Utilizando un símil de lo que fue por décadas uno de los pilares del sistema corporativista del viejo régimen del PRI, el proyecto de la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador y Morena buscan replicar el modelo de adhesión y control del movimiento sindical, pero con condiciones distintas, como la extinción de los contratos colectivos de trabajo, nuevos liderazgos en los sindicatos y un sindicalismo más abierto y democratizado en el que los trabajadores tengan libertad para elegir a sus dirigentes y se elimine el charrismo sindical.
Para ello, desde el partido gobernante se han puesto ya en marcha estrategias y operaciones políticas que buscan desmantelar el antiguo sector obrero del priismo y tomar el control de los grandes sindicatos del país, aprovechando para ello la decadencia y agotamiento de la CTM, con la enfermedad y anquilosamiento de sus dirigentes. Además se impulsa la democratización de los grandes sindicatos a través de la convocatoria a elecciones abiertas y por voto directo de los sindicalizados, para lo cual se apoya a los movimientos disidentes en las grandes organizaciones tanto del sindicalismo de empresas públicas, dependencias de gobierno y universidades públicas —SNTE, STPRM, fortalecimiento y regreso del desaparecido SME frente al SUTERM, FTSE, etc.— como en sindicatos de empresas privadas.
Un ejemplo de la estrategia que ya está en marcha son las recientes huelgas estalladas en fábricas maquiladoras de la frontera de Tamaulipas, en donde detrás de los líderes del Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de la Industria Maquiladora (SJOIIM) de filiación histórica cetemista, aparecieron en esta ocasión asesores ligados al Comité de Morena en Tamaulipas y abogados laborales como Susana Prieto Terrazas, a quien se asocia con Napoleón Gómez Urrutia, como impulsores y artífices de los paros en 45 empresas maquiladoras que exigían aumento del 20% al salario mínimo ya aumentado al doble en la Frontera, además de un bono único de 32 mil pesos.
Napito, Elba Esther y Pedro Haces y la caballada del sindicalismo moreno
Como artífices de la estrategia lopezobradorista para aumentar la influencia y adhesión de Morena en el sindicalismo, aparecen dos figuras que se disputan el liderazgo del la nueva organización sindical en la Cuarta Transformación. Por un lado está la figura de Napoleón Gómez Urrutia, quien tras su regreso triunfal al país busca ahora desde el Senado no sólo recuperar y consolidar su histórico liderazgo heredado en el poderoso Sindicato Nacional de Mineros, sino también utilizar su poder para dictar desde el Congreso nuevas normas y regulaciones a la industria minera nacional y extranjera, además de ser también la figura central del sindicalismo en la era de López Obrador.
Pero Napoleón no está solo en esa intención. Pedro Haces, también senador de Morena y poderoso líder nacional de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), con sus 700 mil agremiados certificados, también quiere ser el nuevo líder del sindicalismo en Morena y para ello ofrece su profundo conocimiento de cómo funcionó durante décadas el viejo esquema del sindicalismo oficial. Al igual que Napoleón Gómez Urrutia, Haces, quien llegó al Senado como suplente del fiscal Alejandro Gertz Manero, se formó en la vieja escuela de la CTM, al lado nada menos del ex dirigente del SUTERM y también líder cetemista, Leonardo “La Güera” Rodríguez Alcaine.
El ahora senador por Morena, y prominente empresario en la alcaldía de Tlalpan, fue durante muchos años el secretario particular y pupilo del fallecido líder electricista y llegó a acumular tanta fuerza y poder en el viejo sindicalismo, que cuando murió Rodríguez Alcaine, temerosos de que él pudiera reclamar el control de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe y Carlos Aceves del Olmo se aliaron para impedirle siquiera que asistiera al funeral de su ex jefe y maestro, márginandolo a tal grado de la central obrera priista, que lo orillaron a renunciar a su militancia y a fundar su propia Central Obrera, la CATEM, que hoy aglutina a muchos más trabajadores que la propia CTM, y que se alió primero al PRD y luego a Morena y al liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.
Pero junto con los senadores Napito y Haces, también regresa de la mano de la Cuarta Transformación la figura de Elba Esther Gordillo, que busca recuperar el control del sindicato magisterial que le arrebató el ex presidente Peña Nieto al mandarla a la cárcel acusada de lavado de dinero y operaciones con dinero de procedencia ilícita. La alianza política de la maestra, que sirvió con su estructura electoral al triunfo de López Obrador, llevaba como precio el que le devolvieran el liderazgo del SNTE.
El presidente López Obrador no quiso, sin embargo, apoyar una toma del poderoso sindicato magisterial por parte del grupo gordillista, pero para cumplir su compromiso operó la salida de Juan Díaz de la Torre, el dirigente que traicionó a Elba Esther, y negoció abrir la elección de una nueva dirigencia del SNTE en la que todos los grupos, el de la maestra, el de Díaz de la Torre y hasta el nuevo sindicato de Carlos Jongitud Jr., compitan democráticamente por el voto mayoritario de los maestros para ver quién se queda con la dirigencia del sindicato más grande y poderoso de México y de América Latina.
Hoy la maestra Elba Esther, que en un principio había dicho que ella ya no buscaría ser la dirigente del SNTE, valora seriamente competir ella personalmente por el liderazgo magisterial para, desde ahí, convertirse nuevamente en un factor de poder y de peso en el nuevo sindicalismo democrático que quiere impulsar López Obrador. Si Gordillo llega a ganar, por el voto directo de los maestros la dirigencia del magisterio, no hay duda de que tal vez ya no tendrá ni pedirá posiciones en el gabinete, pero su poder y presencia en el nuevo esquema sindical de la 4T será innegable.
Asustados, los ancianos de la CTM
Es tan real la embestida de Morena y del lopezobradorismo para desmantelar el viejo corporativismo sindical, que hace unos días el actual líder de la CTM, Carlos Aceves del Olmo, aprovechó una reunión con políticos del PRI para pedirles “apoyo y ayuda para enfrentar la ofensiva del gobierno federal” en contra de la central priista. “Nos quieren acabar y quieren tomar ellos el control de los sindicatos más importantes públicos y privados”, dijo un enfermo líder cetemista en silla de ruedas y con dificultades para sostener el micrófono por el temblor en sus manos, según narran algunos de los políticos que asistieron a esa reunión en la sede de la CTM.
Y es que en el mismo CEN del PRI reconocen que la fuerza de su antigua organización obrera por excelencia, que fundara el mítico dirigente Fidel Velázquez en 1936, y que llegara a aglutinar al mayor número de sindicatos privados en México, ya no es la misma. El envejecimiento de sus cuadros dirigentes, junto con la división de los sindicatos y las rupturas internas, han provocado no sólo la dispersión del antiguo movimiento obrero y su esquema corporativista, sino el surgimiento de nuevas organizaciones que hoy tienen más fuerza y presencia que la CTM.
“La imagen del dirigente Aceves del Olmo, postrado en su silla de ruedas, enfermo y debilitado, es la representación más fiel de cómo se encuentra el viejo movimiento cetemista y el disminuido sector obrero del PRI”, dice un ex gobernador de ese partido que reconoce el agotamiento del viejo sindicalismo corporativo que sirvió a su partid4o para mantenerse por más de 7 décadas ininterrumpidas en el poder.
La pregunta ahora es ¿cómo será ese nuevo sindicalismo en los tiempos de Morena y qué tanta fuerza y adhesión tendrá el lopezobradorismo para hacer de los sindicatos una fuerza que impulse la Cuarta Transformación y su permanencia en el poder?
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