La pieza performática o es descrita por su directora y productora, la artista multidisciplinaria Minerva H. Trejo, como un performance, una experiencia de inmersión o una especie de meditación colectiva no guiada. Una forma de comprender Alu*Cine... es remitirse a la llamada dreamachine del artista Brion Gysin, dispositivo que, mediante pulsos de luz recibidos a cierta velocidad determinada por un usuario con los ojos cerrados, se induce un estado de sueño lúcido.

Aunque Trejo —quien fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y actualmente dirige la, en la que coinciden el arte, la ciencia y la tecnología— cuenta que, a la hora de desarrollar la pieza no tenía conocimiento de la obra de Gysin, varias personas le hicieron ver la coincidencia entre ambos trabajos.

El mayor paralelismo es que en Alu*Cine... literalmente, se proyecta una película, arte visual de de Trejo, sobre el espectador. El público se convierte en la pantalla, mientras que, en cada sesión, el canto de Vania Fortuna, sus procesos vocales —sin la mediación de palabras— y los paisajes sonoros que teje crean una atmósfera en vivo.

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"Lo que estamos haciendo en realidad no tiene referencias. Parte un poco de la idea de los sueños lúcidos y cómo las frecuencias cromáticas, la luz, cierta longitud de onda afectan el cuerpo, las emociones, la percepción y el imaginario", detalla la artista y cuenta que la pieza es resultado de una investigación que inició hace más de 20 años sobre el efecto de los colores en el cuerpo.

"En un inicio no pensé que se tratara de una pieza en la que se tuvieran que cerrar o abrir los ojos. Digamos que esta primera investigación tenía que ver con el reconocimiento del pulso cardíaco y cómo éste iba generando variaciones cromáticas y sonoras. La aceleración o la disminución del ritmo terminaba por generar una cierta hipnosis en la persona", continúa.

Lo que el equipo creativo ha hecho en Alu*Cine... —con dirección escénica de Ezequiel Steinman, fotografía de Roberto Rojas Madrid, y los cocreadores: Nayla Altamirano, Myriam Beutelspacher Alcántar, Alejandro Ortiz González y el ya citado Steinman— consistió en armar una dramaturgia que indujera al viaje interior. Una primera premisa, cuenta, era que el espectador se reconociera introspectivamente, por lo que al terminar la performance, éste reflejaba su estado interior más allá de los estímulos artísticos recibidos desde el exterior. Una forma de apelar directamente al espectador, quien llega al recinto, se para frente a los artistas y queda suspendido en un momento de entrega total con los ojos cerrados.

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La pieza se presentará hasta el 31 de mayo, a las 18:00 horas, en el Foro Alternativo del Centro Cultural Helénico. El cupo está limitado a 50 lugares por función. La edad mínima recomendada es de 12 años. La entrada es libre y los boletos se entregan a partir de las 17:30 horas.

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