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Pedro y Juana es un estudio de arquitectura y diseño en México que este año ganó el Young Architects del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York. El equipo es liderado por Ana Paula Ruiz Galindo y Mecky Reuss.
Ana Paula afirma: “Somos todos y nadie”. “El autor de cada proyecto se difumina un poco entre todos los que participan. La disciplina depende mucho de la colaboración entre muchas profesiones que entran en la producción de cultura”, agregó Reuss.
Tras estudiar la licenciatura en arquitectura en la Ibero, Ruiz Galindo se trasladó a Los Ángeles para hacer su maestría en el Southern California Institute of Architecture. Ahí conoció a Mecky Reuss, también arquitecto, originario de Holanda, y su futuro socio fundador en Pedro y Juana.
Entre sus creaciones destaca la mesa Hellmut (que se puede transformar en una banca), diseñada para la inauguración del Museo Jumex y la cual formó parte del programa “What is the role of the Contemporary Museum?” En el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago (MCA por sus siglas en inglés) presentaron su instalación From the Tropics with Love, un jardín urbano con 221 macetas y lámparas que subvierte la realidad del frío clima de esa ciudad. En el marco de la Biennal de Arquitectura de Chicago de 2016 rediseñaron la Randolph Square, del Centro Cultural de Chicago —cuya demolición fue impedida gracias a la oposición de los ciudadanos—, conocida como la sala de estar pública de la ciudad.
Jóvenes y desenfadados, Ana Paula y Mecky desean que cada quien cree su propia calificación e imagen de sus proyectos y de la identidad de Pedro y Juana, aunque aseguran que les gusta jugar con cierto humor. De hecho, para bautizar el estudio buscaban nombres comunes de México, que sonaran bien y que de alguna manera fuera simpático.
“También nos gusta que otras personas cuenten una narrativa a partir de una de nuestras creaciones”, dice Ana Paula. “Todo lleva una narrativa en su creación y en la vida activa del objeto. El objeto tiene una vida anterior que es contada a través de los materiales que lo componen”, agrega.
La innovación también se refleja en su definición de arquitectura: “Creo que la arquitectura a veces se puede entender como una disciplina muy rígida, la que hace únicamente edificios que están, duran y se preservan. En cambio, nosotros la entendemos como algo en constante movimiento, es algo que nos gusta empujar, probar cuáles son realmente sus límites”, define Ana. “Estamos básicamente buscando los límites de la arquitectura en toda la periferia de la producción cultural para encontrar lo que nos interesa fuera de lo que se considera arquitectura”, amplía Reuss.
En Pedro y Juana no se dedican sólo a la producción de un bien inmueble, sino a la construcción dentro de una sociedad y una cultura que se da “casi a través de actos políticos y no en un espacio vacío”. Les interesa el espacio y qué sucede dentro de él. Así es como también llegaron al diseño de muebles, porque “la arquitectura es construcción de cualquier objeto que afecta el espacio en el que se encuentra”, afirma Ruiz Galindo.
Los arquitectos decidieron mudarse a la Ciudad de México, donde a pesar de batallar para conseguir proyectos grandes, la ciudad les ha ofrecido dos mundos para el área creativa: el industrial (como la aeronáutica y la automotriz) y el artesanal.
Del escultor Jorge Pardo aprendieron sobre la creación con sus propias manos, característica que da identidad a Pedro y Juana.
“La industria tiene un nivel muy alto, pero aun así están los procesos artesanales que están más establecidos y vivos que en otros países que, se supone, son más desarrollados. En conjunto crean resultados que en otras partes del mundo no se podrían. Venir a México no era una decisión porque ofrece esto, fue resultado de lo que hacemos. Una ventaja de estar aquí es que hay muchos despachos de herreros y carpinteros accesibles para diseñadores que están empezando, pues en otros lados costaría mucho más desarrollar prototipos. Además es una ciudad increíble”, dice Reuss.
Apoyo a talentos emergentes. Young Architects fue fundado por el MoMA y el MoMA PS1 (sede del museo dedicada al arte contemporáneo) de Nueva York. El programa ofrece la oportunidad a talentos emergentes de presentar proyectos innovadores de arquitectura. Cada año los ganadores deben diseñar y montar una instalación temporal en el PS1, la cual debe proveer sombra, un sitio de descanso para visitantes y agua. Este año el reto es de Pedro y Juana.
Ante este triunfo, en los arquitectos hay emoción y nervios. “Estamos muy emocionados de poder trabajar en el verano en una institución como el MoMA, por lo que representa, y ¡en Nueva York! También el nerviosismo viene por la gente que ha participado en años pasados, han estado arquitectos increíbles a los que admiramos mucho, eso hace que nos pongamos en la posición de comprobar si realmente podemos hacer lo que propusimos. El ganador debe construir su instalación, entonces ahí vienen más retos porque es la primera vez que estamos en Nueva York, vas aprendiendo cosas que cada país y estado tienen, lo que lo vuelve interesante y difícil”, comenta Ana Paula sobre los retos de construir en otro país.
El proyecto ganador se llama Hórama Rama y consiste en un ciclorama, como el que la gente del siglo XIX visitaba para ver panoramas de espacios lejanos y eventos históricos que se reproducían en un edificio a través de una imagen continua que resultaba ser absorbente. La imagen del ciclorama es creada a forma de collage e inspirada en las selvas del sur de México. Para la estructura, que mide 29 metros de diámetro y 11 de altura, se utilizará madera reciclada. La instalación cuenta con hamacas realizadas por Entre Nudos, compañía de Yucatán que trabaja con reclusos y cuyas ganancias son para sus familiares; y una cascada que representa uno de sus principales retos, ya que aún no encuentran una bomba de agua con la potencia necesaria para su altura.
“Hórama Rama quiere ser disruptivo en su contextualidad. Queríamos romper con el contexto trayendo un objeto extraño a Queens. El barrio ha ido cambiando, están construyendo muchos condominios, entonces queríamos proteger y crear un espacio que no reconociera su exterior. Quisimos llevar una jungla, algo completamente ajeno a esta zona. Transformar el skyline y la urbanización que se da dentro de Nueva York. Una vista al interior de una jungla es una imposibilidad ahí. En ese absurdo queríamos jugar con la idea de crear espacios fake, sintéticos”, explican.
“Estamos empujando espacios que van de cierta normatividad a otra. Un espacio público en un museo lo convertimos en parque, lo pasamos al exterior y lo colgamos del techo. Le damos la vuelta a las nociones de cómo deben de ser las cosas”, dice Reuss.
Junto con esta nueva experiencia neoyorquina, los arquitectos ahora dan clases por primera vez en la Universidad de Columbia, lo que definen como “un reto intelectual” porque los obliga a reflexionar y a ir más profundo en su propia área.
Pedro y Juana ya trabaja en su nuevo proyecto: remodelar el edificio Turín 42, en la colonia Juárez, inmueble catalogado como patrimonio cultural. Tras tres años de conversaciones legales y papeleo con el INBA, que definieron como “un serpenteado mundo maravilloso de burocracia kafkiana”, ya iniciaron trabajos en donde también tomaron el rol de desarrolladores, con la idea de ofrecer arquitectura de calidad, sin impedimentos a los que se enfrentan los arquitectos: la avaricia y corrupción.