El escritor modernista Amado Nervo llegó como "embajador" de la cultura mexicana a Montevideo, ciudad que hace un siglo era epicentro poético . Pero apenas pasó algunos días antes de que le alcanzara la muerte, el 24 de mayo de 1919 , fecha de la que este viernes se cumplen 100 años.
Al país suramericano había viajado como diplomático, enviado por el Gobierno de Venustiano Carranza "para atenuar esta idea que había generado la Revolución Mexicana" y "decir: 'en México, sí, hubo un problema revolucionario , pero también hay arte y cultura", explica a Efe Guillermo Espinosa, integrante de la Red Global MX, Instituto de los Mexicanos en el Exterior.
Espinosa, periodista y organizador de un programa de actividades en Montevideo con motivo del centenario del fallecimiento de Nervo, ve un paralelismo con la actual situación de México, "un país que ha tenido ciclos recurrentes de episodios donde emergen la violencia y los reclamos sociales", si bien en 2019 esos episodios violentos derivan "básicamente de la delincuencia organizada".
"Cien años después este mensaje vuelve a ser relevante. México tiene problemas, sí, pero también tiene un arte y una cultura que compartir con sus hermanos latinoamericanos", agrega.
El fallecimiento de Amado Nervo, con 48 años, por culpa de problemas renales, fue el último de una serie de episodios tristes que habían marcado su vida: la muerte de su padre cuando él tenía solo 9 años, el suicidio de su hermano Luis y el deceso, también prematuro, del amor de su vida: Ana Cecilia Luisa Daillez.
Con ella solo pasó 11 años de su vida (de 1901 a 1912, fecha de su muerte en Madrid), pero marcó su existencia y su creación hasta el punto de que la obra que le dedicó, "La amada inmóvil" (1912), no fue publicada hasta la muerte de Nervo, ya que él la consideraba parte de sus papeles más íntimos.
El creador de "El éxodo y las flores del camino", "Perlas negras" y "Místicas", que también había trabajado como articulista y corresponsal en México, fue destinado a España como parte de la c arrera diplomática que inició en 1905 y que se vio interrumpida por la Revolución Mexicana (1910-1917).
Una vez finalizada esta, y con el Gobierno de Carranza en activo , recibe el encargo de salir del país, en este caso como enviado diplomático a Argentina y Uruguay, viaje del que solo regresaría ya en un ataúd.
"Lo que sucedió, y está en la prensa de la época, da cuenta de una multitudinaria movilización de la gente en la avenida 18 de Julio, en el Cementerio Central (de Montevideo)... La gente acompañó su féretro, fue a su sepelio, hubo discursos...", explica Espinosa al hilo de la muerte de Nervo, sobrevenida el 24 de mayo de 1919.
También recuerda que el Senado uruguayo "hizo un paréntesis en su agenda para rendir un homenaje al poeta y leer ahí mismo sus poemas".
"Fue un gran acontecimiento; desde mi punto de vista, fue un momento que unió el alma de mexicanos y uruguayos", asevera.
El fallecimiento de Nervo tuvo lugar en el Parque Hotel de la capital uruguaya, en cuyo predio se localiza actualmente la sede del Mercosur.
En ese momento estaba acompañado por uno de los poetas uruguayos más destacados de la época, Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931), que también había estado presente el 16 de mayo de 1919 en su último recital poético en el Ateneo montevideano.
Sobre la valía de sus letras, el periodista apunta que los expertos suelen afirmar que Nervo "no era un poeta excelso" como el nicaragüense Rubén Darío, al que conoció en París y del que fue gran amigo, "que tenía un manejo muy fino de la palabra y de la rima y de la rítmica", o la uruguaya Juana de Ibarbourou, "que también era de un lenguaje exquisito".
"Los críticos literarios dicen: 'Nervo se había quedado estancado en cuanto al arte de la literatura pero desde el punto de vista del sentimiento no había alguien como Nervo. Él imprimió este elemento como casi ningún otro poeta lo había hecho antes y por eso es que era tan popular'", reconoce Espinosa.
"Amé, fui amado, el sol acarició mi faz / ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!", los últimos versos de su poema "En paz", escrito en 1915 y publicado un año después en su libro "Elevación", siguen resonando como hicieran en el Senado uruguayo cien años atrás.
akc