Los capitanes de las empresas más grandes de Monterrey, que forman el llamado Grupo de los 10, estuvieron el mediodía del jueves en Los Pinos con Enrique Peña Nieto. En el encuentro privado, convocado para discutir los escenarios y planes de México ante las amenazas de Donald Trump de romper el TLC, la reconstrucción por los sismos y la próxima sucesión presidencial de 2018, hubo una preocupación central expresada por los poderosos empresarios regios al Presidente: la gobernabilidad del país, en la que perciben riesgos, derivados de situaciones de “tensión social” provocadas por esos tres factores: el posible fin del tratado, el proceso de reconstrucción y atención a los damnificados y la polarización política por las elecciones del próximo año.
“El problema de la gobernabilidad preocupa y debe ser la prioridad”, expresaron los líderes empresariales del G10 a Peña Nieto, según la versión de uno de los empresarios que asistieron al encuentro.
Por casi tres horas, los capitanes regios, entre quienes se encontraban Rogelio Zambrano y Fernando González Olivieri de Cemex; José Antonio Fernández, de Femsa; Armando Garza Sada, de Alfa; Eduardo Garza T., de Frisa; Adrián Sada, de Vitro; Raúl Gutiérrez Muguerza, de Deacero; Ricardo Martín Bringas, de Soriana; y Enrique Zambrano Benítez, de Proeza, dialogaron con Peña Nieto en privado y abordaron varios temas, todos relacionados con la situación económica, política y social del país en los próximos meses.
En el tema del TLC el planteamiento de los empresarios del norte del país fue la necesidad de que el gobierno tenga listo un “Plan B” para implementar de inmediato, en caso de que se cumplan las amenazas de Trump de dar por terminado ese acuerdo. Según la versión del empresario consultado, Peña Nieto les detalló las acciones y estrategias que ya prepara el gobierno mexicano en caso de un rompimiento del acuerdo trilateral por parte de Estados Unidos que, les explicó, tampoco sería inmediato y llevaría un tiempo para implementarse.
Cuando abordaron el tema de la reconstrucción por los sismos, la petición de los empresarios del G10 fue que en los planes y obras que emprenda el gobierno para apoyar a los damnificados con nuevas edificaciones se de prioridad a las empresas e industrias nacionales, como una forma de garantizar un beneficio al mercado interno y reactivar la economía del país, en momentos en que muestra signos de desaceleración.
Y el tema final abordado en la larga plática en Los Pinos que comenzó pasado el mediodía y terminó casi a las 4 de la tarde, fue el relativo a 2018. Según la fuente consultada, Peña les describió los escenarios y tiempos que contempla su partido para elegir un candidato, sin hablar de nombres o aspirantes. Fue en ese momento cuando uno de los principales integrantes del Grupo de los 10 expresó que, para ellos, en el contexto de los meses venideros y de la sucesión presidencial, el tema de la gobernabilidad, que se podría ver afectada por el proceso de reconstrucción de los sismos en las entidades afectadas, les preocupaba de manera importante y la consideraban “prioridad” en los escenarios de 2018. “Sin gobernabilidad no hay ventas, ni economía que funcione”, le dijo uno de los capitanes regiomontanos.
La última vez que los influyentes miembros del G10 habían estado con Peña Nieto en Los Pinos fue en octubre del 2014, aunque la comunicación entre el Presidente y ese grupo de empresarios, que aglutina a varias de las empresas más grandes del país, es “frecuente y constante” y en ocasiones el mismo Presidente o miembros de su gabinete acuden también a dialogar con ellos a la ciudad de Monterrey, donde radican la mayoría de ellos y están las sedes principales de sus corporativos.
¿Será que Peña, como habían comentado voceros de Los Pinos y del PRI, ya inició el proceso de auscultación entre sectores importantes del país de cara a la decisión que tomará para elegir al candidato del PRI? De ser así, y si eso fue parte del ejercicio de diálogo con los capitanes regios del G10, parece claro que, junto con la incertidumbre que provoca en estos momentos el TLC y su permanencia, en lo referente a la sucesión presidencial, claramente impactada por el tema de los sismos y el proceso de reconstrucción, el dilema que se perfila para el “gran elector” del priísmo parece cada vez más claro: gobernabilidad o neoliberalismo, o lo que es lo mismo, un candidato político o un tecnócrata economista para la nominación del PRI. ¿Por cuál de los dos perfiles, considerando el pragmatismo y las complicadas posibilidades de triunfo para su partido, optará Peña?
Cacería contra Anaya. Al dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, lo van a cazar, literalmente, sus ahora enemigos —y hasta no hace mucho aliados— del PRI y del gobierno federal. La declaración de “guerra” que hiciera el líder blanquiazul a Peña Nieto y a su partido hace unas semanas será respondida con una lucha implacable en la que el objetivo serán la figura de Anaya como posible candidato del Frente Ciudadano por México.
