A finales de 2021, especialistas auguraban que en 2022 la tecnología “blockchain” y el pago con criptomonedas cobrarían fuerza. El fenómeno ya se veía en el mercado del arte, luego que Christie’s subastara la obra NFT (token no fungible, por sus siglas en inglés) del artista digital Beeple, Everydays: The First 5000 Days, en 69.3 millones de dólares. Además de alcanzar una cifra récord y —convirtió a Beeple en el tercer artista vivo más caro— por una obra de arte no tangible, por primera vez Christie’s aceptó el pago de la obra con criptomonedas. Tras este hecho, surgió una manía por los NFT. Suponía la nueva era del mercado del arte. El negocio del criptoarte superó en 2021 los 40 mil millones de dólares de ganancias, según la firma Chainalysis.
“La gente debe ser cuidadosa. Es muy especulativo. Es muy temprano”, advirtió Beeple tras recibir 55 millones de dólares en Ethereum (una criptomoneda), por su obra. Y tuvo razón, hoy, el panorama es distinto para el NFT.
A inicios del año, la nieta de Pablo Picasso, Marina, y su hijo Florian, anunciaron la subasta de más de mil obras digitales de una cerámica del artista. No pasó ni un día para que un abogado de la familia negara que se vendería criptoarte de Picasso, dijo que si Florian iba a vender algún NFT, sería obra de su propia creación. Ese fue el primer golpe que la reputación del mercado de criptoarte sufrió en 2022.
El 4 de enero, Melania Trump anunció la subasta de un retrato suyo en acuarela en NFT. Que la familia Trump se involucrara en esta nueva forma de negocio no ayudó a la imagen del criptoarte.
Comenzó la tendencia de fragmentar obras famosas, para venderlos por pieza. Un ejemplo fue El Beso, de Gustav Klimt, que el Museo de Belvedere dividió en 10 mil fragmentos para vender cada uno en mil 850 euros. En febrero había vendido poco más de mil piezas, con una ganancia de 3.2 millones de euros; hasta hoy sólo ha vendido el 18% de la obra.
Ese mismo mes, en Seattle, EU abrió sus puertas el Museo NFT, el primero de su tipo, con el objetivo de dar en qué consiste esa nueva tendencia de tecnología y arte.
A su vez, el Departamento del Tesoro de EU publicó un informe de 40 páginas en el que recomendó a los comerciantes de arte que establecieran una base de datos compartida para rastrear sus ventas, pues había encontrado evidencia de lavado de dinero.
En febrero, la Galleria degli Uffizi, uno de los museos más importantes del mundo, vendió por 140 mil euros una versión NFT del cuadro de Miguel Ángel Doni Tondo. La ganancia supuso el 13% del balance anual de la galería. Luego, en la primera edición de Art Basel París, se confrontó a la Ley francesa, pues aunque muchas galerías intentaron vender su criptoarte, la ley no lo permitió salvo que contaran con un soporte físico.
En marzo, se le dio al NFT una función de memoria histórica cuando Ucrania anunció la creación de un Museo con NFTs. “Es un lugar para salvaguardar el recuerdo de la guerra. Es un lugar para celebrar la identidad ucraniana y la libertad”, dijo el ministro ucraniano de Transformación Digital, Mijailo Fédorov. Se vendieron esos NFT y las ganancias se dirigieron “a las cripto-cuentas oficiales” y se usarían para financiar armamento.
Jeff Koons, el artista vivo más cotizado, lanzó su primer proyecto de criptoarte con la colección “Moon Phases”, obras respaldadas con una versión física, que el artista espera exhibir en la Luna. “Quería crear un proyecto de NFT históricamente significativo, arraigado en el pensamiento humanista y filosófico”, dijo Koons.
Es el mismo mes hackers robaron 600 mdd en criptomonedas a través de un videojuego y el NFT del primer tuit Jack Dorsey, cofundador de Twitter, subastado un año antes, se había devaluado; el comprador original lo adquirió en 2021 por 2.9 mdd y al revenderlo este año, la mejor oferta fue de 100 mil dólares.
Sobre la devaluación de NFTs, Castor dice que quienes compran NFTs en realidad pierden dinero: “los NFTs son comprados y vendidos por criptomonedas, que prácticamente son frijoles mágicos. El mercado siempre fue falso”.
En verano hubo otro golpe al criptoarte: Nathaniel Chastain, antiguo jefe de productos de la principal plataforma de venta de arte NFT Opensea, fue acusado en un caso de tráfico de información privilegiada, según el Departamento de Justicia de EU. Chastain enfrenta a 20 años de prisión por fraude electrónico y 20 años más por lavado de dinero.
“Los NFT siempre fueron un fraude. Los que los compran técnicamente sólo pagan y venden un número de una base de datos, no tienen otro valor. La única diferencia (con el boom del criptoarte en 2021) es que ahora muchos ya lo asocian con fraude”, dice Castor sobre la reputación que ganó este nuevo mercado.
A mitad del año, la consultoría francesa Artprice dijo que el arte contemporáneo encriptado sufría “una caída espectacular”. En el primer semestre de 2021, la venta de arte NFT había dejado ganancias de 107 mdd, mientras que en ese mismo periodo, pero de 2022, había generado sólo 3.2 millones de dólares.
En los siguientes meses se vendieron memes en NFT por cientos de miles de dólares, la subastadora Christie’s creó “Christie’s 3.0”, una plataforma de venta exclusiva de criptoarte y Ethereum —la segunda criptomoneda más importante después de Bitcoin— anunciaba que cambiaba de sistema para reducir sus emisiones, pues desde 2021se supo que la tecnología de bloques encriptados era altamente contaminante por el excesivo uso de energía. Se calculaba que Ethereum consumía la misma energía que Nueva Zelanda, según reportó AFP.
Aunque pareciera que este mercado salía de las turbulencias, en septiembre el empresario Martin Mobarak, que radica en Miami, quemó presuntamente el dibujo “Fantasmones siniestros”, de Frida Kahlo, con el objetivo de vender su versión digital como NFT. El caso no sólo causó indignación entre los seguidores de Kahlo, sino que también creó preocupación sobre si esta sería una nueva tendencia. Sobre el presunto daño, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) dijo que iniciaría una investigación al respecto, pues la obra de la mexicana es reconocida como monumento artístico y es protegida por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Sin embargo, el año llega a su fin y el Instituto no ha dado más información y aun no se esclarece si era una obra real de la artista.
Luego de que en noviembre la plataforma de criptomonedas FTX se declarara en bancarrota, su fundador, Sam Bankman-Fried, fue detenido y acusado de fraude y otros delitos el 13 de diciembre, rematando así la crisis que padeció el sector en todo el año.
¿Tras este golpe, qué le espera al mercado del criptoarte? De acuerdo con Castor, pese a la mala reputación, el NFT no desaparecerá por completo en 2023, pues hay inversionistas que “han invertido mucho dinero en la Web3 —nombre que se le ha dado a esta nueva era del Internet que cuenta con el metaverso—, por lo que seguirán impulsando los NFTs. Quizás ahora los promocionen con otro nombre”. Otros expertos ven en la regulación de las criptomonedas una solución para seguir avanzando.
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