Como en la canción del compositor Víctor Manuel, ayer el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, llegó a México con un discurso de amistad, colaboración y hasta identificación ideológica con el presidente Andrés Manuel López Obrador. “Como socialista comparto y apoyo el proyecto de gobierno que busca la transformación de México”, dijo el joven mandatario español que se convirtió en el primer jefe de Estado en ser recibido oficialmente por el gobierno de la Cuarta Transformación. Incluso, en un gesto de cercanía, Sánchez le trajo al presidente mexicano el acta de nacimiento de su abuelo, José Obrador, nacido en la región de Cantabria en 1893.
¿Pero qué hay detrás de la España de camisa blanca de la que ayer vino a hablarnos el presidente que marcó el regresó del PSOE a la presidencia ibérica el 1 de junio del 2018, tras la destitución por moción de censura del presidente derechista Mariano Rajoy?
Sin menospreciar las buenas intenciones del socialista Sánchez, su acercamiento con el gobierno de México y con López Obrador busca proteger las multimillonarias inversiones y los enormes intereses de las trasnacionales de España, el segundo país inversor en la economía mexicana después de Estados Unidos. Desde el año 2000, en la última parte del gobierno priista de Ernesto Zedillo y los inicios del panista Vicente Fox, comenzó lo que se ha llamado la “reconquista española”, con la llegada en marzo y abril de aquel año de los grandes grupos financieros BBVA y Santander, que absorbieron a los bancos mexicanos de Bancomer y Serfín, ambos rescatados con fondos del Fobaproa.
La “ola española” cobró mayor fuerza con Felipe Calderón, quien dio contratos preferentes y privilegios a las grandes firmas energéticas de España, como Repsol, Iberdrola, Sacyr-Vallehermoso y Aeropuertos Españoles para la Navegación Aérea, lo mismo de explotación de mantos de gas, cogeneración de energía eléctrica y administración de terminales áereas, entre otras. En 2011, el embajador de México en España, Jorge Zermeño, hablaba de una inversión de 38 mil millones de dólares a través de 3,200 empresas de origen español que operaban aquí.
Con Enrique Peña Nieto las constructoras españolas tuvieron un sexenio de favoritismos. OHL, que ya venía con Peña desde el Estado de México, se volvió la constructora que más obra tuvo en México a través de su filial mexicana manejada por Andrés de Oteyza, ex funcionario lopezportillista involucrado en escándalos de corrupción y grabaciones con políticos mexiquenses. También las firmas Aldesa y Acciona fueron favorecidas en el sexenio peñista.
Por eso López Obrador, que ayer ratificó la apertura y certidumbre a las inversiones españolas, quiso marcar distancia de sus antecesores y deslindarse de favoritismos o privilegios a las inversiones ibéricas: “Queremos que en las relaciones de las empresas extranjeras en México haya un compromiso ético”. Y es que como candidato opositor, en 2011, el ahora presidente denunciaba que la española Repsol “es la empresa preferida de Calderón”, y aseguraba que desde 2005 le habían dado a esa firma información privilegiada para obtener contratos de CFE para generación de gas.
Ayer, ya como presidente, López Obrador se limitó a pedir el “compromiso ético” de los españoles, muy en la línea de la ética protestante, pero también como una forma de decir que las firmas extranjeras no vengan a saquear y que no esperen tratos preferenciales ni favoritismos en este gobierno. Pero al final, por los discursos y la efusividad con la que se identificaron políticamente Andrés Manuel y Pedro Sánchez, quedó claro que, además de la afinidad ideológica y la querencia familiar por sus raíces ibéricas, la relación y la conquista empresarial española, seguirán fuertes en el México de la Cuarta Transformación.
NOTAS INDISCRETAS…Hoy debe saberse qué paso con los funcionarios del gabinete que se resistían a hacer pública su declaración 3de3. El presidente López Obrador no sólo les puso la vara muy alta, al publicitar todas sus declaraciones patrimoniales, de bienes y de conflictos de interés, sino que les dijo claramente que quienes no lo hicieran antes de que se venciera el plazo de ayer a las 12 de la noche “no podrán estar en mi gobierno”. Muchos secretarios ya aceptaron hacer pública su 3de3, pero no ponen valores u omiten las propiedades a nombre de sus cónyuges, pero los que de plano no las habían hecho públicas ayer eran Olga Sánchez Cordero, Josefa González Blanco, Julio Scherer y Esteban Moctezuma. ¿Las presentarían ayer? Sería bueno que alguien despertara a la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, para que deje de andar comprando pipas en el extranjero e informe quiénes de los miembros del gabinete no cumplieron con el ultimátum que les puso el presidente. Digo, si no es mucho pedir que la secretaria Sandoval haga su trabajo… Los dados mandan Serpiente. Descendemos.
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