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ssierra@eluniversal.com.mx
La dramaturga Sabina Berman hace dos años dirigió en México su obra "Testosterona", pieza que nació con la intención de dar vida a su propia Casa de Muñecas (de Henrik Ibsen) para hablar de la disputa por el poder a la que se enfrenta una mujer, pero ya no en una casa, en una familia como lo planteaba el escritor noruego, sino en un escenario del mundo contemporáneo, un periódico.
La pieza, que se repondrá en noviembre en el Teatro El Granero con Cecilia Suárez y Álvaro Guerrero —aún no se define si la dirigirá Berman— está en temporada en teatros de Buenos Aires y Lima, y antes estuvo en Chile y España.
En América del Sur, "Testosterona" se llama "Todo o nada"; el nuevo nombre responde a que el primero daba título a otro espectáculo. En Argentina está en escena por segunda vez; y es representada por los actores españoles Miguel Ángel Solá y Paula Cancio (esposa de Solá), que la habían hecho en España, y en Argentina la han puesto con el director Enrique Quintanilla.
Ante un cuadro de hilo huichol de la artesana Hilaria Benítez, que a Berman le gusta, sobre todo porque es un relato y comparte con su creadora el oficio de contar historias, la directora y dramaturga habla en entrevista acerca de "Testosterona", de su resistencia a no dejar de hablar de los poderosos de la sociedad actual; habla del género y de la lucha por el poder entre hombres y mujeres, así como de dilemas éticos en la competencia por el poder. Reflexiona también sobre el México de hoy, que atraviesa un momento de “mentira y robo”, con un PRI que opera dentro de lo que define como un “totalitarismo ineficaz”.
Quién manda a quién. “La apuesta era hacer una historia compleja, realista, con dos personajes: ¿Qué puede pasar en el transcurso de 24 horas entre dos personas que les cambia la existencia? De manera enfocada, quería hacer una Casa de Muñecas del siglo XXI. Casa de Muñecas sucede en una casa burguesa donde una mujer despierta y se da cuenta de que no tiene poder, que todo lo decide su marido y se va dando un portazo… Yo decía: ‘¿Dónde está sucediendo el cambio en las mujeres?’ Ahora no es en las casas, es en los penthouses de los edificios de las corporaciones.
—¿Por qué un periódico?
—Porque lo conozco, me hubiera costado mucha investigación, y no la hubiera tenido en el cuerpo, hacerla en una agencia de publicidad.
"Testosterona" es una obra que dirigió Berman, como lo ha hecho con piezas suyas como "Entre Pancho Villa y una mujer desnuda" y "Extras".
“Dirigir algo que he escrito me da la oportunidad de terminarlo de afinar. Era más parte de mi vida esto de escribir, luego montar, regresar al escritorio y luego al escenario. Últimamente me he metido en otras partes, ya no me está dando tiempo para la dirección, y he descubierto directores con los que me llevo muy bien. El teatro te acostumbra a eso: haces una vasija donde se van acumulando otras creatividades.
—Hablemos del poder y de su fascinación por ese tema...
—Es la fascinación de nuestra cultura. En el caso de género y poder es una fascinación generacional, es parte de pertenecer a las generaciones feministas. Es una gran oportunidad para una dramaturga atestiguar lo que está pasando en un tema tan trascendental como es la distribución, entre los géneros, del poder. Del siglo XX, la única revolución que salió boyante, viva y para quedarse, es el feminismo; una revolución en cámara lenta, que es claro que va a trascender y a afirmarse durante el siglo XXI. Es un privilegio transferirlo a piezas.
"Testosterona" habla de una mujer que en 24 horas tiene que hacer arreglos en su propia narrativa si quiere acceder al poder. “No es una obra idealista, es una obra sobre qué implica tener poder en un sistema piramidal. Un periódico es una pirámide: arriba hay un señor que decide la cabeza, y hay contrapesos muy pequeños. Todavía son monárquicas las maneras como organizamos nuestros sistemas de poder”, dice Berman.
La escritora y periodista define a su personaje como una mujer típica de esta época: educada en los ideales de la democracia, ejecutiva popular, experta en sinergias, a quien siempre le ganan el poder y que no sabe competir porque se ha dedicado a colaborar. “Cuando se trata de elegir al director del periódico, de un manotazo su competidor la tumba. El director le dice: ‘Te adoro, eres la persona más simpática del mundo, pero no sé si puedas ser director de un periódico’. Y en esas 24 horas ella cambia”.
—¿Cómo cambia?
