Los Ángeles. —La Meca del Cine siempre tiene una nueva historia que contar. En la ciudad de Los Ángeles retumban dos temas  que llevan varios años en ebullición, pero que debido a las crisis que perturban nuestros días es necesario que ahora acaparen los reflectores que usualmente están destinados a las estrellas de la fama: el arte y la ciencia.

La Fundación Getty levanta el telón y la función está por comenzar. Este 15 de septiembre inaugurará el festival de cultura más grande de Estados Unidos: el PST: Art & Science Collide, donde más de 800 artistas y 70 instituciones reflexionarán sobre los fugaces puntos de encuentro entre estas disciplinas.

No se escatimaron esfuerzos ni recursos para tener este abanico de miradas que van desde la agricultura sostenible, la biotecnología, la contaminación, justicia ambiental, códices prehispánicos, libros islámicos, pergaminos chinos, robótica, Inteligencia Artificial y hasta el cyberpunk. Getty otorgó más de 20 millones de dólares (casi 400 millones de pesos) en subvenciones para que artistas, curadores y científicos colaboraran bajo el mismo objetivo.

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Una mujer interactúa con piezas de la muestra Sangre de nopal / Blood of the nopal, en el Fowler Museum, en la que también participa Porfirio Gutiérrez. Fotos: Pst y Especial
Una mujer interactúa con piezas de la muestra Sangre de nopal / Blood of the nopal, en el Fowler Museum, en la que también participa Porfirio Gutiérrez. Fotos: Pst y Especial

“Las exposiciones examinan el modo en que los artistas han hecho avanzar el trabajo de los científicos y han transmitido sus ideas a un público más amplio, pero también muestran cómo las tecnologías han moldeado fundamentalmente las formas en que vemos el mundo y cómo actuamos en él”, explicó  Joan Weinstein, directora de la Fundación Getty, en la presentación del programa el miércoles pasado.

La ciudad brilla sin importar las horas del día, ya sea por sus atardeceres bañados de un tono naranja o por las luces de los interminables automóviles que abarrotan las principales avenidas. Los Ángeles es la segunda metrópoli más grande de Estados Unidos y es donde vive la mayor comunidad latina del país: más de un millón 800 mil personas, 46% de la población, según  el último censo local.  Por ello, no es una sorpresa que la cumbia y la salsa suenen  por los vecindarios.

De hecho, la presencia de artistas latinos, en especial de mexicanos, es vital para la escena cultural de la región. Los Angeles County Museum of Art (LACMA) se suma a la iniciativa del PST con la muestra We live in painting: The nature of color in mesoamerican art, una exploración a las tradiciones cromáticas del mundo prehispánico, su cosmología y  técnicas usadas   para generar colores a partir de cortezas de árboles, insectos o minerales de flores.

“Mesoamérica contribuye al mundo del arte no sólo con su iconografía y su estética, que son únicas, sino también con su tecnología. Para la comunidad latina es muy importante verse representada en estos recintos culturales, cuando vinieron a pie; migrar a cualquier nivel es un esfuerzo enorme, tienes que volver a echar raíces y este tipo de exhibiciones ayuda a que estas raíces crezcan”, explica Diana Magaloni, curadora y directora del programa de Arte de la América Antigua del LACMA.

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Con su proyecto PigeonBlog, la artista Beatriz da Costa registró, a través del vuelo de palomas, la calidad del aire de algunas regiones de California. Fotos: de Pst y Especial
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Magaloni, quien  por más de 30 años ha investigado sobre el color en estas culturas, cuenta que, a través de vasijas de cerámica, fragmentos de murales, esculturas de piedra y conchas talladas, esta exposición  persigue la técnica y los materiales empleados por estas culturas, así como sus concepciones sobre el arte y la imagen. La transformación de su mundo en colores. “El LACMA es un museo enciclopédico, donde buscamos que todas las culturas del mundo estén representadas. Tener una muestra dedicada al arte mesoaméricano es un diálogo  con otras comunidades, pero también de ellos hacia nosotros”, apunta.

