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Luego de 20 años, el fin del régimen chavista parece estarse acercando, o al menos es el deseo de decenas de miles de venezolanos que el martes pasado salieron, una vez más, a las calles a manifestar su rechazo a Nicolás Maduro y todo lo que este representa: un régimen de corrupción , populismo y nacionalismo trasnochado que ha llevado al país a una crisis económica y social cada vez más grave.
El mundo entero ha estado pendiente de lo que puede ocurrir en las próximas semanas pues la situación interna es crítica. Con el cierre de las fronteras para prohibir el ingreso de ayuda humanitaria , Maduro y el ejército venezolano ha condenado a miles de personas a seguir sufriendo hambre por la escasez de alimentos y medicamentos.
Por más apoyo internacional que tenga, la mayor crítica al la presidencia interina de Guaidó ha sido, desde el oficialismo , su incapacidad para mandar dentro del territorio. Sin embargo, este atrincheramiento de Maduro permite pensar que su gobierno empieza a sentirse realmente amenazado. Las sanciones impuestas por Estados Unidos han puesto al gobierno en una situación muy inestable lo cual podría empezar a generar fugas masivas de altos mandos militares para tratar de negociar la amnistía propuesta por el gobierno interino. Sin embargo esto no será un proceso sencillo y cuando ocurra generará serias rupturas al interior de la oposición que hoy parece bastante unida en torno a Guaidó .
El tiempo sigue siendo un factor determinante para lo que pueda suceder. Mientras Maduro y su gobierno “aguantan” la presión, para Guaidó y los opositores el reto es seguir manteniendo a la gente en las calles. Hasta ahora lo han logrado y tal parece que su estrategia de establecer fechas fatales ha dado resultado, si bien no en lo que esperan que haga el gobierno, si en que la gente se mantenga con el puño en alto.
El próximo 23 de febrero es la siguiente cita convocada por el gobierno interino llamando a los más de 250 mil voluntarios que se han registrado para ayudar a recuperar y distribuir la ayuda humanitaria varada sobre todo en la frontera con Colombia. La apuesta es arriesgada pues es una afrenta directa al ejército que es quien la mantiene cerrada. El riesgo de un enfrentamiento entre los ciudadanos voluntarios y el ejército es latente y por ello, la atención de la comunidad internacional es de vital importancia para evitar un baño de sangre.
Cuando Nicolás Maduro y el chavismo dejen el poder, el reto a vencer no será la organización de las elecciones presidenciales en un muy corto plazo sino la reconstrucción del país . Una reconstrucción que requerirá el pago de favores a quienes apoyaron desde dentro y desde fuera la posibilidad de cambio y esto dejará cicatrices profundas que quizá sean muy difíciles de sanar.
Empezando por el perdón a los militares que incluso han estado involucrados en la represión de las manifestaciones contra el gobierno, pasando por la eliminación de los privilegios de una burocracia acostumbrada a la corrupción hasta el reconocimiento de las deudas con gobiernos extranjeros como China o Rusia y los acuerdos existentes en el sector energético.
¿Cuánto tiempo es capaz de aguantar Maduro atrincherado con sus militares? No se sabe, pero la oposición liderada por Guaidó tendrá que ser muy cauta sobre las ayudas de gobiernos extranjeros que decidan aceptar. Venezuela se juega su futuro en los meses por venir y permitir una intervención militar extranjera es un escenario indeseable por donde se le vea.