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La música navideña atraviesa la avenida. Familias con varios integrantes cruzan las puertas del Auditorio Nacional . "¡Apúrate, papá. Ya sonó la tercera llamada!", apresuran las niñas a sus acompañantes, quienes obedecen con paciencia a la vez que les cuentan una introducción de lo que están a punto de ver.
" El Cascanueces va a bailar en el sueño de una niña", es la sinópsis que cuentan a una niña que mantiene con asombro la expectativa del espectáculo. Las luces se apagan. Los bailarines de la Compañía Nacional de Danza le dan vida a los personajes de la obra de Chaikovski , acompañados por la Orquesta de Teatro de Bellas Artes, y por alumnos de la Academia Mexicana de la Danza y de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea.
La historia que escribió Ernest Theodor Amadeus Hoffmann en 1816 cuenta que una niña llamada Clara recibe un cascanueces en la fiesta de Navidad, pero su hermano Fritz, disgustado por no tener un obsequio, se lo arrebata y lo rompe. Herr Drosselmeyer, quien regaló el muñeco a Clara, lo repone y lo coloca al lado del árbol, donde estará a salvo.
Foto: cortesía
Clara duerme, pero en sus sueños todos los objetos empiezan a crecer, tanto así que los ratones, dirigidos por un rey, alcanzan el tamaño de la soñadora. "¡Corre, ratoncito!", se escucha entre el público el susurro apresurado de una voz madura. Los roedores se preparan para atacar al guerrero que ha cobrado vida y baila, pero sus movimientos delatan que depende de su cuerda para articular movimientos.
Un par de detonaciones hacen retumbar el piso: la batalla entre el caballero y el Rey de los Ratones ha alcanzado la cúspide y la batuta del director Iván López Reynoso acelera su ritmo. Ningún bando gana.
Clarita y el cascanueces, convertido en príncipe, viajan al bosque donde la Reina de las Nieves y sus copos bailan para darles la bienvenida. El tintineo del tutú de la reina hipnotiza al público más pequeño, con ayuda del juego de luces color pastel que contrastan con los tenues tonos jacaranda que predominan en el escenario.
Foto: cortesía
El baile deja en segundo plano la escenografía. El telón cae y las luces iluminan el auditorio casi lleno. "Y todavía falta la función de las ocho", comentan sorprendidos los asistentes que esperaron en su lugar. El intermedio tomará unos minutos y varios se acercan para admirar a la orquesta que sigue tocando breves acordes.
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El Rey de los Ratones muere y su séquito se limita a sacarlo patas arriba del panorama. En el país del azúcar todo un ejército de bailarines que se mueven con canciones de España, Arabia, China y Francia, celebran la batalla que venció el Príncipe con ayuda de Clara. Los bailarines de la Compañía Nacional de Danza invitan al público a ambientar el festejo con sus palmas.
La recta final se acerca. El Hada de Azúcar y su caballero se mueven al compás de las danzas "conocidas" del repertorio, interpretadas por los integrantes de la orquesta que por un momento se convierten en duendes. Los silbidos y movimientos de cabeza del público no se hacen esperar. "Esa me gusta", presumen algunos.
Foto: cortesía
Antes de que termine el pas de deux del Hada de Azúcar y su caballero, el público inicia una ovación. "¡Bravo!", grita una voz que enternece a más de uno. La pareja hace una reverencia con gesto gentil y entre el público se levanta una manita que intenta con energía saludar al Caballero en el escenario.
Todos los bailarines se reúnen para despedir a Clara y al Príncipe, un globo aerostático ha llegado por ellos. El sueño de Clara terminó. Cae el telón y las luces se encienden. La felicidad está en todas las caras del público.
Las funciones continúan este sábado 21 a las 17:00 y 20:30 horas; domingo 22 a las 17:00 horas, y lunes 23 de diciembre a las 20:30 horas en el Auditorio Nacional.
fjb