte del trabajo. Eso tiene que reconocerse en el trabajo del freelanceo, es complicado hacerlo y es más complicado conseguir venderlo, es una doble chamba”.
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A comienzos del confinamiento, en su muro de Facebook el fotógrafo Pedro Mera escribió: “La #cuarentena para el freelancer o subcontratado es brutal. No hay plata a fin de mes, no hay apoyo ni garantías. El arriendo hay que pagarlo igual, la comida, remedios, etc”.
Mera, quien toda la vida trabajó en la calle, tomó el retrato Manos solidarias —imagen memorable del sismo de 2017— o que cubrió como otros de los entrevistados la influenza hace 11 años, tomó la decisión de encerrarse con su pareja por motivos de salud.
Más allá de su decisión, Mera cuenta que no ha habido llamados; el último evento que tuvo fue a finales de febrero, y en marzo hubo cancelaciones. No ha habido llamados de empresas para retrato corporativo ni de agencias, productoras y tampoco del gobierno estatal de Oaxaca, con el que trabaja. Tampoco ha tenido llamados para Getty, agencia con la que colabora como stranger: “La mayoría de la agenda de la agencia es deportiva, pero el mundo deportivo ahora está detenido”.
El Zócalo de la Ciudad de México, en los primeros días de inicio del confinamiento, fue tema de la serie de Víctor Mendiola. Foto: CORTESÍA VÍCTOR MEDIOLA
Un futuro incierto
La fotógrafa Elsa Medina, desde la ventana, ha visto pasar el coronavirus. Por razones de salud decidió quedarse en casa, aunque también atestigua la realidad de que en esta temporada no hay contratos de trabajo; tiene una beca del Sistema Nacional de Creadores del Fonca y avanza en investigaciones en torno de su archivo: “Yo estoy fuera de diarismo. Tengo una beca, no tengo Seguro Social, no tengo pensión; tengo una situación compleja. Me apoya mi hijo”. La situación de los freelancers la define así: “Híjole, muy difícil. Ya había mucha competencia y ya está peor; los periódicos han reducido sus equipos y los dispositivos móviles en el mundo de la inmediatez son una herramienta muy práctica aunque en calidad no es lo mismo, además al fotógrafo se le está exigiendo hacer video. Lo veo muy difícil”.
Entre ocho y 10 eran los contratos, para fotografía y video, que Eduardo Loza tenía para marzo y abril, pero todos fueron cancelados. El llamado a hacer proyectos hoy es de cero: “Lo primero que recortan es el freelancer”, dice, pero él ha acudido a la animación como alternativa desde el encierro, y ha realizado una serie de pequeños videos con los que ya se plantea otra faceta de trabajo.
“En contratos no hay nada”, dice a su vez la fotógrafa Lourdes Almeida, quien desde el principio decidió encerrarse. “Todos mis proyectos son de exposición; no sé si van a continuar, y hasta cuándo. Otros son de clases en junio y agosto, espero que no se cancelen. Estas situaciones mundiales pues son un téntemeahi… Y es pensar no sólo en uno sino en el que está junto”.
La producción de fotografía con técnicas del siglo XIX es unas de las pasiones de la fotografía de Carlos Aranda; además, trabaja con agencias, publicidad, ejecutivos y otros clientes, pero esa actividad está muerta desde marzo.
No obstante, Aranda ha comenzado a explorar un campo nuevo, el del e-commerce o comercio electrónico. En medio de la pandemia, el sector de ventas en línea se ha incrementado y le han encargado retrato de productos y desarrollo de los espacios de venta. Aranda opina que el panorama no se va a reactivar pronto: “Seguro será a final de año; las campañas de publicidad, los eventos, los corporativos no son ahorita una prioridad. Ahí no ha habido nada: eso está totalmente parado. En el mercado habitual no hay nada; disminuyeron los recursos, cayeron, ingresos a cero, y no vamos a regresar a muchas cosas que tuvimos. El trabajo para un fotógrafo freelancer es cero”.
El fotoperiodista Héctor Alfaro ha estado en los más diversos espacios de la capital para retratar la pandemia. Foto: CORTESÍA HÉCTOR ALFARO
Héctor Alfaro es fotoperiodista y trabaja sobre todo el tema deportivo. Ante la falta de opciones tuvo que buscar fuera del país para ofrecer sus fotografías; hace poco comenzó a trabajar con la agencia internacional Pressouth, que a la vez coloca los materiales con Getty. Alfaro hace cobertura del Covid-19: “Estoy haciendo guardias en hospitales, panteones, funerarias, e historias de gente que no ha podido dejar de trabajar. Obviamente es sin ningún tipo de prestaciones, nadie te da condiciones laborales de protección y salud si en dado caso te contagias, o si tienes un accidente de otro tipo. Te la tienes que rifar por amor al arte. Estamos conscientes de que el periodismo en el mundo vive una situación adversa por recortes de personal y cierre de ediciones y esto tiene años, no es de la pandemia”.
Paola García durante muchos años trabajó en periódicos, y en los últimos meses comenzó a hacerlo de manera independiente. No ha sido fácil. Aunque ella tomó la fotografía en la cual se ve al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell comiendo en una esquina del Centro y hasta chupándose los dedos, esa imagen que distribuyó la productora Tortugas al Viento, tampoco se vendió como se esperaba.
“Esta es una crisis que queremos reportear, pero me la pienso 10 mil veces, no tengo Seguro Social… estoy aterrizando en el freelance. Si salgo, tengo que asumir el riesgo… me muevo con muchas pinzas”.
Jorge Vargas toma fotografías de eventos culturales –obras de teatro, conciertos, exposiciones y la propia pintura y escultura de los artistas en estudio…, pero la cancelación de la agenda cultural ha representado que se quede sin actividad; por ejemplo hace registro de las obras y eventos del pintor oaxaqueño Filogonio Naxin. “Todo está parado, todo está detenido. Es una situación que nos pasa a fregar a todos los que nos quedamos sin una chamba estable”. Vargas está haciendo es un registro de cómo cambia la ciudad, aunque no trabaja cerca de los hospitales.
Duilio Rodríguez trabaja como colaborador fijo y editor de fotogragía en Piedepagina.mx , aunque no hay contrato laboral con ellos; además hace proyectos periodísticos o comerciales con otros contratistas, pero de éstos no ha recibido ningún llamado desde que comenzó el confinamiento. Si llegan solicitudes, cuenta, le hacen la acotación de que no habrá pago ahora. “Dicen: ‘nos gustó y lo que queremos publicar, pero después pagamos’. Todos intentan ver cómo trabajar y publicar, pero sin recursos para poder pagar… De otros fotógrafos sé que es la misma situación: no tienen ingreso, no están obteniendo trabajo remunerado”.
Al hacer las series para el sitio, Rodríguez pondera el cuidado a los demás: “He estado saliendo a cubrir y a generar reportajes, pero con todas las medidas –no toco a nadie, no voy en transporte publico, ando en bici o en mi carro, tomo la foto a distancia, desinfecto mi equipo… uso cubrebocas, gel antibacterial… No podemos, nada más, por cumplir nuestro trabajo de súper periodistas, no cumplir con todas las medidas que son importantes”.