La fotógrafa Lourdes Grobet, quien con su mirada captó desde la intimidad de un luchador hasta la unión de una familia en el Estrecho de Bering, pasando por el Laboratorio de teatro campesino, falleció ayer, a sólo 10 días de cumplir 82 años. La noticia fue confirmada por sus hijos Alejandra, Xavier, Ximena y Juan a través de redes sociales: “Ha emprendido su viaje galáctico más allá del estrecho de Bering”.
Grobet partió a seis días de haber recibido la Medalla de Bellas Artes, como parte de un homenaje organizado por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Sin embargo, la creadora no estuvo presente, fue su hija quien recibió el galardón y presenció la inauguración de la exposición y presentación del libro titulados Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena. Medio siglo de historia. Esa publicación era lo que ella realmente consideraba homenaje, pues afirmó que la presea debía ser entregada a “los pueblos”, dijo entonces Lucina Jiménez, titular del INBAL.
Singular, crítica, consciente del tiempo que le tocó atravesar y conocedora de que “en la diferencia surge la identidad”, así fue como el curador Víctor Muñoz describió en el homenaje a Grobet, quien además de fotografía y documental, también hizo arte plástica, instalaciones, por ejemplo "Confetti" (1975-2013) y "A la mesa" (1973); acciones, como "Walking Exhibition" (1977), y "Arte visual". De sus series fotográficas son famosas "Lucha libre", "Teatro Campesin"o y "Paisajes pintados". También hizo arte objeto con piezas como "Vestido fotográfico", "Collar fotográfico" y "Textil fotográfico".
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“Creo que lo que ella en realidad hizo se relaciona con un intento, muy afortunado, de aproximar su mirada a las artes visuales, no sólo a la fotografía, pero con una visión estrictamente autónoma”, explica en entrevista Sergio Raúl Arroyo, exdirector de la Fototeca Nacional, curador de la exposición y autor del libro homónimo México a través de la fotografía (Taurus).
Arroyo afirma que Grobet y los fotógrafos de su generación, como Pedro Meyer y Lázaro Blanco —con quienes, junto a Raquel Tibol, fundaron el Consejo Mexicano de Fotografía—, rompieron “con la visión academicista” de la fotografía. La obra de la fotógrafa nunca “se detuvo para ser reconocible o tomar una identidad”, dice el investigador. Sin embargo, hay una característica en su trabajo: el tiempo que le dedicó a cada uno de sus proyectos.
“Sus pasiones fueron pasiones de años, como lo fue el "Teatro Campesino", Bering; fue una persona excepcional, fuera de serie, con una devoción por aquello a lo que se entregaba”, dice la editora y fundadora de Trilce, Deborah Holtz, quien trabajó con Grobet en diversas ocasiones.
Holtz explica que el objetivo de la fotógrafa no era captar la imagen más hermosa o aplaudida, “sino que quería reflejar un mundo completo, y para hacerlo ella se volvía parte de ese mundo”.
Bien dijo en el homenaje Muñoz que “cuando Lourdes inicia un proyecto fotográfico, deja correr el objeto fotográfico y su acción procura no imponer una visión”, y así fue como Grobet capturó a luchadores como al Santo (a quien consideró uno de sus maestros más influyentes) comiendo tacos de guisado, al Brazo de plata probando la comida de su mamá directo de la cacerola, a las luchadoras maquillándose en los vestidores o las reacciones del “respetable” público.
Estas fotografías forman parte del libro Espectacular de lucha libre (Trilce Ediciones, 2005), que se ha traducido al inglés y al francés y del que surgió una exposición del mismo nombre que llevó el trabajo de Grobet al extranjero: Malasia, Portugal y Ámsterdam. Pero fue un libro que estuvo a punto de no realizarse.
“Ella llevaba más de 10 años con su portafolio bajo el brazo, tratando de que alguien quisiera editarle un libro. Todo mundo la rechazó porque la lucha se consideraba de nacos y un deporte violento”, cuenta Holtz.
La editora destaca que Lourdes Grobet fue una pionera porque antes nadie se había ido a meter a la casa de los luchadores. “Tenía esta pasión antropológica” que la diferenciaba de los otros fotógrafos, dice Holtz.
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Al respecto, Sergio Raúl Arroyo considera que más que una fotógrafa, Lourdes Grobet fue una investigadora “que estuvo viajando constantemente, tratando de abrir ventanas en el planeta, en el de todos, pero también en su planeta subjetivo, que fue un sitio abierto a muchísimos espacios”. Por esa misma razón, el experto en fotografía no es partidario de encasillar a la fotógrafa en el tema de la lucha libre que considera “sólo fue un pretexto para romper con la “solemnidad de la fotografía artística”— para así poder observar su “universo con múltiples realidades, entre la que se encuentra el territorio, cuya mayor muestra está en las expediciones a Bering”.
Y fue Bering otro de sus proyectos más destacados y largos, pues durante más de 10 años estuvo realizando expediciones al estrecho de Bering para reencontrar a una familia que había sido dividida durante la Guerra Fría. Este proyecto dio como resultado un trabajo audiovisual que fue exhibido en el Museo Quai Branley, en París, y también un documental con el mismo título, lanzado en 2013 y ganador del Premio Ariel al Mejor Largometraje documental.
“En los proyectos cinematográficos documentales más recientes sobre Bering nos entrega Lourdes Grobet una melodía visual de largo aliento, nutriente de humanismo y (...) de ternura”, dijo Víctor Muñoz en el homenaje a la fotógrafa.
“Emprende proyectos inmensos y no cesa hasta que logra el cometido y sigue. Nosotros íbamos a empezar a trabajar precisamente en el libro de Bering con ella. Yo tengo ese compromiso con ella porque se lo prometí, que voy a hacer ese libro pase lo que pase”, asegura Holtz, quien agrega que también se estaba trabajando en una nueva exposición sobre las fotografías de lucha libre; además se reeditará Espectacular de lucha libre.
Lourdes Grobet, quien a lo largo de los años padeció problemas en el hígado y cáncer de páncreas, será despedida hoy en el Salón Los Ángeles, informaron sus hijos y autoridades culturales en redes sociales. “No hay nada más anti-Lourdes que una funeraria o un velorio, hay que celebrar la vida de Lourdes a todo lo que da, como ella la vivió”, concluye Holtz.
“Su creatividad, rebeldía, ímpetu, resistencia y generosidad nos muestran de qué están hechas las grandes creadoras. Queda un legado rico y diverso por conocer y explorar. Buen viaje, querida caminanta”, expresa el fotógrafo Ernesto Ramírez.
Autoridades culturales como la Secretaría de cultura, el INBAL, la Fototeca Nacional, museos como el MUAC y El Estanquillo expresaron sus condolencias, a las que se sumó el Consejo Mundial de Lucha Libre.
Con información de Yanet Aguilar.
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