El nuevo libro de la antropóloga , titulado “Las culturas autóctonas disponibles para salvar a la humanidad”, ofrece una visión de conjunto sobre las cosmogonías de los pueblos indígenas mesoamericanos que pueden ayudar a las sociedades contemporáneas a tender un puente entre los diferentes elementos de nuestra vida cotidiana y la relación con la naturaleza para protegerla y preservarla.

La obra que es cobijada por el Observatorio Coyuntural Antropológico y editado en el marco del, que hoy se conmemora, es un ensayo interpretativo de carácter histórico y antropológico que analiza el pasado de las culturas mesoamericanas y las enlaza con la actualidad, asegura la autora.

“El pasado entendido como este México antiguo que fue verdaderamente una civilización única en el planeta, de las poquísimas civilizaciones que tuvieron grandes logros en términos materiales, tecnológicos y espirituales, pero este libro hace énfasis sobre todo en la relación con el entorno, con el medio natural, con el medio físico, con el medio ambiente”, asegura la antropóloga e historiadora, quien enfatiza el valor de la reciprocidad que se tejió desde siglos atrás entre los pueblos originarios y la propia naturaleza.

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Para ella, la relación de nuestros antepasados con la naturaleza y su entorno ambiental, son el gran valor que las sociedades contemporáneas podemos aprovechar para salvar al plantea.

“La naturaleza se traduce, no en el beneficio propio e individual, sino en el bienestar colectivo, el cual se encarna en su memoria histórica, en las creencias, en el trabajo, en sus prácticas cotidianas, en sus fiestas religiosas y en la relación de respeto equidad frente al entorno y los elementos del mundo natural”.

Foto: Especial.
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Urroz Kanán pensó en un ensayo muy breve, de divulgación, dirigido para el público general, amplio y nada especializado, que ofrezca una introducción a la antropología de los pueblos indígenas del pasado, pero que está vigente. “Tan estrecha fue esa relación y ese vínculo con los elementos de la naturaleza que hubo un culto y una veneración a esos elementos, que aún permanece en estas organizaciones comunitarias o pueblos tradicionales, de los cuales tenemos mucho que aprender, sobre todo hoy en día que vamos rumbo al deterioro absoluto del aire, del agua y del suelo”.

La también autora de “Mapas de México: autores y contextos”, asegura que hay una vigencia porque ese acervo de conocimientos antiguos es un legado que todavía existe, los mismo que existe la memoria histórica, la sabiduría y sobre todo las formas comunitarias en donde todos trabajan, porque se asumen y saben, consciente o inconscientemente, pero se asumen como parte de un planeta que está vivo y en ese sentido hay todavía una reciprocidad con el entorno natural.

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“Los estudios antropológicos nos muestran que los lugares en México donde son reservas de conservación, cuencas hidrológicas donde se capta el agua, por ejemplo, ya sea por infiltración o por presas, y las reservas ecológicas, está correlacionado con pueblos de lenguas indígenas; es decir, ellos son los custodios, los guardianes de esos espacios, donde todavía se respeta para su sobrevivencia y para la reproducción social y cultural de sus pueblos, pero además es el resultado de todo este legado del pasado que tenemos que recuperar”, señala Urroz.

Su libro “Las culturas autóctonas disponibles para salvar a la humanidad”, es un llamado a los lectores a informarse, valorar y respetar, pero además es un llamado a proteger; “estas comunidades precisamente son los guardianes de estos sitios, donde todavía son los grandes lugares de biodiversidad que nos queda en México; son una pista para conocer estas formas de organización comunitaria asociados estrechamente con el mundo natural, una pista son las lenguas indígenas”.

Su propuesta con este ensayo que será distribuido de manera gratuita y se podrá descargar, pero además ya se está traduciendo a al menos diez lenguas indígenas como el náhuatl, el zapoteco y mazatleco, es un llamado a voltear a ver esas comunidades que son ejemplo de relación y cuidado de la naturaleza.

“Hacerlo nos sacará de nuestras propias creencias y de creer que nosotros estamos en el camino correcto, cuando ya corroboramos después de la pandemia, que el planeta sí está vivo, pero que hay que irlo respetando y que está vinculado el componente social con el mundo natural. Cuando uno está abierto a conocer aspectos filosóficos de otras formas de vivir podemos obtener mejores resultados”, concluye Raquel Urroz Kanán.

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