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aaron.barrera@eluniversal.com.mx
“Estoy viviendo dentro de una sociedad nueva, compuesta de seres que sí son realmente seres humanos. ¡Qué fineza, qué claridad en el pensar, qué delicadeza en el sentir, qué amabilidad y qué bondad sencilla y constante!”, escribía en una carta el muralista Diego Rivera sobre su estancia en la Unión Soviética.
La exposición Diego Rivera y la experiencia en la URSS presenta, en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo (MCEDRyFK) y en el Museo Mural Diego Rivera (MMDR), una aproximación estética al par de viajes que el pintor guanajuatense realizó a la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas durante la primera mitad del siglo XX.
Con la curaduría de María Estela Duarte y Mariano Meza Marroquín se exhiben 289 piezas, entre bocetos, óleos, acuarelas, obra documental, libros y fotografías, resultado de cuatro años de investigación.
“Es una investigación que ayuda a superar obstáculos que enfrentan los estudiosos de Rivera y que llegan a las conclusiones de siempre al abordar su obra plástica, pero que no tienen la fortuna de basarse en archivo original, como se hizo ahora”, explicó Luis Rius Caso, director de ambos recintos, en un recorrido en el Museo Mural Diego Rivera.
Rivera hizo el primer viaje a Moscú en 1927 invitado por el Partido Comunista Mexicano a celebrar el 10 aniversario de la Revolución Rusa, lo que influyó en su tratamiento de la figura esperanzadora del obrero en su posterior obra pictórica. Esta primera parte se presenta en el MCEDRyFK.
El segundo viaje fue en 1955 para recibir un reconocimiento del gobierno soviético; también aprovechó el progreso médico del hospital Botkin para someterse a una cobaltoterapia que atacara el cáncer que padecía, y además recorrió parte de Berlín. Esta serie se presenta en el MMDR.
La muestra, del 30 noviembre al 8 de abril, aborda temas de la vida cotidiana soviética: los paleadores en la nieve, el sufrimiento en hospitales, segadores de trigo, la esperanza en el socialismo e incluso la puesta en órbita del satélite Sputnik, que conmovió a Rivera al considerarlo el triunfo de una civilización avanzada.
En la exposición, 21 carteles de propaganda soviética enviados por el gobierno ruso a Rivera funcionan como el vínculo entre ambas sedes. Con estos se pretende evidenciar la influencia de la estética del realismo socialista en la obra del muralista.