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Río de Janeiro.— Desde la noche del domingo, mientras las llamas arrasaban los 200 años de ciencia, historia y cultura brasileña del Museo Nacional de Brasil, con restricciones un grupo de profesores, alumnos, trabajadores y funcionarios consiguió entrar —incluso sin equipos de protección— en los sectores que aún no habían sido alcanzados por el fuego para rescatar lo que se pudiera del enorme acervo científico y etnográfico que llegaba a más de 20 millones de piezas.
Entre los objetos que se recuperaron hay lupas, microscopios y computadoras de la sala de crustáceos; así como cerca de 40 contendedores con especies de animales conservados en alcohol, además de documentos, equipos y fósiles. “Se salvarón miles de ejemplares, la mayoría moluscos, pero eso es nada comparado con los millones de objetos que existían ahí dentro”, lamentó el biólogo Paulo Buckup, quien trabajaba en el museo desde 1996.
A pesar de estos esfuerzos, el lunes las autoridades del museo estimaron una pérdida que alcanzaba 90% del patrimonio con el que contaba el museo.
Ayer, tras extinguirse casi todas las llamas, bomberos y brigadas de rescate encontraron algunas piezas lo que abre la esperanza de recuperar más materiales.
“Tal vez queden entre los escombros algunos minerales y fósiles, y eso exigirá un trabajo complejo de rescate”, dijo Buckup.
Uno de los hallazgos que más han generado revuelo fue el que hizo un bombero de un cráneo dentro de un cofre de acero que podría tratarse de “Luzia”, el fósil humano más antiguo de Brasil; de acuerdo a una declaración dada por Cristiana Cerejo, vicerrectora del museo, este resto homínido se encontraba dentro de un recipiente de las mismas características. Sin embargo, la arqueóloga Claudia Rodrigues, otra funcionaria del museo, pidió mantener la prudencia y avisó que se necesitarán varios análisis técnicos para determinar si el cráneo realmente pertenece a “la primera brasileña”.
Al descubrirse la posibilidad de encontrar más objetos de la vasta colección entre las cenizas, ayer el ejercito brasileño formó un cerco alrededor de las ruinas del Museo Nacional con la finalidad de evitar saqueos y facilitar el trabajo de los bomberos, ya que aún persisten algunos focos de incendio menores en el recinto histórico.
Otras pérdidas. A la par de hallazgos, se han ido reportando otras pérdidas de gran importancia. En el acervo documental el Museo Nacional de Río de Janeiro estaban guardados los papeles que Bertha Lutz (1894-1976), la bióloga y activista feminista, acumuló durante los 45 años en que trabajó allí.
“Los papeles representaban un conjunto de documentos que mostraban la memoria de las luchas trabadas por las feministas entre bastidores de los palacios, en el parlamento y en el cuerpo a cuerpo para construir leyes y políticas en favor de las mujeres a lo largo de la primera mitad del siglo XX”, recordó la feminista Hildete Pereira de Melo. “Parte de la historia de Brasil, como la de las mujeres, se volvió ceniza, sólo nos queda llorar”, añadió.
Wagner de Alencar Castro, profesor de geología en el museo durante 17 años, contó que tres pisos cayeron encima de su laboratorio. “Una gran parte de la historia de la geología del Museo Nacional, de las áreas de geología marina y costera y sedimentología, se perdió”, dijo.
En medio del enojo de la ciudadanía, el gobierno brasileño anunció un plan dotado de 25 millones de reales (unos seis millones de dólares) para proyectos destinados a mejorar la seguridad en los museos.
***Agencias