La estrategia contra el dirigente —al que en Los Pinos acusan de “traidor” y se refieren como “muchacho pendejo”— confirma la ruptura total de los entendimientos que alguna vez hubo entre Ricardo Anaya y Peña Nieto, a partir de su cercana relación con el influyente secretario Luis Videgaray, quien le abrió al panista las puertas del despacho presidencial. Hoy eso cambió radicalmente y en el orden de prioridades, en la lucha por el poder, el llamado joven maravilla, es “objetivo prioritario” del peñismo y su partido.
El primer disparo en esta cacería política fue del coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, César Camacho, quien de manera inusual subió a la tribuna para proponer, en un punto de acuerdo, la creación de una comisión legislativa que investigue “actos de corrupción y enriquecimiento ilícito” del dirigente del PAN.
El propio Anaya respondió de inmediato con un video en sus redes sociales en el que, retador, dio “la bienvenida” a la comisión investigadora y se dijo dispuesto a comparecer ante los diputados, al tiempo que preguntaba “¿Por qué nos tienen tanto miedo?” y cuestionaba el “cinismo” del PRI, que pide investigarlo a él mientras protege a diputados duartistas de ser investigados con el fuero legislativo. Y es que, ciertamente, Camacho no tomó en cuenta que su propuesta para exigir una investigación contra Anaya se produjo apenas minutos después de que los diputados del PRI votaran en contra de desaforar a Tarek Abdalá y Alberto Silva, dos legisladores de su bancada sobre los que hay investigaciones y hasta órdenes de aprehensión por su presunta participación en la red de corrupción del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, preso y enjuiciado por el mismo enriquecimiento “con recursos públicos” que los priístas le cuestionan a Anaya.
Así que si de veras van a la guerra y a acusar o investigar a sus opositores, más vale que Camacho, el resto del PRI y el gobierno de Peña Nieto se aseguren primero de tener la cola corta, algo nada fácil en esta administración. De lo contrario, en el afán de acabar con Anaya, corren el riesgo de repetir lo que Fox, Calderón y los mismos priístas hicieron con Andrés Manuel López Obrador: victimizarlo. Y si no le prueban nada al dirigente panista y de paso él les prueba algo de la abundante corrupción de este sexenio, lo revestirán del efecto “teflón” y dejará de ser un “muchacho pendejo”, para convertirse en otro verdugo.
Notas indiscretas… Ninguna gracia hizo en el PAN, donde se supone que tiene “simpatías” y hasta posibles votos si fuera candidato presidencial, la declaración de José Antonio Meade en la tribuna del Senado, de que en 2012 su votó fue para el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto. Y es que Meade, si bien no era militante panista, sí trabajaba para el gobierno de un presidente del PAN, donde igual que ahora era el secretario de Hacienda. Es decir que, el hombre que manejaba el presupuesto público ¿no tenía afinidad con el partido de su presidente y más bien apoyaba al candidato de la oposición? Es como si en Estados Unidos el secretario del Tesoro de un presidente demócrata confesará abiertamente su voto y simpatías por los republicanos. Flaco favor se hizo Meade con su innecesaria revelación de un voto que, por ley, fue “libre y secreto”. Primero porque aparece como desleal y traidor a quien le confía una posición tan importante y, segundo, porque si aspira a que algunos panistas le den su voto como candidato del PRI, tras confesar su priísmo embozado perderá la confianza de muchos blanquiazules. A menos, claro, que Meade no sólo haya votado por el mexiquense por convicción personal, sino por el “amasiato” que según el periodista Álvaro Delgado se dio entre Felipe Calderón y Peña Nieto para cerrarle el paso a López Obrador y de paso, traicionar a la pobre Josefina Vázquez Mota, a la que ni el presidente ni el secretario de Hacienda apoyaron… Con la asistencia de especialistas destacados como Julio Frenk, José Ramón Cossío, María Elena Medina Mora, Silvia Allende y Felicia Knaul, este lunes a las 6 de la tarde se presenta en el Palacio de Minería el Informe de la Comisión Lancet sobre Cuidados Paliativos y control del Dolor, un estudio mundial que ubica a México como uno de los países en donde el acceso a los medicamentos contra el dolor en más inequitativo y limitado y los cuidados paliativos para enfermos terminales es claramente insuficiente. El caso mexicano y la búsqueda de soluciones para disminuir las muertes con dolor en países en desarrollo, es parte de lo que aborda el informe que se dará a conocer este lunes. Antes habrá una conferencia de prensa para apoyar la difusión de un tema que afecta a muchos mexicanos que no tienen acceso, o lo tienen de manera muy limitada, a medicamentos y paliativos de bajo costo contra el dolor, como la morfina… Giran los dados. Capicúa. Semana redonda.
sgarciasoto@hotmail.com