We live in painting…  reúne más de 270 objetos, la mayoría proveniente de la propia colección del LACMA sobre arte en américa, pero también alberga piezas arqueológicas nunca antes expuestas en Estados Unidos, algunas prestados por el INAH y el Museo Amparo, como fragmentos de murales excavados en Teotihuacan, figuras de arcilla de Tlatilco y una estela maya.

Sobre las polémicas y las exigencias tanto de gobiernos como de ciudadanos por repatriar piezas de arte, Magaloni explica que las obras de la colección del LACMA “no fueron saqueadas, pero me parece que la mejor forma de defender esto es que estamos mostrándole al público el diálogo y la colaboración que  podemos tener con México y con sus comunidades indígenas”.

Esta iniciativa también cuenta con la participación de artistas indígenas contemporáneos para revitalizar las prácticas de producción de pigmentos. Porfirio Gutierréz es un testimonio de esta resistencia y linaje. Nació en Teotitlán del Valle, Oaxaca, pero a sus 17 años se vio forzado a migrar y ha hecho de Ventura, California, un nuevo hogar.

“¿De dónde eres?, ¿indígena? Me preguntan en espacios donde he mostrado mi trabajo pero que son muy contemporáneos; lo que no saben es que también estoy cuestionando el sistema. Muy pocas veces se abrió este diálogo, por mucho tiempo a nosotros (la comunidad indígena) no se nos invitó a ser parte de la mesa. Ahora, estas instituciones culturales se están dando la libertad de ver más allá”, explica el artista zapoteco-americano.

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“En un pueblo originario, no hay una diferencia entre la ciencia y el arte: viven y coexisten, como lo vemos en la medicina y la alimentación. La ciencia para nosotros es algo que implementamos día con día. En el mundo occidental, la visión de la ciencia es extremadamente reducida y no ha habido oportunidad de ampliar ese vocabulario sobre lo que significa en estos contextos. Yo soy científico, químico, botánico, agricultor y artista”, explica Porfirio, quien también participa en otra exposición del PST: Sangre de nopal / Blood of the nopal, del Fowler Museum.

Otra de las voces que se posiciona en la escena cultural angelina es Selene Preciado, quien  hace un año asumió como curadora y directora de programación del Los Angeles Contemporany Exhibitions (LACE). Nacida en Tijuana y con una trayectoria profesional  transfronteriza, como en el CECUT, el Museo de Arte de San Diego y en la edición anterior del PST, Selene es consciente de la relevancia y la necesidad de que los artistas latinos sigan ganando espacios.  “LACE es el espacio de arte experimental más antiguo de Los Ángeles, fue fundado en 1978 y con ese espíritu fue que se respondió al PST, seleccionando a Beatriz da Costa. La conexión con la cultura latina es muy importante para LACE, porque el grupo de artistas iniciales eran personas que se sentían excluidos de las instituciones y mucho de ellos eran chicanos o mujeres que no tenían entrada a lo mainstream”.

La muestra Beatriz da Costa: (un)disciplinary tactics cuenta con el trabajo curatorial de la mexicana Daniela Lieja Quintanar. Una retrospectiva sobre el activismo político, la tecnociencia, la historia y cómo involucró el arte para también hacer un registro-denuncia sobre la contaminación de California.

“La mayoría de la población de Los Ángeles es  latina, pero eso no está reflejado en las instituciones culturales, en su personal, en quién las dirige. Me siento afortunada de llegar a una institución donde me apoyan a mí y a mi trabajo, pero en Los Ángeles aún falta mucho camino.  Para mí es importante que el arte que presentamos refleje y represente a la gente que queremos que asista, que sea accesible, bilingüe. Por ejemplo, pienso en mis papás, que ellos puedan entender lo que estamos presentando en LACE”, finaliza Preciado.

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