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Bogotá, Col. —Hay una pregunta rondando en Bogotá Fashion Week: ¿Cómo es el diseño de moda latinoamericano? El historiador William Cruz Bermeo, profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana y autor de Desviste a la moda, reflexiona sobre el tema.
“El tema de la moda masiva en América Latina tiene que mirarse desde el lado de las políticas económicas y situarse contextualmente en lo que se llamó, en los 90, el acuerdo de Washington, que fue una invitación a que las naciones latinoamericanas abrieran sus economías al mundo”, dice el maestro en artes plásticas en una conferencia realizada en Ágora Bogotá.
Explica que antes de esa apertura económica de Colombia, no se percibía al mercado como de moda, sino como industria de textiles. “Nosotros teníamos una producción serial de moda masiva de la cual quizás no éramos conscientes porque básicamente significaba que el mercado mayoritario de la moda se abastecía con producción nacional. Por ejemplo Medellín era el centro de la moda y ser el centro de la moda era literal llegar en buses a comprar cantidades. Era el momento en el que también se estaban abriendo las escuelas de diseño, pero creíamos que el valor estaba en parecernos a Europa”, dice Cruz sobre el antecedente de lo que es hoy una industria que ahora se mudó a Bogotá y genera más de 216 mil empleos formales.
“Hay diseñadores que se sienten más cómodos con una idea clásica de lo que es Latinoamérica, que tiene que ver con el color, el brillo. Pero esa comodidad la percibo como reciente”. Otro asunto que percibe en la actualidad es la complejidad de la crítica de la moda dentro de Latinoamérica y cómo los conceptos se han llevado a extremos radicales.
El experto pone como ejemplo el caso de la polémica colección crucero 2024 que presentó Dior en México, en colaboración con artesanos mexicanos y la artista Elina Chauvet. “Cuando uno revisa las críticas que se hicieron, como que las feministas no se sentían representadas o que se cuestionara que alguien de fuera mostrara lo que se hace adentro y a la vez teniendo a la artista explicando, creo que representa un estado del nivel de complejidad en el que está la crítica y el punto extremo al que hemos llevado ciertos conceptos. La apropiación cultural existe, pero el problema es analizar sin contexto y bajo ese filtro analizar lo del pasado. Los vestidos bordados de Dior fueron interpretados como una romantización de la violencia a la mujer. El arte, el cine y la literatura te puede hablar de realidades complejas, pero cuando la moda lo hace es otro tema por la relación tan soslayada que tiene con la frivolidad y que es supuestamente superflua”, reflexiona.