En 2006, cuando el escritor peruano inició la promoción de su novela “ Abril rojo ” pensaba que ese thriller protagonizado por el fiscal distrital Félix Chacaltana Saldívar que se enmarcan en los últimos años de la historia sangrienta de Perú con Sendero Luminoso y un gobierno marcado por la corrupción sólo tenía que ver con Perú, pero de inmediato se dio cuenta de que era una historia que hablaba de América Latina , y que con sólo cambiarle con dos o tres nombres, podría ocurrir en cualquier país de nuestra región.

Hoy, 15 años después de la publicación de esa novela que marcó el debut exitosísimo de Roncagliolo en la literatura, esta novela que ya es un clásico contemporáneo le confirma al escritor nacido en Lima, en 1975, que la situación latinoamericana actual, por desgracia, es mucho más parecida a la que pinta la novela que la que había hace 15 años cuando la publicó.

“Hace 15 años cada vez que llegaba a un país a promover la novela ahí estaba Hugo Chávez , que tenía una gira más grande que la mía y era como un rockstar, él era como el extremo y del otro lado estaba el sistema democrático en pleno. Hoy en día ahí siguen los herederos de Chávez: Maduro y Ortega pero del otro lado están los Bukele, los Bolsonaro, de manera que tenemos una América Latina más polarizada, más enfrentada y más dividida de la que había hace 15 años”, señala el narrador.

Leer también:

Santiago Roncagliolo, quien en 15 años –luego de un empantanamiento que vino con un éxito tremendo que tuvo “Abril rojo”— ha conformado una narrativa que explora su gran tema que es el mal y el daño que nos hacemos los seres humanos como en la más reciente “Líbranos del mal”, y en “El amante uruguayo”, “Memorias de una dama” y “La cuarta espada”, habla de nuevo de esta historia que asegura es más actual ahora qué cuando salió, “habla de un territorio dividido entre dos bandos que solo conciben acabar con el otro y la América Latina de hoy se parece más a eso que hace 15 años”.

¿La Semana Santa era el marco ideal donde podías hablar del mal y del bien?

-La Semana Santa representaba esa cualidad cíclica de la violencia en América Latina, cada año hay una celebración de la muerte en una cruz, la muerte en un instrumento de tortura , es la gran fiesta alrededor de la cual se reúnen los fieles; y sin duda la violencia es un tema latinoamericano, lo ha sido siempre, América Latina vive siempre en una espiral de violencia de la que no puede salir, una violencia que fue guerrillera, luego fue del narcotráfico, luego fue violencia común, pero no se destruye nunca sólo se transforma en otro tipo de violencia.

Lo que le pasa a Chacaltana es que él empieza considerando que trabaja para los buenos y conforme avanza la novela se empieza a preguntar quiénes son los buenos pues los dos son iguales de violentos, y creo que eso es un proceso que a todos nos ocurre cuando profundizamos en la historia de la que venimos, todos venimos de derramamiento de sangre; pongamos sólo desde la guerra de Independencia, por ejemplo, todos hemos decidido que hay cierto derramamiento de sangre que nos parecen bien, que sus víctimas nos importan menos que su objetivo; pero cuando todos creen en eso en una sociedad, sólo hay víctimas y ninguno llega a cumplir su objetivo.

¿Tendemos a situarnos en un bando, en un polo de la historia?

-Tendemos a pensar que los criminales de nuestro lado son héroes y que los criminales del otro lado, esos sí son criminales. Eso tiene que ver con la naturaleza humana no con el Perú en particular. Lo me interesaba es cuando hay una guerra en la que todos han decidido que es necesario matar a sus rivales y luego de esa guerra aparece un asesino en serie ¿quién puede ser si todos tienen las manos manchadas de sangre?, ese es un poco la exploración del policiaco, de la novela criminal, de la novela negra. Lo que hace el fiscal Chacaltana es, en el fondo, una exploración por una sociedad donde ya nadie es inocente, y él mismo pierde la inocencia. La historia de Chacaltana es la historia de su pérdida de la inocencia, de cómo él mismo también se va convirtiendo en un monstruo.

Me interesa la humanidad de los monstruos, todos mis libros tratan de explorar cómo es que gente que fue buena, noble e incluso idealista, se convirtió en monstruosa.

“América Latina vive una espiral de violencia y no puede salir”, dice Santiago Roncagliolo
“América Latina vive una espiral de violencia y no puede salir”, dice Santiago Roncagliolo

EL DATO
Sobre la guerra entre el ejército y Sendero Luminoso, en tiempos de Fujimori

¿En menos de una semana él se da cuenta que es un monstruo, no necesitamos años para saberlo?

-Mientras revisaba la novela pensaba “qué sangriento es esto, yo no soy tan sangriento”, creo que aprendí a ser más elegante con las novelas siguientes donde las cosas ocurren de una manera más velada. En ese momento era muy explícito pero también recuerdo que era parte del proceso mientras la escribía, quería que estés como lector harto de sangre, que llegue un momento en que digas: “ya basta”, y no basta, sigue y sigue. La Semana Santa como estructura narrativa me permitía que siempre hubiese un nuevo crimen cada vez más espectacular, un crimen decorado en esa celebración de la muerte, un poco en el estilo del asesino de “Seven” que los decoraba según los pecados capitales o “From Hell”, la historieta de Alan Moore que hablaba de Jack el destripador , me interesaban esas figuras de asesinos que al final representan a toda una sociedad en la que todos se han vuelto asesinos, en la que no se trata solo de descubrir quién es el culpable sino que vas descubriendo que toda la sociedad es culpable.

