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No se trata de una película de terror o comedia mexicana, tampoco es una imagen derivada de alguna pesadilla; es una foto real y el nombre de él es Efraín Hernández, mejor conocido como el “Payasito Bomberín”, tiene 16 años como bombero y 14 como payaso en las heroicas fiestas infantiles. Es un superhéroe de carne y hueso.
Resulta que en octubre de este año, nuestro colega Valente Rosas, autor de esta increíble imagen, acudió a una orden de nota roja derivada de un incendio en el municipio de Melchor Ocampo allá por el Estado de México.
Según me cuenta Valente —experimentado fotoperiodista del diario—, un tremendo incendio se registró en 2 mil metros cuadrados en un sitio que al almacenaba combustible al parecer de manera irregular, en donde se quemaron varios tráileres cargados con diesel, lo que provocó el inevitable desalojo de unos 300 vecinos.
Pues bien, mientras aquello se prendía cerca de las 4 de la tarde y los ríos de fuego inundaban las calles del vecindario; nuestro payaso heroico divertía a un grupo de niños, como actividad extra para completar su gasto familiar; y estando ahí en la fiesta, al tiempo que inflaba globos, se enteró del incendio y acudió al llamado de auxilio de sus compañeros bomberos; cual Superman a la mexicana, no lo pensó dos veces y sin tiempo para desmaquillarse fue por su casco y se unió a combatir el fuego. Tres horas después, aquello estaba controlado.
Pienso en este personaje y creo que de alguna manera resume la vida del mexicano promedio; en el fondo todos llevamos un héroe en el interior que surge en el momento preciso, los terremotos en México dan testimonio de eso; pero mientras acudimos al llamado del héroe, nuestras vidas transcurren entre la vocación del deber ser y la realidad económica de un país que nos obliga a ser multitareas si queremos sobrevivir.
México es un país generoso en muchos aspectos, pero no parece serlo con sus mejores personas; un bombero debería poder vivir perfectamente bien y con soltura económica suficiente para no tener que ser payaso los fines de semana; debería alcanzarle perfecto para hacerle su fiesta de cumpleaños a sus hijos y ser él quien contrate a los payasos para sus fiestas.
Este país roto, polarizado, con la mitad de su gente en la pobreza y repleto de activistas tuiteros, tiene entre sus filas a un bombero que cuenta chistes a los niños para sobrevivir y apaga incendios el resto de la semana, arriesgando la vida en cada ocasión.
Ya ni hablemos del cuadro completo que nos habla de un almacén que presuntamente era ilegal y que representaba claramente un peligro para las 20 casas de alrededor. Al final somos rehenes de un Estado fallido en diversos sectores; un Estado que no sabe quién roba gasolina, mientras sus bomberos que ganan una miseria tienen que ser payasos el fin de semana para sonreírle a los niños y además salvar la vida de otros mexicanos en peligro. Carajo. ¿Qué sería de México sin sus héroes?
Anuncios parroquiales: Con su permiso, este humilde junta letras se tomará el primer descanso en tres años de columna. Nos veremos de nuevo en enero de 2018. Felices fiestas.
@MxUlysses
***En la foto: Superhéroe a la mexicana. (VALENTE ROSAS. EL UNIVERSAL)