Apenas despuntaba el Sol, igual que hace 300 años aquella mañana del 17 de enero de 1722, cuando un centenar de hombres y mujeres se reunieron en la Mesa del Nayar —que hoy sigue siendo el corazón del pueblo cora— para rememorar el comienzo de los ataques de aquel día hace tres siglos cuando sus antepasados cayeron ante el ejército español y se convirtieron en el último pueblo prehispánico organizado en ser conquistado por los españoles en la Nueva España y en todo el continente americano.
No fue una conmemoración fastuosa, optaron por una ceremonia comunitaria cargada de simbolismos, emblemas y recuperación de una noble historia.
El pueblo naayariite (cora) conmemoró ayer el 300 Aniversario de la Reducción de la Mesa del Nayar, y reivindicó por vez primera, después de 300 años, la heroica resistencia del pueblo, cuando fueron el último bastión de las altas culturas prehispánicas de América que cayó ante el yugo ibérico. 200 años después de la conquista de Tenochtitlan, 181 después de la caída de Tho, hoy Mérida, la última capital maya, y 25 años después de la última capital de los mayas itzáes en lo que hoy es El Petén guatemalteco.
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En punto de las siete de la mañana, cuando el frío aún calaba los huesos, el Tatuán (Tlatoani) Macedonio Cánare Contreras —quien asumió el cargo el pasado 1 de enero— junto con el arqueólogo nayarita Francisco Samaniega, a las puertas de la Casa Fuerte (aquello que los aztecas llamaban Hueycalli) leyeron en cora y en español el parte de guerra original conocido como “Autos hechos por el capitán Don Juan Flores de San Pedro, sobre la reducción, conversión y conquista de los gentiles de la provincia del Nayarit en 1722”.
El documento que habla de la determinación y entrada del ejército al corazón del pueblo cora en 1722 forma parte de una colección conservada en el Archivo General de la Nación, ramo de “Indios”, volumen 98; y que fue rescatada y transcrita, desde 1964, por el historiador Salvador Reynoso Reynoso, y publicada por la Librería Font de Guadalajara, Jalisco, en sus páginas 41 a 46. Y es el corazón de la historia de la conquista que Samaniega ha publicado en un pequeño folleto de 12 páginas titulado “1722-2022. 17 de enero, 300 aniversario de la conquista de Tzacaymuta, la Mesa del Nayar”, cuyo tiraje de mil ejemplares será repartido entre los más de 5 mil coras que habitan la Mesa del Nayar.
“Fue un gran evento histórico el que tuvimos aquí, a nivel básicamente comunitario, pero con mucha buena voluntad por parte de la comunidad”, señaló el arqueólogo e investigador Francisco Samaniega, quien se ha permitido contar la gesta heroica de un pueblo y quien con permiso del Consejo de Ancianos del pueblo cora comparte la ceremonia ocurrida ayer entre las 7 y las 10:30 de la mañana, 300 años después de la conquista del Gran Nayar.
“Sírvanos su lectura en este tan histórico día, pues, para reflexionar en quienes fuimos y somos como pueblo, pero también, en quienes queremos ser durante los próximos 300 años en torno, siempre, a esta nuestra Mesa del Nayar”, señala el texto con el que se conmemoró esta gesta que incluyó una misa oficiada por el padre Gustavo Romero López en la misión de la Santísima Trinidad que fue levantada por los jesuitas en 1730 y que actualmente es un albergue para niñas y niños indígenas de todos los grupos étnicos incluidos mestizos llamado “Las huellas del padre Pascual”, donde reciben educación y alimentación y que es dirigido por Santos de la Cruz.
Como parte de la ceremonia conmemorativa, Francisco Samaniega entregó al gobernador tradicional Macedonio Cánare Contreras los tres volúmenes de “La expedición al Nayarit. Registro de textos y observaciones entre los indígenas de México: la religión de los coras a través de sus textos”, publicada en 1912 por el etnólogo alemán Konrad Theodor Preuss, que acaba de reeditar Siglo XXI Editores con la UNAM, el INAH y la Secretaría de Cultura federal.
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El corazón naayariite
Francisco Samaniega cuenta que El Nayar es, desafortunadamente, el segundo municipio más pobre de México (después Cochoapa el Grande), pero es también el epicentro del Gran Nayar, hoy considerado uno de los tres referentes culturales del México indígena, al lado de la Sierra Tarahumara y de los Altos de Chiapas.
Ese poblado indígena que se ubica en la Mesa del Nayar, a unas cuatro horas de la capital de Tepic, y hasta donde hace unos años sólo era posible llegar por avioneta, fue invitado mediante una carta firmada por la gobernación de la tribu Cora de la Mesa del Nayar, hoy municipio de El Nayar, el 15 de noviembre de 2021, para asistir a la ceremonia.
“Es una invitación a usted Presidente, el 17 de enero de 2022 para que nos acompañes a la conmemoración sobre los 300 años de ser una comunidad indígena, ya que es un día muy especial para el pueblo cora. El día 17 de enero de 1722, tras doscientos años de resistencia y lucha a ser conquistado, nuestro pueblo fue tomado militarmente por los españoles. El último pueblo organizado que resistió a los españoles en México y América. Eso somos”, apuntan en la carta firmada por el gobernador Calixto Jerónimo de Jesús, dirigida al mandatario y con copia para Adelfo Regino, director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI).
El presidente López Obrador declinó la invitación. Mediante una carta firmada por Leticia Ramírez Anaya, directora general de Atención Ciudadana y fechada el 16 de diciembre de 2021 dirigida a Calixto Jerónimo de Jesús y firmantes, la funcionaria les agradece el interés de que el Presidente sea parte de tan trascendente celebración pues para él todas las comunidades del país son muy importantes, pero dice que no puede acudir.
Señala que aunque el Presidente trata de tomar en cuenta en sus giras cada una de las comunidades de pueblos originarios, “la agenda del Presidente se encuentra comprometida para eventos esenciales que signifiquen la reactivación de las actividades propias del desarrollo integral de la población. De cualquier forma hemos tomado nota de los detalles relativos a la próxima realización de tan relevante evento”.
Viva el Nayarit: bastión de América
En el parte de guerra se señala el lugar conocido como Tonati, donde los coras tenían su centro ceremonial, “en el cual adoraban a su dios; al cual mandé sacar juntamente con el indio grande que tenían y por quien se dirigían por arte diabólico, para remitírselo al Excelentísimo Señor Virrey. Como también el haberse logrado nuestros deseos, quemándoles todos sus encantos y jacales”, apunta el capitán Don Juan Flores de San Pedro.
El arqueólogo Francisco Samaniega, quien fue partícipe y testigo de cómo durante la misa el padre Gustavo Romero López pidió por la paz de la región, por la prosperidad futura del Nayar y de todo el territorio mexicano, “pidió porque llegue un mejor futuro para todos y porque recordando la historia están construyendo el presente y el futuro”, y dijo que no descartan la posibilidad de un diálogo directo con el presidente López Obrador, como lo hizo antes con los pueblos yaquis en el sur de Sonora, “de lo que esto se trata es de un acto de dignidad”, dijo.
Hoy, el pueblo cora, el Consejo de Ancianos y el gobierno tradicional naayariite se enfoca en otro esfuerzo comunitario, entrevistarse con la doctora Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México porque en 2023 se cumplirá el 300 aniversario de la Destrucción de Quema del Rey Nayarit y de la Piedra del Sol de la Mesa del Nayar, ocurridos en lo que era la capital novohispana, a inicios de 1723.