Por encima de las últimas encuestas que veremos en esta carrera presidencial, que reafirman las mismas tendencias claras de un candidato puntero con un amplia ventaja y una cerrada y enconada disputa por el segundo lugar, lo que veremos este domingo es la confrontación directa en las urnas entre dos Méxicos: el del enojo, conformado por millones hartos por la corrupción, el dispendio público, la desigualdad e insuficiencia de ingresos, la inseguridad y la violencia, en contra de los mexicanos con miedo, que le temen a un cambio de régimen y de política económica que les genere inestabilidad social, económica y patrimonial o que les afecte también los privilegios que les da el actual modelo.
¿Cuál de los dos Méxicos va a poder llevar a más votantes a las urnas? Eso es lo que se define el domingo. La corriente social y política que le apuesta al hartazgo y a la imperiosa necesidad de un cambio tiene su mayor oportunidad y su fuerza en la participación masiva en las votaciones, y se mueve a partir de la lógica de que, entra más ciudadanos salgan a votar, más fácil y más amplio será el triunfo de la opción que dice abanderar esa posibilidad de cambiar la vida pública, con todas las inconsistencias y la falta de claridad en las propuestas. Para esos votantes que parecen apuntalar la ventaja amplia que dan las encuestas al candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, lo único que puede garantizar que no funcionen las movilizaciones de estructuras clientelares y electorales de sus contrincantes del PRI y el PAN, es que todo ese enojo social, que ha catalizado un candidato y que lo ha mantenido adelante en esta contienda, pueda finalmente traducirse en votos y en una participación por arriba de los promedios históricos que neutralice cualquier tentación de “operación o fraude patriótico”.
Para el otro México, el que se moverá por el miedo, no está claro aún cuál de las dos propuestas que se confrontaron a muerte será la opción este domingo, si la de Ricardo Anaya, del Frente por México, o José Antonio Meade, de Todos por México. Según las encuestas los dos candidatos llegan en virtual empate técnico por el segundo lugar, con diferencias de casi 2 a 1 con relación al primer lugar; aunque del lado priísta todavía ayer difundían encuestas ordenadas por ellos mismos en las que aseguraban que Meade “ya va en un claro segundo lugar y está a unos 8 puntos de distancia de AMLO”. La realidad es que lo mismo dicen en el cuartel de Anaya y que la apuesta de los dos es operar para atraer a votantes indecisos.
En todo caso, tanto Anaya como Meade abanderan a esa corriente de mexicanos que se guiará más por el miedo y por el rechazo que les genera López Obrador, que por una plena convicción del modelo o el candidato por el que terminen votando. La apuesta principal de este grupo, en el que también hay otros tantos millones de mexicanos, será a defender el statu quo contra la incertidumbre y, en algunos casos hasta amenaza, que ellos perciben para su modo y estilo de vida en la posible llegada al poder de un candidato como López Obrador. Y junto con ese miedo, el PRI y el PAN le están apostando al voto de sus estructuras políticas y clientelares en los estados que gobiernan y a nivel federal. Es, en ambos casos, la “movilización electoral”, en donde cabe desde el acarreo de votantes a las urnas, hasta la compra-coacción del voto y el uso descarado de los recursos públicos, que busca contrarrestar la participación ciudadana en las urnas.
Así que hoy veremos los últimos discursos y los últimos actos de campaña de los candidatos que le apuestan a uno y otro México. Y después, en los días de silencio, seguirá la operación silenciosa, la danza de millones de pesos de procedencia dudosa y la movilización de ejércitos para promover y vigilar el voto. Y vuelve la pregunta: ¿cuál de los dos Méxicos puede más, el del enojo o el del miedo?
NOTAS INDISCRETAS… De la fiesta del domingo pasado en el exclusivo Condominio del Bosque, confirman que sí acudió la crema y nata de la política, casi la mafia del poder en pleno y también el mundo de la farándula televisiva. Pero aclaran que la comida, que se prolongo hasta entrada la madrugada del lunes, no fue en casa del ex presidente Carlos Salinas, sino en la de su vecino, el abogado Juan Collado que celebró su cumpleaños con el mismo cártel de aquella reunión del ex mandatario, pero aderezada con actores y actrices de Televisa… Paran los dados. Escalera.