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Desde 1987, el mural Abstracción integrada, del pintor y escultor guatemalteco Carlos Mérida (1891-1984), se puede admirar en la avenida Insurgentes Sur, a un costado de la curva que conduce al Centro Cultural Universitario de la UNAM.
Sin embargo, esta obra fue originalmente creada en 1967 para la fábrica de bujías Champion, construida entre 1964 y 1965 en la calle Poniente 150, en la colonia Industrial Vallejo, al norte de la Ciudad de México, por el arquitecto Carlos Mijares Bracho.
“El origen de este mural, que el propio Mijares Bracho encargó a Mérida, está íntimamente relacionado con lo que conocemos en México como integración plástica y en otros lugares como síntesis de las artes, concepto que se refiere a la fusión entre los espacios arquitectónicos del movimiento moderno del siglo XX y las artes plásticas”, señala Louise Noelle Gras, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y especialista en la arquitectura mexicana de la pasada centuria.
Una vez que el artista guatemalteco dejó su país y llegó a la Ciudad de México en 1919, trabajó como dibujante en Teotihuacan con el antropólogo, arqueólogo e indigenista Manuel Gamio y entre 1922 y 1923 colaboró, junto con Xavier Guerrero y Jean Charlot, en la elaboración de La creación, el primer mural de Diego Rivera, pintado en el interior del Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria, la cual se ubicaba entonces en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (hoy Museo de San Ildefonso).
“Posteriormente, Mérida se alejó de los postulados del muralismo mexicano y hacia mediados de siglo volvió a participar en algunos talleres en los que se abordaba la integración plástica y a interesarse en lo que se denomina arte público, pero ya no dentro de la corriente del primer muralismo mexicano, que era nacionalista y tenía un mensaje social muy claro y directo, sino tomando como punto de partida la abstracción en la forma y elementos indígenas provenientes del Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, en los temas”, indica Noelle Gras.
Fue así como entre 1950 y 1970, Mérida realizó diversos murales en edificaciones de arquitectos mexicanos, en los que prevalece un fuerte geometrismo de líneas rectas que se interceptan y en los que, a pesar de esto, no se elimina la figura del ser humano. Uno de ellos fue, por supuesto, Abstracción integrada.
“Debido a que la fábrica de bujías Champion se localizaba en una zona industrial y el mural se instalaría en el exterior, Mérida decidió hacerlo con azulejos porque pensó que resistiría mejor los embates de la contaminación y, en caso de que sufriera algún estropicio o fuera grafiteado, resultaría más fácil repararlo o limpiarlo”, comenta la investigadora.
Ni social ni político
Abstracción integrada, el único mural de Carlos Mérida hecho con azulejos de talavera de Puebla, tiene 34.7 metros de largo y 2.8 metros de alto.
De acuerdo con un artículo publicado en Gaceta UNAM el 10 de octubre de 2005, a propósito de la finalización de los trabajos de restauración a los que fue sometido ese año, “su composición está estructurada con motivos geométricos en los que predominan las líneas rectas. Las curvas, oblicuas y espiraliformes aparecen sesgadamente para insinuar las cabezas de los seres geometrizados que la obra sugiere y romper la monotonía lineal. Asimismo, presenta una tendencia monocromática integrada por los tonos azul oscuro y blanco.”
Donación
Ya en la década de los años 80, la empresa Champion tomó la determinación de cerrar su fábrica de bujías en México, por lo que el director de Champion-México, Gonzalo Pereira, se puso en contacto con el arquitecto y diseñador Luis Almeida, y le pidió que investigara qué institución o particular podría hacerse cargo del mural de Carlos Mérida.
“Almeida, quien había estudiado en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, buscó a los museógrafos Alfonso Soto Soria y Rodolfo Rivera, quienes en ese momento trabajaban en el Museo Universitario de Ciencias y Artes, y les dijo que la empresa Champion estaba dispuesta a donarle el mural Abstracción integrada a la Universidad Nacional”, informa la investigadora.
Las autoridades de la UNAM no dudaron un segundo en aceptarlo. Al cabo de un tiempo fue desprendido —en partes, probablemente— y trasladado en 1987 a la avenida Insurgentes Sur, junto a una de las entradas al Centro Cultural Universitario, donde, a diferencia de la disposición en escuadra que tenía en la fábrica de bujías Champion, se colocó en un solo plano.
“Sin duda es un honor que este mural de un gran artista como Mérida esté en Ciudad Universitaria y pertenezca, junto con las obras de otros grandes artistas plásticos, al patrimonio de la UNAM”, finaliza Noelle Gras.
Louise Noelle Gras
Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM
“El origen de este mural está íntimamente relacionado con lo que conocemos en México como integración plástica y en otros lugares como síntesis de las artes…”
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