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La mesa inaugural del cuarto Festival Internacional de Poesía Vértice Violeta , que se llevó a cabo hoy, al mediodía, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes de forma híbrida (digital y presencial), estuvo conformada por seis escritoras: Silvia Pratt, Sandra Lorenzano, Nadia Ñuu Savi, Tania Favela, Lizbeth Padilla y Araceli Mancilla, cuyas participaciones fueron moderadas por Leticia Luna y Dulce Chiang.
La primera en tomar la palabra fue la escritora y traductora Silvia Pratt, condecorada con la Orden de los Francófonos de América. “Existen voces de muchas generaciones y muchos países que es importante dar a conocer”, dijo antes de leer cuatro poemas de su libro más reciente.
Le siguió Sandra Lorenzano (exvicerrectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana y beneficiaria del Sistema Nacional de Creadores de Arte en México), quien leyó un texto titulado “Odesa”, donde rastrea el exilio, la historia de su abuela “que estuvo sólo una vez en la perspectiva Nevski, como turista de su propia historia”, la muerte de los judíos en campos de concentración y los teatros bombardeados para volverlos paralelos al contacto entre los amantes. La escritora argentina cita, por ejemplo, las palabras que Luis Cernuda le dedicó a su amante mexicano: “El destierro y la muerte para mí están donde no estás tú”.
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Nadia Ñuu Savi (Premio Nacional de la Juventud 2018 y Premio Juventud Ciudad de México 2019) leyó las versiones en mixteco y español de algunos de los poemas que integran el libro “Tierra mojada”, donde reflexiona sobre la condición femenina:
“Mi padre dice que las mujeres no soñamos,
que aprenda de tortillas y café
que aprenda a guardar silencio.
Dice que ninguna mujer escribe,
soy la niña que lloró la ausencia,
la lejanía y el miedo.
Hoy digo mi nombre en lo alto,
soy una mujer pájaro,
semilla que florece.
Las palabras son mis alas,
mi tierra mojada”.
Tania Favela (profesora en el Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana y antologadora de escritores como Robert Creeley y José Watanabe) describió escenas en las que la vida interior busca manifestarse en medio de lo cotidiano.
Además, le rindió tributo a la poeta Gloria Gervitz, a casi un año de su deceso.
Lizbet Padilla (entre otros premios, ha ganado el Poesía Punto de Partida 1985 y el Concurso Anita Pompa de Trujillo en los XXV Juegos Florales de Sonora 1997) reflexionó sobre la pérdida de lo sagrado y leyó poemas de su plaquete “La última gota de la clepsidra” en los que contrastó el poder del deseo y las enseñanzas de los maestros antiguos de la mística oriental.
Por último, Araceli Mancilla (entre sus libros destaca “Desde la sombra”, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, en su colección “El ala del tigre”) leyó poemas de “La casa del ciervo”, cuyo personaje principal es una mujer que vive en la cornamenta de un ciervo.
“Alguna vez mi hogar estuvo en el costillar de un lobo”, leyó, un lobo que se hizo pasar por su familia.
Por último, Leticia Luna dijo que el encuentro no hubiera sido posible sin la colaboración de la revista “El Gólem”, el Centro de Creación Literaria "Xavier Villaurrutia" y la Coordinación Nacional de Literatura.
En las siguientes mesas del festival, cuyo uno de sus objetivos es alcanzar la equidad de las poetas mexicanas, estarán escritoras como Sara Uribe, Myriam Moscona y Gioconda Belli.
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