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Esta campaña y su candidato me recuerdan a Orson Welles y su obra maestra realizada en 1941, El Ciudadano Kane. En aquella cinta, el tema central gira en torno a la condición humana sobre el anhelo de las cosas perdidas y la necesidad de mantener ciertos valores; tal como lo plantea hoy Meade, pidiendo a los maestros su apoyo y confianza, subrayando la importancia de la familia y la educación.
José Antonio Meade es un hombre inteligente, ajeno a los gritos y sombrerazos, egresado de la UNAM y del ITAM, que quiere ser Presidente de México; y que asegura poseer la llave de un mejor futuro para nuestro país. Se dice ciudadano y bien preparado, el problema es que pertenece a la clase política tradicional y va cobijado por una coalición encabezada por el PRI.
Este hombre que le ha dado la vuelta al mundo 32 veces, como recién se explica en su último spot, sin duda es el mejor candidato que pudo proponer el PRI; el problema es que parece no conectar con la gente y su realidad; habla muy bien y expone con lujo de detalle los problemas de nuestro país, pero no prende, no siembra frase alguna que pueda recordarse con sencillez dos horas después.
Eso si, mientras el precandidato hablaba en Tabasco, una docena de profesionales le hacían un video que seguramente luego será un nuevo spot, hacían travelling desde todos los ángulos; usaban un pequeño drone y se les veía muy concentrados en ello. Meade es un candidato para televisión, pero con tibia estrategia en redes.
Viajé esta semana con él y algunos de sus colaboradores a Villahermosa, para observarlo en la tierra de ya saben quién, pero lamentablemente, para mi sorpresa, el evento duró menos tiempo que el vuelo de ida, y en general, el encuentro con los maestros de Nueva Alianza fue más cercano a una conferencia académica que a un mitin político.
De cualquier manera, el evento me sirvió para analizar parte del manejo de su imagen.
Honestamente, el candidato turquesa se mostró siempre amable, de buen humor, conocedor de las entrañas de la administración pública, paciente y muy estructurado. No en vano lleva el récord de comandar cinco secretarías de Estado en dos administraciones diferentes. Pero no lo vi conectando con la gente.
Los cargos públicos no siempre lo ganan los más eruditos, sino los más carismáticos. Las campañas se ganan con frases memorables, promesas imposibles pero que suenan bien y que de alguna manera generan esperanza o alivian la rabia. Ninguna campaña se gana con estadísticas o ideas para una tesis. Así siento que es la campaña de Meade, una narrativa de alto nivel intelectual, pero en un contexto nacional donde la mayoría promedia la secundaria.
El evento de Villahermosa se realizó a unos kilómetros del aeropuerto, la mayor dificultad para movernos y hacer alguna buena imagen fue el hecho de que a la prensa nos colocaron en un corralito sin salida posible y que al final, además se nos confinó a un pasillo sin posibilidades de verlo hasta que se subiera a su camioneta para regresarlo al aeropuerto. Meade todavía se mueve como funcionario, no como candidato.
A diferencia de los otros aspirantes, Meade cuenta con un discreto equipo de agentes del Estado Mayor que lo protegen todo el tiempo, pero que al mismo tiempo impiden que lo podamos captar con una imagen más natural, cuando de lo que debería tratarse es de todo lo contrario, ¿así cómo?.
Al equipo de comunicación de este ciudadano sin partido le hace falta una estrategia para acercar a su personaje con la gente y dejar que libremente los colegas de los medios registren lo que se ve. Meade es un candidato afable y que cae bien, no pasa nada si lo dejan ser y le permiten romper esa pequeña burbuja de seguridad que lo aisla. Para eso son las campañas.
Si acaso, el encuentro sirvió para entender que José Antonio Meade está bien preparado y domina las cifras de macroeconomía, lo que habla bien de él, pero difícilmente lo acerca a los taxistas de Villahermosa que a diario salen a trabajar con el temor de ser asaltados o asesinados en cualquier momento por el crimen organizado que desde hace un par de años azota aquella región. Son dos universos distantes.
En resumen, buen candidato, buena producción, pero demasiado suave en su discurso frente al ánimo colectivo, y ya ni que decir de la beligerancia discursiva de sus principales adversarios: Anaya y Obrador.
Francamente, de seguir así, se ve complicado remontar el tercer lugar que algunas encuestas le adjudican al ciudadano Meade.
***En la foto: Un hombre ajeno a los gritos y sombrerazos (ULISES CASTELLANOS. EL UNIVERSAL)