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En poco más de medio siglo no se había construido en la CDMX un espacio público como el nuevo parque La Mexicana; este espacio fue recientemente inaugurado en Santa Fe, a finales de diciembre del año pasado.
Este nuevo parque tiene alrededor de 30 hectáreas y es tres veces más grande que la Alameda Central. Pero lo que sorprende es que a pesar del increíble poder de convocatoria que tiene un territorio como este, hasta ahora nadie lo registra. ¿En dónde están los escritores contemporáneos realizando crónicas del sitio? Monsiváis seguro ya se habría dado su vuelta. ¿En dónde están los fotógrafos emergentes o los nuevos poetas de la ciudad?, ¿acaso hoy en día, ya no hay quién haga crónica urbana?
La Alameda Central fue concebida hace poco más de 400 años, allá por 1592; aunque fue hasta 1910 que oficialmente se inauguró en el Porfiriato como parte de las celebraciones por el centenario de la Independencia. Ahí está la obra de Rivera realizada en 1947, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, que ahora se expone en su propio Museo.
Aquel mural de Rivera representaba al México de la Colonia; pasando por la Independencia, la Revolución o los movimientos campesinos, hasta llegar a los retratos de artistas de la época, como Frida Kahlo o Guadalupe Posada, entre otros. Una enorme obra de arte que retrata el México de al menos cuatro siglos. La última remodelación de la Alameda fue en 2012.
Pues bien, desde hace más de 50 años, no se había construido ningún otro espacio público con este carácter recreativo. En La Mexicana se dan cita personajes de la cultura, el deporte, la política o empresarios que discretamente caminan escoltados por guaruras que los siguen a distancia; mientras conviven igual con millennials que andan volando drones o chavos banda que se distraen con patinetas en las áreas correspondientes. Es también territorio selfie por excelencia.
En este parque la gente viene a caminar, correr o tirarse a tomar el sol; sin embargo, para donde uno mire, se topa con familias o grupos de amigos que representan a todos los Méxicos posibles; porque mientras lo anterior sucede, también llega el trabajador que baja de su taxi con siete hijos y dos pepsilindros para extender su mantel al más clásico estilo exportado de Chapultepec y sus alrededores.
No faltan las quinceañeras que van a tomarse su foto pal Face, o gente que se reúne ahí para no andar como zombies en los centros comerciales. Aquí uno gasta menos y se divierte más. Los niños andan en bici o patines, según sea el caso. Otros se empapan en el chorro de las fuentes.
Eso sí, el domingo las filas de autos son interminables, el estacionamiento les quedó chico y el Turibús ya hace escala; lo que no hay son vendedores ambulantes ni nadie que venda globos o burbujas de jabón. De pronto uno se siente en cualquier parque del primer mundo. Pero eso si, ya andan por ahí las franquicias de moda, como los churros El Moro, los helados Roxy o las jicamas de La Ciudad de Colima; todos con filas infinitas.
Se trata de un espacio con casi 39 mil metros cuadrados para caminar, que además cuenta con una ciclopista de 4.3 kilómetros y un lago de 12 mil metros cuadrados. Su costo superó los 2 mil millones de pesos.
El diseño es moderno y responde a las principales necesidades de los vecinos y de quienes lo visitan, es un modelo innovador que refresca el paisaje de la ciudad; su iluminación y energía es alimentada por celdas solares. Cuenta con espacio para perros y juegos para niños; adicionalmente pronto tendrá más cafeterías y restaurantes.
En resumen, la megalópolis cuenta hoy con un nuevo paisaje urbano y de convivencia social que nos da un respiro dentro de las mil cosas que se hacen mal en esta ciudad. La Mexicana es un espacio casi 10 veces más grande que el parque España de la Condesa, pero mucho más limpio y ordenado que cualquiera.
El espacio que ocupa La Mexicana equivale al territorio que representan los seis parques más emblemáticos de la CDMX; sumando la Alameda, el parque Hundido, el Lincoln, en Polanco, el México y el España, más el parque América; todos juntos apenas le llegan a este nuevo espacio en el poniente de la ciudad.
Para todos los jóvenes fotógrafos que andan buscando nuevos escenarios para sus retratos o quienes aman la arquitectura, no lo duden, este parque es un lugar obligado de visita. Ojalá pronto este nuevo territorio colectivo escriba sus propias historias.
Y para muestra un botón, aquí les comparto una imagen tomada por Laura Garza, fotógrafa millennial que ya recorre con su mirada estos nuevos territorios.
@MxUlysses
***En la foto: Nuevo paisaje en la CDMX. (LAURA GARZA. CÍRCULO ROJO)