¿Es también una gran mirada a la injusticia, la ilegalidad y la corrupción?

-Sí, sin duda yo creo que Chacaltana tiene poco claro, cómo le pasa a muchos empleados públicos que trabajan en zonas complejas de América Latina, qué es lo bueno y qué es lo malo, de hecho para estar seguro de no equivocarse él sólo cumple con su trámite y en eso es un detective muy curioso dentro de la literatura criminal porque es un investigador que no quiere investigar, que no quiere saber nada de lo que ocurre, que solo quiere llenar su papel, decir que él ha cumplido y cerrar el expediente, pero la realidad le explota en la cara y lo va arrastrando a lugares que él hubiera preferido no ver. Creo que eso representa mucho de cómo somos las sociedades latinoamericanas, preferimos escoger nuestro bando e ir con él a muerte, decir estos son los míos y tienen razón.

Me gusta justamente que te pongan enfrente lo que no quieres ver de tu sociedad, de ti mismo como ser humano, de nuestra historia. Me gusta que cada novela ponga el dedo en una llaga y te haga preguntarte a ti como lector si tú eres mejor que esos personajes que hacen cosas terribles y si tú hubieses estado en su lugar, en su vida, en su bando si no habrías sido tú ese.

Leer también:

¿Cómo te recuerdas en ese proceso de escritura recuperando momentos de la historia peruana?

-Siempre me ha fascinado cómo la literatura habla de cosas que ni siquiera sus autores controlan por entero. Cuando yo leía “Sostiene Pereira”, de Tabucci, que fue una gran influencia para este libro, hablaba de la dictadura portuguesa de los años 40 o 50 pero a mí me hablaba del Perú de los 90; cuando leía a Alan Moore en “From Hell”, que habla sobre Londres del XIX, me hablaba de la división de clases y del enfrentamiento de clases del Perú. Es algo que me ha gustado mucho con mis libros, encontrar que los lectores de muchos países encuentran sus propios temas en mis historias y creo que esa es una de las cosas más hermosas que te pueden ocurrir como escritor.

¿Y como latinoamericano qué sientes con esta actualidad que sigue ahí?

-Yo siempre escribo de lo que no me gusta y de lo que no queremos ver y de lo que no queremos hablar. Ahora ya se habla mucho más en el Perú, incluso se ha vuelto a crear un clima de guerra cultural alrededor de la memoria histórica , pero cuando está novela apareció era un tema tabú. Creo que eso es parte de lo que hago con mis libros, tratar de rasgar los silencios, tratar de poner los dedos en la llaga, tratar cosas que no queremos ver de nosotros mismos, de nuestros países; por eso siempre me meto en líos también, siempre hay vetos, gente tratando de pegarme, denuncias, ya me he acostumbrado a que todos mis libros causen reacciones muy potentes. Es incómodo, yo preferiría que no fuera así, pero también significa que los libros tienen aún un poder, el poder de inquietar, de incomodar, no me gustaría hacer una literatura cómoda o banal, me interesa poner delante de ti lo que no quieres ver de ti misma.

¿Mostrarnos nuestras monstruosidades o monstruosidades de la que somos parte?

-Cierto, todos somos un poco el fiscal Chacaltana. Me interesa que mis libros suenen, nos hagan lo que a él le pasa, que es obligarnos a ver lo que no queremos ver y preferiríamos no verlo porque es posible que no seamos tan buenos como creemos, incluso es posible que formemos parte de un grupo que ejerce violencia aunque creamos que somos pacíficos, y ese proceso de descubrirlo y asumirlo es para volver a pensar quiénes somos, que es lo que le pasa a Chacaltana, y es lo que a mí me gustaría con mis libros que les pase a los lectores.

¿Para asumir nuestra responsabilidad y no ser cómplices?, ¿hacerlo nos ayudaría a salir de esta espiral de violencia que parece no tener fin?

-Creo que cada vez tenemos sociedades más enfrentadas en todas partes, creo que cada vez creemos menos en la justicia de las democracias y eso hace que tengamos miedo porque no hay un plan b, no sabemos muy bien cuál es la otra posibilidad y entonces nos aferramos a nuestro grupo. Nosotros somos de izquierda o somos de derecha, o somos nacionalistas de aquí o allá, o evangélicos o ateos, pero los nuestros son los que tienen razón y nos cerraremos a ello, dejaremos de pensar que podemos convivir con otros.

¿Hay un antes y un después de “Abril rojo”?

-Ha sido fundamental pero también luego de ella fue difícil tener una carrera porque ocurrió muy temprano y con un tipo de libro muy político que no necesariamente quería yo quedarme haciendo abriles rojos para toda mi carrera, fue saber que podía escribir otras novelas, escribir de otros temas; seguir teniendo lectores y seguir teniendo capacidad de proponer cosas nuevas fue muy duro, requirió mucho trabajo y creer mucho en mí, en lo que yo quería crear, en mi propuesta. Fue muy importante pero también me planteó problemas que antes no tenía: ¿Cómo sobrevivir a algo qué tiene tanto éxito?

Pero lo lograste y estás aquí y en cada novela das un golpe duro

Seguimos aquí y seguimos vivos y metiéndonos en líos.

Leer también: