A Claudia Ruiz Massieu el grupo de Luis Videgaray se la hizo una vez, cuando sin causa justificada convencieron a Peña Nieto de sacarla, literalmente, de la Cancillería para dar paso al “aprendiz” de Relaciones Exteriores. Aquella vez (enero de 2017) Claudia apretó los dientes, puso la cara y, frente a las cámaras, pasó el trago amargo en Los Pinos, ante una decisión que, gritaba su lenguaje no verbal, consideraba injusta. Pero ahora, ante un segundo intento del mismo grupo por desplazarla injustamente, la heredera de la dinastía política guerrense y salinista, sacó el carácter y, ante el intento de sacarla de la Secretaría General del PRI , junto con Enrique Ochoa, la ex canciller se rebeló y ésta vez dijo: “No me voy”.
Todo sucedió entre el martes y miércoles pasados cuando, entre Los Pinos y el cuartel de campaña de José Antonio Meade , se tomó la decisión —largamente aplazada— de remover a Ochoa Reza de la dirigencia nacional del PRI. Fuentes del CEN que vivieron de cerca el relevo, afirman que cuando le comunicaron que el candidato Meade asumió públicamente como “una decisión mía”, Ochoa montó en cólera y puso una condición para su salida: “Nos vamos Claudia y yo. Renunciamos los dos”.
En su caída, Ochoa quería llevarse a la sobrina del ex presidente Salinas, con quien nunca tuvo buena relación, a pesar de que ésta no llegó con él al cargo y asumió la Secretaría General en marzo de 2017, tras la salida de Carolina Monroy. Cuando le dijeron a Claudia que tenía renunciar primero de manera “temporal” para permitir la “prelación” y dar paso a René Juárez, ésta aceptó; pero al enterarse que ya no iba a regresar al cargo y que en su lugar querían nombrar a la mexiquense Ana Lilia Herrera, Ruiz Massieu reaccionó y se rebeló contra su salida.
Las fuentes priístas aseguran que Ruiz Massieu tomó el teléfono y llamó a Los Pinos para decir que no estaba de acuerdo con que la obligaran a renunciar junto con Ochoa y menos por chantaje de éste. Informó a la oficina del presidente que si la instrucción era que se fuera, ella se iría, pero que varios gobernadores y dirigentes del partido, incluso un mando militar del gabinete, le habían llamado para expresarle su apoyo y que, incluso, le habían ofrecido firmar y publicar un desplegado en la prensa para pedir que permaneciera en la Secretaría General porque ella no era responsable “de los errores, omisiones y descuidos” que le imputaban a Ochoa Reza.
Era la noche del miércoles 3 de mayo y, en la sede nacional del PRI, Meade, Juárez y el propio Ochoa trataban de operar el relevo, Claudia comenzaba a mover sus piezas para no renunciar definitivamente. Emilio Gamboa, coordinador del PRI en el Senado, confirmaría esa noche en declaraciones a la prensa, a su llegada a Insurgentes Norte, que el enojo de los priístas era solo con Ochoa Reza. “No aguantó lo de las listas”, dijo Gamboa a pregunta expresa de los reporteros.
A la mañana siguiente, antes de convocar a la Comisión Política Permanente que el jueves hizo oficial la “presidencia provisional” de René Juárez, éste confirmaba la salida de Ruiz Massieu y hablaba, en entrevista que le realizamos en Ciudad TV, que iba a “proponer varios perfiles de mujeres priístas para la Secretaría General para que se elija al más adecuado”. Pero por la tarde las señales cambiaron. Claudia había movido bien sus piezas y ésta vez no se tragaba los sapos que le querían recetar Ochoa y el grupo de Videgaray. Y la ratificaron como secretaria general.
NOTAS INDISCRETAS...
Ahora que el presidente del CCE, Juan Pablo Castañón, está en el ojo del huracán por el enfrentamiento con Andrés Manuel López Obrador, desde Sinaloa llegan versiones de empresarios, paisanos suyos, que cuestionan la figura del dirigente empresarial que, dicen, más que empresario, es un broker que aprovecha su posición para hacer negocios y obtener contratos del gobierno. Según empresarios de Sinaloa que piden el anonimato, Castañón nunca tuvo grandes empresas y sólo fue dueño de Almacenes Muebleros de Los Mochis, en su tierra. Pero apoyado por el ex gobernador Mario López Valdez se afilió a la Coparmex y en 2012 llegó a la presidencia de ese organismo. Una vez en Coparmex rompió con Malova y se alió a Gerardo Gutiérrez Candiani, quien lo introdujo al CCE y lo ayudó a llegar a su presidencia. Hoy desde esa posición promueve los negocios de quien, dicen, es “su verdadero jefe, el empresario Ariel Picker, dueño de Seguritech, de quien se dice socio y le ayuda a conseguir contratos con gobiernos estatales y federal. En su labor de broker, Castañon viaja por el país en el avión privado de Picker y ha obtenido contratos para Seguritech: uno en Sinaloa por 1,300 millones de pesos, otro en Michoacán por 5,500 millones, en el Edomex por 6 mil mdp, y otros en Sonora por 2,400 millones y en la CDMX por 2 mil 345 mdp. Todo con el apoyo y protección de políticos como el canciller Videgaray. En fin, que todo eso hace que miembros del CCE y paisanos suyos se pregunten si en su confrontación con el puntero en las encuestas, Castañón, a nombre del organismo, actúa como dirigente, como protector de los negocios de su jefe y socio Picker o, de plano, como empleado del gobierno federal...Los dados mandan Escalera. Buen tiro.