A días de cumplirse el primer aniversario del triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador en las urnas, en la Cuarta Transformación los grupos internos realizan movimientos y alianzas con miras a fortalecer sus posiciones y liderazgos. Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal han llegado a un acuerdo para que el líder de los senadores apoye la candidatura del ebrardista Mario Delgado para la dirigencia nacional de Morena, que se renueva en octubre cuando termine la presidencia de Yeidckol Polevnsky.
Ante la decisión del presidente de dejar suelta la disputa por Morena, liderazgos como los de Ebrard y Monreal, aunque disímbolos y en el papel encontrados, pactan para intentar disputarle el control del partido gobernante al grupo de Polevnsky que junto con Bertha Luján buscarían mantener la dirigencia, en una disputa que es clave con miras a las elecciones intermedias de 2021 y a la definición de las candidaturas a diputados federales y a 13 gubernaturas que se renovarán ese año.
La alianza entre dos de los liderazgos más fuertes en el actual gobierno —además de dos mencionados prospectos presidenciables— se produce cuando el canciller Ebrard está en la palestra y en la mira nacional e internacional por su papel de interlocutor directo con la administración de Donald Trump y como coordinador de la nueva y endurecida política migratoria del gobierno de México, que con más de 25 mil soldados, marinos y policías federales en la frontera sur, y otros 15 mil militares sellando la frontera norte, trabaja a marchas forzadas y contra reloj para cumplir, en los 28 días que le quedan, con los compromisos que él mismo suscribiera con Washington.
Es tal la relevancia que el propio López Obrador le ha dado a Ebrard y al mismo tiempo tan complicada la tarea que le ha encargado, que en el gabinete ya se manejan dos versiones sobre lo que esto puede significar: una, insistente, dice que Marcelo está próximo a convertirse en secretario de Gobernación, algo que en los hechos ya casi ejerce, mientras que a la cancillería llegaría un empresario cercano a los afectos del presidente; pero la otra versión, asegura que al canciller, más que promoverlo, “lo están quemando a fuego lento, como a los pollos en rosticería”, ante las pocas probabilidades de que Ebrard y, con él todo el país, salga bien librado de una “evaluación” en la que, aún cuando le reconozcan los avances y esfuerzos realizados en los primeros 45 días, Trump y sus halcones le van a exigir mucho más a México, a partir de todo lo que ya cedió y entregó.
Mientras tanto Monreal ha mostrado también la solidez de su liderazgo en el Senado, lo mismo al lograr una muy tersa aprobación del T-MEC, que al convencer al presidente de ceder en el tema de su revocación de mandato, ante la ausencia de condiciones para negociar el tema con el bloque opositor de PAN, PRD, MC y PRD. Monreal se convertido en un operador confiable para López Obrador y aunque en un principio había decidido buscar él solo la dirigencia de Morena, con un prospecto que resultó fallido por su estridencia, como el de Alejandro Rojas Díaz Durán, decide aceptar una alianza con el candidato ebrardista.
Detrás de estos movimientos y alianzas entre Ebrard y Monreal, no sólo está el tema de coyuntura de la disputa por Morena, sino parece haber mucho más de fondo. Y es que al cumplirse un año de la victoria histórica de Andrés Manuel López Obrador se avecinan cambios importantes, de forma y fondo, que le darían un giro al gobierno del presidente. ¿Para eso se están armando los grupos y liderazgos de la 4T?
NOTAS INDISCRETAS…En busca de evitar rupturas y divisiones en el proceso del PRI, la semana pasada se reunieron a comer el ex dirigente nacional del priismo, Manlio Fabio Beltrones, y el candidato a la dirigencia, Alejandro Moreno Cárdenas. La comida, en un restaurante japonés de un hotel de Polanco, se llevó varias horas y el diálogo fue intenso y abierto. Aunque no se habla aún de acuerdos concretos, el acercamiento cobra relevancia porque Beltrones apoyaba al doctor José Narro y, de hecho, tras la renuncia del ex rector de la UNAM amagó con que no acudiría a votar el 11 de agosto por desconfiar del proceso y del padrón de militantes. Y a pesar de que Manlio y Alito tenían un buen tiempo sin reunirse, el acercamiento se dio en buenos términos. ¿Habrá acuerdo?... Se baten los dados. Serpiente.