Texcoco, Méx. —En 1539, Fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de la diócesis de México, ordenó destruir parte de las esculturas y del complejo arquitectónico que construyó el Rey Poeta Nezahualcóyotl en el Cerro de Tetzcotzinco; 481 años después se registró otro daño en el acueducto, considerada una de las obras hidráulicas más importantes de la época prehispánica que data del 1200 al 1521 d.C.

Y como hace 481 años, según los registros históricos, fue la mano del hombre la que ocasionó el deterioro en el acueducto que en el 2002 fue declarado Monumento Arqueológico por la Presidencia de la República.

El 14 de julio pasado, el celular de Rosana Espinosa Olivares, directora de Cultura del ayuntamiento de Texcoco, recibió un mensaje de un vecino de la región del Cerro del Tetzcotzinco, donde se encuentran los Baños del Rey Poeta Nezahualcóyotl.

El texto explicaba que una máquina retroexcavadora partió el acueducto que usaba el Rey Nezahualcóyotl para trasladar agua de un manantial al Cerro de Tetzcotzinco, donde se encuentra, además de Los Baños, el que era considerado en ese momento el Jardín Botánico más importante de Latinoamérica.

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Cuando llegó personal del ayuntamiento al sitio ubicado en el paraje Caño Quebrado, localizado a unos cinco kilómetros de distancia del Trono del Rey Poeta y que forma parte de la zona arqueológica del Cerro de Tetzcotzinco, se dieron cuenta de la gravedad de los daños.

Debajo de una loma verde rodeada de árboles, por donde se conectaba el acueducto con el Cerro de Tetzcotzinco para llevar agua, los funcionarios locales encontraron la obra prehispánica partida en un tramo de entre 10 a 12 metros de largo.

“Los vecinos nos comentaron que tenían la intención de adecuar y de ampliar unos terrenos que están en una colina para que fueran de uso de cultivo, querían nivelar la colina, aplanarla como una terraza”, contó la directora de Cultura de Texcoco.

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Aunque ya no tenía la utilidad para la que fue concebida por el rey texcocano desde tiempos de la Conquista, según Rosana Espinosa, “el valor histórico para los mexicanos y para los residentes de la región es invaluable, pues en ese espacio además de los Baños del Rey, también está el Baño de la Reina, El Trono del Rey, La Fuente A, Las Maquetas, Plaza de las Danzas y el Templo a Tláloc, por mencionar algunas estructuras.

El valor histórico del sitio, señala el INAH, está en que fue conocido por sus vastos jardines que lo rodeaban y su complejo sistema hidráulico. “Sin embargo, también fue utilizado como lugar de retiro y meditación de Nezahualcóyotl, centro de observaciones astronómicas y para la conmemoración y realización de rituales de carácter socio-políticos y religiosos”.

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La presidenta municipal de Texcoco utilizó “daño irreparable” como primer calificativo cuando vio la afectación que sufrió la obra hidráulica.

Pero en esas comunidades que rodean las 112 hectáreas que comprenden al Cerro de Tetzcotzinco nadie quiere hablar formalmente de lo ocurrido.

Los habitantes que andan por los caminos que conectan con el sitio no contestan preguntas sobre el tema, nadie señala en dónde está la zona donde se presentó la afectación, menos a los extraños que los interrogan.

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“Los habitantes de estos pueblos se cuidan entre ellos, dicen que como se rigen por sus usos y costumbres nadie les va a decir lo que tienen qué hacer, entonces por más que uno les pregunte, no cuentan nada”, dijo un policía municipal que realiza recorridos por la comunidad de San Pablo Ixayoc.

Después de que la máquina retroexcavadora causó los daños a la obra hidráulica, las autoridades texcocanas presentaron una denuncia sobre el daño al patrimonio cultural e histórico de este municipio.

“Se instruyó a la Dirección de Cultura del ayuntamiento de Texcoco, junto con el cuerpo Jurídico y de Desarrollo Urbano, para que con el apoyo de un equipo de arqueólogos valoren estos daños e investiguen la forma de repararlos en la medida de lo posible, para recuperar este sitio de gran importancia turística y cultural”, dijo entonces la alcaldesa.

El ayuntamiento no autorizó que se realizaran obras en esa zona del poblado de San Nicolás Tlaminca, por lo que personal de Desarrollo Urbano acudió al lugar para clausurar los trabajos que realizaban los habitantes.

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Para escapar de la ciudad

“Lugar hermoso y apreciado” sería la traducción en náhuatl de Tetzcotzinco y no fue una exageración de los nativos llamar de esa manera a ese sitio que se encuentra a 38 kilómetros de distancia de la Ciudad de México.

Los visitantes que se escapan de las aglomeraciones para evitar contagios de Covid-19 llegan al Cerro de Tetzcotzinco para subir por sus escalinatas y caminar a más de 2 mil 600 metros de altura sobre el nivel del mar.

A esa altura, como lo hacía el gobernante texcocano, observan gran parte del Valle de México. Con el cielo despejado se puede apreciar desde el antiguo Lago de Texcoco, hasta los altos edificios de la capital del país.

El sitio, considerado una de las mayores obras de ingeniería hidráulica de la época prehispánica, destaca por su arquitectura e imponente belleza geográfica, destaca el INAH.

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En el paraje Caño Quebrado, donde se registró el daño del acueducto, no hay vigilancia. Unas cintas de plástico que colocaron las autoridades para delimitar el área afectada es lo que separa al proyecto hidráulico de los caminos de terracería que lo rodean y que fueron realizados por los lugareños.

Cinco custodios del INAH, según contó uno de ellos, se encargan de vigilar todo la zona del Cerro de Tetzcotzinco. Antes de las 13 horas, uno de los vigilantes ya había hecho dos veces el recorrido a pie del Trono del Rey al Caño Quebrado, aproximadamente caminó 20 kilómetros.

Carlos, un residente de Texcoco que regularmente va una o dos veces por semana al Cerro del Tetzcotzinco, en compañía de su esposa, lamentó las condiciones en las que se encuentra el sitio prehispánico.

“Si este lugar estuviera en algún otro país desarrollado estaría bien resguardado, intacto y aquí en México ni las autoridades ni los habitantes sabemos darle el valor que tiene este complejo arquitectónico prehispánico que realmente es una belleza; andar por aquí apreciando el paisaje no tiene precio”, contó.

“Y eso que ya lo medio arreglaron los del INAH porque estaba peor antes, arreglaron las escalinatas y más o menos le dan mantenimiento, pero no hay policías que se encarguen de ayudar a los que vienen. Deberían realizar un proyecto cultural-turístico y todos ganarían, pero no lo hacen para nuestra desgracia”, lamentó.

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