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La cuarentena ha sido un tiempo en el cual la gente ha encontrado en el arte y la cultura una forma de esparcimiento, así como de aprendizaje. Tal es el caso de la recreación de cuadros de grandes maestros, lo cual ha sido apoyado por museos como el Getty de Los Ángeles, el Rijksmuseum de Ámsterdam o el Met de Nueva York.
De esa manera Internet se ha convertido en una improvisada galería donde artistas de renombre y otros menos conocidos muestran sus obras. The Covid Art Museum (@covidartmuseum), el primer museo dedicado a obras de arte del coronavirus -en Instagram-, es una iniciativa de tres publicistas españoles que pretende agruparlas, por el momento ha aglutinado más de 200 obras de artistas de 50 países.
Entre ellas se encuentra la última de Banksy que, confinado, ha pintado en el baño de su casa a un grupo de sus características ratas con numerosas referencias a la crisis del Covid-19 : unas juegan con el papel higiénico, otras con la pasta de dientes y una de ellas se afana en coger el jabón de manos.
También se puede encontrar el famoso vídeo con una fila de cerillas incendiándose que tanto ha ayudado a concienciar sobre la cadena de transmisión.
Aparte están obras reinterpretadas como "El beso", de Lichtenstein, (con mascarilla), o trabajos de artistas que registran su confinamiento con imágenes que reflexionan sobre lo cotidiano y el paso del tiempo.
Y es que, como pasó en los ochenta con la crisis del sida, cuando preservativos y los lazos rojos ya no volvieron a ser lo mismo, esta pandemia hará que
mascarillas, guantes y jabón de manos se conviertan en objetos cargados de nuevos significados.
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Damien Hirst, el enfant terrible del Britart de los noventa, ha optado por reinventar otro símbolo de esta crisis: el arcoiris, el dibujo de esperanza que miles de niños han pintado y colgado de sus balcones en todo el mundo.
El artista ha diseñado el suyo con alas de mariposa, motivo de sus últimos trabajos, con los que creará una serie de cuadros para recaudar fondos para el sistema de salud inglés.
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La artista japonesa Yayoi Kusama lleva cuatro décadas recluida voluntariamente en un psiquiátrico; su trabajo, marcado por la repetición, es su manera de huir del trauma. Hace unos días publicó un poema con el que animaba a combatir la epidemia y no caer en el desánimo.
"En medio de esta amenaza histórica, un breve estallido de luz apunta al futuro (...) Pelearemos. Lucharemos contra este monstruo terrible", relata.
Y es que como decía el pintor Gerhard Richter en 1982, un mundo todavía marcado por la Guerra Fría, "el arte es la forma más elevada de esperanza". La frase tiene hoy más sentido que nunca.
nrv