¿Qué es lo que a una persona le da el permiso de criar a un hijo?, ¿quién da ese permiso?, se pregunta el actor José Juan Sánchez al hablar de El amarillo sol de tus cabellos largos, obra escrita por Carla Zúñiga, dirigida por Andalucía y hecha por la compañía Festín Efímero.

La obra, continúa Sánchez, tiene como protagonista a Alma, una travesti a la que su familia le arrebató a su hijo, bajo el prejuicio de que no estaba capacitada para ser madre. “Pero ella, con la ayuda de sus amigas va a hacer todo lo posible para recuperarlo y se va a enfrentar a todos los obstáculos que la sociedad, llámese religión, llámese gobierno, llámese justicia que tengan la capacidad de impedirle cumplir su necesidad de estar cerca de su hijo y amarlo como le corresponde”, afirma el actor, cuyo personaje, que se llama Desamparo, conforma una dupla de amistad con otro de los personajes, Adoración, especie de alegoría sobre las emociones.

“Ambas tienen una dinámica en la que se pueden llevar muy pesado pero confían profundamente la una en la otra. Estas dos travestis se conocen en las malas y en las buenas, y tienen una trayectoria de vida conocida, digamos profunda, en la que han atravesado por cosas difíciles y ahora forman parte de un grupo de amigas travestis que apoya a la protagonista de la historia, quien ha perdido a su hijo porque sus padres se lo arrebataron. Ellas están muy dispuestas a apoyarla, en particular mi personaje porque necesita de todo el apoyo y compañía de sus amigas”, dice.

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La obra de teatro presenta el drama de una mujer trans a la que sociedad le arrebata el derecho de ser madre. Foto: Luis Quiroz
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Hay una pregunta que se hace desde dentro de la trama y “puede ser el centro de la obra”, abunda y se pregunta, ¿quién está capacitado para ser padre o madre de nuestros hijos?, ¿quién norma el derecho de ser el padre de nuestros hijos? Se trata de un señalamiento, “en un contexto social donde la orientación sexual, además de otros elementos como el nivel socioeconómico y el trabajo que se tenga son un signo de las cosas que uno puede hacer o no; a qué lugares se puede o no entrar; a qué cosas se tiene acceso o no e, incluso, en qué tipo de de carreras y de escuelas se puede participar”.

Son muchos los filtros que todo el tiempo le hablan a los individuos. Filtros imperativos, recalca: aquí no es posible entrar y aquí sí. “Toda esa serie de permisos que nuestra sociedad está imponiendo, puesto que se toman, muchas veces, a partir del atropello de libertades y derechos”. Dichos imperativos sociales llevan a un presente demagógico, donde la sociedad porta la bandera de las buenas causas en las redes sociales y olvida que en el mundo exterior las cosas funcionan de otra forma. Basta con recordar que los crímenes de odio siguen siendo una realidad, critica el actor.

La obra también le da voz a una disidencia, a quienes no encajan dentro de la norma de toda buena sociedad, a quienes son distintos de lo que la Iglesia, la educación y la familia aceptan, concluye.

Puede verse hasta el próximo miércoles, a las 20:00 horas, en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.

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