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A pesar de la pandemia, los proyectos para realizar el Abierto Mexicano de Diseño siguen adelante y el festival se llevará a cabo entre el 7 y el 11 de octubre, con todas las medidas y lineamientos de higiene y salud que determinen las autoridades.
Utopía es el tema que desde diciembre de 2019, recién terminado el anterior Abierto, se planteó como eje de la edición de este año. Una idea muy esperanzadora para estos tiempos, reconoce Ricardo Lozano, director del Abierto:
“Es un año bien complicado que nadie se esperaba. Desde que empezó esto escuchamos qué estaba pasando, y nos echamos un poquito para atrás. Lanzamos la convocatoria en marzo, una semana antes de que se decretara la cuarentena, y el tema de ‘Utopía acciones inmediatas para un presente’ lo teníamos decidido desde diciembre”. Es el primer año que el tema lo lanzamos desde un año antes, al acabarse la edición anterior”.
Lozano dice que la curadora invitada del evento es Jimena Acosta, y que a lo largo de estos meses la idea ha sido reflexionar qué se está pensando en el diseño, desde la utopía y en un momento distópico.
“En estos momentos de incertidumbre somos una de las industrias más golpeadas, si bien es un sector del que se puede sacar mucho provecho porque es este tipo de circunstancias cuando la creatividad sale adelante para ayudar en las crisis. Pero este es un campo que se va al final de la cola. Lo que queremos es reactivar cosas. Lo primero es la salud, es lo principal, pero teniendo en cuenta los protocolos, la gente quiere ya salir a hacer cosas”.
En ese sentido el Abierto Mexicano de Diseño se plantea entonces la búsqueda y trabajo en el espacio público.
“La apropiación del espacio público será uno de los primeros impactos que habrá, ya se ha estado viendo en el Centro, la gente se dejó ir. No queremos ser parte de un contagio masivo, sino tratar de buscar diseños que permitan cierta interacción, que tengan una forma segura en un espacio, que puedas estar ahí, disfrutarlo, con toda la comodidad y la seguridad de la salud. Lo que decidimos este año fue mantenerlo en octubre, obviamente respetaremos el semáforo epidemiológico, estamos en contacto con las autoridades de la Ciudad de México, de la Secretaría de Cultura Federal, y de la Ciudad; trabajamos con secretaría de gobierno, Protección Civil, la policía”.
Lo que va a cambiar este año en el Abierto Mexicano de Diseño será la interacción; será un festival híbrido, precisa Ricardo Lozano. “Habrá una parte física, somos de los que aprovechamos las sedes del Centro Histórico, los museos más importantes de México, como Bellas Artes, el Munal; ya tenemos el convenio de que estará en estas sedes. La exposición central, curada por Jimena, estará en Bellas Artes, estamos viendo el tema de la museografía para que cumplamos las reglas y protocolos; sólo en Bellas Artes, el año pasado tuvimos en tres semanas 27 mil asistentes. Este año, obviamente no serán esos asistentes, va a reducirse muchísimo la cantidad de gente que pueda ir, pero sí queremos que sea una experiencia”.
Para quienes no asistan, el Abierto trabaja en el desarrollo de una plataforma multimedia donde exhibirán distintas piezas de las exposiciones y trabajos de los diseñadores.
Lozano sabe que habrá una disminución en un poco más de la mitad en cuanto a participantes. “El año pasado tuvimos 185 proyectos, este año es imposible que podamos llegar a ese número porque no hay forma, porque los tiempos de producción se van a alargar muchísimo”. Y da un ejemplo: “A una sala podían entrar en un noche todos los que quisieras a hacer el montaje, ahora no, el equipo de producción tiene que ser muy acotado, puedes meter a una sala a ocho personas al mismo tiempo, en una sala de 200 metros cuadrados”.
“Recibimos muchos correos y llamadas de gente que nos dice que no tiene dinero, que no va a poder producir… Escuchamos lo que quiere la gente, bajamos los costos en todos los sentidos, dimos descuentos tratando de que incentivar, de que la gente participe porque al final el Abierto es de todos, lo construimos desde la comunidad, los que participan en la convocatoria son realmente quienes hacen el festival”.
Admite que no cree que se llegue a los 100 proyectos participantes; la exposición central tendrá alrededor de 50. El año pasado fueron 185 equipos, y unos 400 diseñadores.
El Abierto tuvo en 2019 veinte sedes y este año, incluyendo el espacio público, estará en ocho sedes; aunque no es definitivo todavía porque aún están trabajando en ello.
“Queremos hacerlo en las menos posibles, pero también dependemos de lo que esté pasando en los espacios porque ellos tuvieron que mover sus agendas, y en unos casos nos redujeron espacios, en otros nos dieron más, cambió mucho la programación, nosotros nos tenemos que adecuar a los museos y a los proyectos que ya están”.
Si bien las exposiciones estarán en museos y espacio público, todo lo relacionado con las conferencias se prevé que sea virtual. “Tenemos un pabellón académico que se mantiene, y la mayoría de las universidades se mantienen, vuelven a participar; eso nos llena de orgullo. En ese foro vamos a reunir a varias universidades; si se puede lo haremos de manera física, pero sin público, buscaremos el formato, no queremos hacer Zoom, estamos pensando en eso. Será un foro virtual con participación de universidades de otros países, también queremos que haya gente del país”.
Muchas de las exhibiciones se quedarán más allá de las fechas del propio Abierto y los eventos en vivo se quedarán en la plataforma.
El lugar del diseño hoy
Ricardo Lozano, quien es el director ejecutivo del Abierto Mexicano de Diseño, que se ha realizado en siete ediciones, considera necesario repensar el diseño ante esta pandemia: “Cada disciplina está pensando la pertinencia de su actividad, es muy interesante cómo empezamos a cuestionar el qué hacemos y para qué lo hacemos. Para qué hacemos el diseño es algo que pensamos hace rato en el Abierto, porque está bien pensar en tener una silla más, pero también qué más podemos hacer, para quién estamos diseñando. Este momento nos está poniendo un buen reto para decir: ‘Aquí está el diseño, el diseño tiene que mejorar sus procesos, puede participar en temas de políticas públicas’. Está el ejemplo de lo que hizo Ariel Rojo, que una de sus máscaras ya se produjo y se está donando a hospitales; no todos tienen que ser Ariel Rojo, tampoco todos tienen que ser reactivos, pero hay que entender que se puede ir mucho más allá del objeto bonito o del cartel bonito. El reto es desde nuestra trinchera cómo aportar a diversos sectores, salud, transporte, como diseñas mejor la ciudad, la movilidad… muchos diseñadores abren su mente a pensar cómo aportar desde lo social”.