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En el país tenemos al menos 45 conflictos (OCMAL, 2018) serios y muy complejos derivado de las más de 20 millones de hectáreas vigentes concesionadas a las empresas mineras. A ellos, se sumarán los conflictos socioambientales generados por las mineras que se están explotando para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
En la Manifestación de Impacto Ambiental Modalidad Regional (MIAMR) del NAIM, se indica que: “se calcula un volumen aproximado de 35,448,000 m3 de material requerido para la nivelación del terreno, la fuente de suministro serán los bancos localizados en los municipios de Ecatepec, Chimalhuacan, San Vicente Chicoloapan, Ixtapaluca y Texcoco” (GACM, II-83). Es decir, el material requerido tan sólo para nivelar el terreno corresponde al volumen de 6,394 albercas olímpicas o 381 veces más del material que se utilizó para la construcción del Estadio Azteca. Pero ¿de qué material esta hablando la MIAMR?
De manera particular se señala que durante la Fase 1, una vez que se retiren 7 millones de m3 (por las excavaciones del terreno), “el volumen para relleno será de 15,986,000 m3, el tipo de material que se empleará será tepetate y tezontle” (GACM, II-83). Este relleno se obtendrá de “bancos de préstamo” que “son las excavaciones a cielo abierto destinadas a extraer material útil para la construcción” (GACM, II-148). Es decir, los casi 16 millones de m3 de material, corresponden a dos minerales, tepetate y tezontle, que por supuesto necesitan ser extraídos de minas. Ante esto, la pregunta es de dónde se propuso sacar este mineral.
La explotación de bancos señalados en la MIAMR (en ella se incluye un mapa sólo con 13), que cuentan con “autorizaciones en materia ambiental”, y que podrían ser usados, son: Netzahualcóyotl, San Miguel, La Esperanza y La Providencia, todos con Aglomerado; Ixtlahuaca con Andesita; Santa Catarina, Tlahuilco, Tepexpan y Totolcingo todos con Tezontle; y los Municipio de Ixtapaluca y Chimalhucán, ambos con arena, grava, tepetate y tezontle (GACM, II-149).
En otro documento, Proyecto de Apoyo Ferroviario. Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” (AMF-SCT, sf), se indica que producto de las obras de las tres primeras pistas, se necesitarán “36.56 millones de toneladas de material pétreo para pre carga de suelo de cimentación”. Ante la necesidad de este material, el Proyecto muestra con mapas, la localización de las minas cercanas. Sobre las minas de basalto (para la cimentación), indica que hay 547 en un radio de 250 kilómetros del nuevo aeropuerto; 488 en un radio de 150 kilómetros; y 156 en un radio de 50 kilómetros. De minas de tezontle, apunta, hay 50 minas en un radio de 250 kilómetros, 41 en un radio de 150 kilómetros y 1 en un radio de 50 kilómetros (AMF-SCT, sf). Así, una gran cantidad de minas se presentan como “disponibles” para el NAIM. Aunado a esto, el Proyecto señala que “las minas contarán con grúas de cucharon de 25 toneladas cada una que permitan cargar un camión en rango de 3 minutos” (AMF-SCT, sf). De acuerdo con algunos de los trabajadores del NAIM, fueron destinados 5 mil camiones para transportar estos materiales.
En suma, en la MIAMR y el Proyecto, se muestra la gran cantidad de minerales requeridos para el relleno y la precarga del terreno, y también las minas disponibles para los requerimientos de la construcción, entre ellas 590 minas, en un radio de 250 km. La gran interrogante es, qué repercusiones socioambientales traería la explotación de tantas minas, muchas de las cuales necesitan explosivos para su extracción, lo que conlleva la destrucción de ecosistemas, del hábitat de los pueblos, de viviendas, entre otros. Hasta el momento, denuncian los pobladores cercanos, hay alrededor de 160 minas que en su inmensa mayoría han sido abiertas para el NAIM, munchas de las cuales indican, iniciaron de forma clandestina. Entonces, ¿es un proyecto de vida o es un proyecto de muerte?