—Deja de permitir que le tomen la palabra; deja de permitir que le ganen un argumento; deja de sonreír; deja de ser impecablemente ética; aprende a sacar un as que no estaba en el juego: aprende a usar medios ilegales. Se dice: ‘¿Quiero el poder o no?’ Este es el costo: Desvirgarme éticamente. Y decide desvirgarse.
—¿Cómo ha cambiado la manera de abordar el género en su obra?
El feminismo ha sido mi manera de entender la organización del poder de una sociedad. Si en Entre Pancho Villa y mujer desnuda me preocupaba el género feminino/masculino, después he escrito sobre la diversidad de los géneros y, a últimas fechas, he escrito del género como un disfraz (Macho, película que ella escribió y que, por cierto, está en Netflix, trata de eso).
Las Fábulas. Berman escribe semanalmente en EL UNIVERSAL la columna “Fábulas”, donde opina con base en relatos de la política mexicana. “El juego al que invito al lector es a que nunca sepa dónde está la raya, es un espacio libre del criterio de verdad y mentira. La fórmula fábula
conlleva la moraleja; me ha inquietado que el mundo postmoderno niegue la posibilidad de afirmar cuál es el bien y cuál es el mal. Es uno de nuestros mayores pecados. Las fábulas que escribo tienen una moraleja: no es ni cristiana ni judía ni ideológica. Tiene que ver con la biología.
—¿Cómo define este mundo, este momento de México?
—Estamos en un sistema definido por la mentira y el robo. Estamos en problemas. Y si esos son los limones de nuestra realidad, pues hay que hacer limonada. Siempre me he rebelado a estas trampas culturales que en México nos impiden escribir de nuestros poderosos. Son sólo subterfugios del miedo: como cultura siempre hemos evitado hablar de los poderosos; hablamos de otros poderosos, muy distantes, o de los del pasado porque no está vivo, no puede influir.
“Cuando fábulas al PRI, que es un panqué al paladar del fabulista, o de repente haces una fábula sobre Andrés Manuel López Obrador, se desatan los caballos de la ira, y te escriben: ‘¿No que eres de izquierda?’ Sí, sí soy de izquierda, pero López Obrador no es la esencia de la izquierda, no es la Virgen Guadalupe de la izquierda. Yo puedo escribir de él y criticar vicios de carácter que tiene. Pero los que le van a López Obrador creen que no puedo, me crucifican….
—Hacia 2018, ¿cómo ve a López Obrador, a Margarita Zavala y al PRI?
—AMLO es un hombre con un gran corazón donde reverbera la gente, es su gran virtud; su gran vicio es la tendencia al totalitarismo. ¡Mira el tamaño de mi pretensión! Quiero agregar dos granos de arena a que él revise su actitud y se modere, porque quiero que gane la izquierda. La izquierda... no alguien en específico, y no quiero que me corrompan la izquierda con el totalitarismo. Este es mi corazón.
Margarita Zavala... Todavía nos debe el definirse: si es la abogada que llega para poner la ética en el poder en este país, sería una candidata formidable aunque fuera de derecha. Pero todavía está por verse si eso que ha dicho en frases se convierte en un discurso que aterrizara en la reestructura de nuestras instituciones.
El PRI... Es una desgracia lo que han hecho: patean, socavan, corrompen, violan las instituciones y después se preguntan por qué nadie cree en las instituciones. Destruyeron al INE, han regresado al país a las etapas previas de 2000, de mentira y corrupción, donde no podemos creer nada.
Lo único que detiene es esta sensación de no querer ir al caos y a la pérdida de vidas de una revolución.
¿Dónde están las alternativas? La sociedad civil en sus iniciativas se ha desgastado, le han tomado el pelo…. La perversión viene del poderoso ¿Qué espera el PRI?, ¿qué creen que vamos a hacer? ¿que en 2018 pase lo que pasó en el Edomex y que no va pasar nada? Son temerarios, no tienen ningún sentimiento de paternidad con este país. La falta de grandeza de Peña Nieto es la culpable de este desbarrancamiento. La debacle de esta administración consiste en que creía que iba a gobernar de cierta manera a un país que no quiere ser gobernado así, incluidos los criminales. El país no se ha dejado de los priístas, es un totalitarismo ineficaz… En el sexenio han tratado de comer con tenedor lo que es líquido. Peña Nieto no se da por enterado de que no funciona; no está calculando, está sacando las moralejas equivocadas.
—Hay algo que haya cambiado para la cultura con la Secretaría?
—Sí, los membretes... María Cristina García Cepeda fue buena elección, pero no tuvo el tiempo de armar un proyecto.