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El 31 de octubre, Federico Kampf inaugurará su mural Energía, tiempo y conciencia, un fresco de 70 metros cuadrados creado en un área subterránea de la capital italiana.

Durante 40 días, entre mayo y junio de 2017 y con apoyo de dos colaboradores mexicanos y dos italianos, Kampf realizó esta pieza que considera una de las más importantes de su carrera como pintor.

El mural —que define mitad arquitectura y mitad pintura— se encuentra en una catacumba romana, en un muro de más de 2 mil años, cerca del mercado de Trujano y está hecho sobre un soporte o estructura contemporánea, creada por arquitectos, que evita alteraciones del edificio histórico. El área responsable de patrimonio en Roma hizo muchos requerimientos para poder hacer este fresco.

“El mural trata sobre la filosofía, mi postulado filosófico sobre la irrealidad, la conciencia y el tiempo, remanentes de filosofía de Heidegger, de pancromatismo maya, de física cuántica y de budismo tibetano que confluyen sobre lo mismo”, explica Federico Kampf en entrevista.

Dice que el mural parte de una imagen sobre la alineación: “Hemos vivido alienados a la idea de Dios, de la mujer, mujer como elemento poderoso con un discurso negativo y positivo; todo está lleno de metáforas”.

Describe las partes de la pieza: “El frontal es una idea de juicio, una especie de Cristo urbano, es el muro más surrealista y onírico, yo siempre me doy la licencia de que la obra sea intuitiva. Es una dialéctica sobre el tiempo. Del otro lado está el muro de la física cuántica y del futuro, ahí hay detalles del muro del siglo I y del siglo VII; aparece una mujer biónica junto al maestro Saverio Ungheri, fundador de este museo hace 50 años, y referencias a Giordano Bruno. En la bóveda está el tiempo, que inicia y termina con el uróboro, la serpiente que se come a sí misma, que es infinita, y además es una especie de fusión con Quetzalcoátl; ahí están los cuatro elementos, los 12 discípulos, y una integración de las diferentes realidades: la alineada, la del juicio y la de la física cuántica. Y, finalmente, hay un muro de la realidad real.”

Tras participar en una colectiva en el teatro Quirinale, con pintores italianos, guatemaltecos y brasileños, Federico Kampf fue invitado a crear la pieza para el Museo Polmone Pulsante, un centro que da conferencias filosóficas, esotéricas.

El acercamiento al museo lo llevó a conocer la obra de Saverio Ungheri, en quien Kampf halló ideas similares a las que cree: “La realidad no existe, somos pura energía cósmica, sólo existen conciencia y tiempo”.

La realización de la pintura en fresco fue uno de los mayores retos porque esta técnica, por sus características, demanda muchas horas de preparación y como fácilmente se seca, se complica la tarea del pintor y sus ayudantes. “Es el doble de trabajo físico, tuvimos que preparar el soporte, el mortero, y tienes horas contadas”, cuenta y recuerda que trabajaron normalmente 17 horas diarias.

En la pieza sólo faltan algunos marcos de madera y su piso que será de ajedrez.

Andrea Ungheri, hijo del fundador del museo, es quien encargó el proyecto. El mural “es una crítica a la alineación y hace un sincretismo entre lo romano y lo mexicano”, reitera Federico Kampf, quien formado como abogado y filósofo se decidió por la pintura.

Es autor de obra en caballete, de murales y esculturas. Ha dicho que hacer murales le interesa porque le permite “alterar un espacio y dominarlo a partir de la arquitectura y por medio de la pintura”, al tiempo que recupera las técnicas como el fresco y el encausto que los pintores han dejado en el pasado.

Ha pintado murales en la Academia de Bellas Artes en Cuba, la pieza se llama Fecundidad de las Academias de América Latina y tiene por tema el oficio artístico; después hizo El Coloso FSTSE en la sede sindical en avenida de la República en la Ciudad de México; en el estado de México, en Tepotzotlán, en una capilla que es un hotel, hizo Adversum, Diversum, Universum que, según cuenta, es “una crítica a la religión, a la ética. No creo en la realidad, creamos realidad. Esto es un estudio profundo de mi quehacer como filósofo. La filosofía para mi obra es la materia prima, cada cuadro tiene una tesis definidísima. No fuerzo los temas. Los temas van saliendo onírica e irrealmente”.

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