Identificado desde el arranque de su gobierno como la causa principal de la mayoría de los males del país, el modelo neoliberal que dictó la política y la economía de los últimos 30 años en México, ha sido declarado oficialmente “abolido” por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Sin tener aún una definición plena de cuál será ahora la nueva política económica de su gobierno y cuáles las directrices y prioridades que seguirá la conducción política y social en su sexenio, el mandatario llamó de hecho a construir un nuevo modelo de desarrollo alternativo que, a diferencia del que siguieron sus últimos cinco antecesores, no siga los lineamientos y mandatos dictados desde el extranjero, sino que se defina con los intereses y prioridades internas del país.
“Tenemos que construir una propuesta ‘posneoliberal’. Y convertirla en un modelo viable de desarrollo económico, de ordenamiento político y de convivencia entre los sectores sociales. Demostrar que ésta debe ser sin excluir a nadie y que el desarrollo no debe ser contrario a la justicia social”, planteó ayer el presidente, al declarar desde Palacio Nacional, la abolición del neoliberalismo y “su política económica de pillaje, antipopular y entreguista”.
Con esta declaración López Obrador no sólo busca marcar su separación definitiva de los últimos expresidentes y las políticas con las que condujeron al país, a los que además se prepara para enjuiciar política y popularmente con una consulta pública basada en la nueva reforma constitucional que recién le aprobó la Cámara de Diputados, sino que también prepara el terreno para una definición que le urge a su administración y por la que tanto han esperado los empresarios e inversionistas que no ven certeza ni definición en el rumbo económico del país.
¿Pero qué tipo de modelo económico, político y social va a definir el nuevo gobierno a partir de sus premisas de honestidad, combate a la corrupción y su prioridad presupuestal de programas de apoyo social a sectores vulnerables? Algunos analistas hablan de un regreso al modelo de “economía mixta” que imperó en México en las épocas de las economías cerradas y la Guerra Fría entre el capitalismo y el comunismo, otros invocan de un intento de retorno al pasado con el “desarrollo estabilizador” creado por don Antonio Ortiz Mena, cuya obra y legado tanto admira el presidente, y los más apuntan hacia un modelo de economía y política nacionalista en el que, ha dicho el propio López Obrador, se parte de un gobierno honesto y que acabará con la corrupción como principales premisas de una nueva conducción económica y de las finanzas públicas.
Y dicho así, en un discurso pronunciado en un Foro de Planeación económica y casi por decreto presidencial, surgen muchas dudas, la primera si ¿realmente el neoliberalismo, con todas sus instituciones, leyes, políticas y hasta con la clase tecnocrática que manejó las últimas tres décadas el gabinete económico ha sido totalmente desmantelado en el gobierno mexicano? Porque tanto en la Secretaría de Hacienda como en la de Economía, en los organismos financieros autónomos como el Banco de México, la Comisión Federal de Competencia Económica y en toda la banca de desarrollo, prácticamente todo su personal técnico y especializado fue formado, educado y contratado bajo la filosofía neoliberal ¿ya cambiaron toda esa estructura o podrían realmente cambiarla para inculcarle la nueva filosofía y el nuevo modelo económico “posneoliberal” del que habla el presidente?
Veremos cuánto le lleva al presidente López Obrador y a su gabinete económico definir el nombre y las prioridades, pero sobre todo las políticas de su nuevo modelo económico. Esperemos que no se tarden mucho y que, cualquier cosa que sea lo que definan, lo hagan con toda la claridad y la certidumbre que muchos empresarios e inversionistas, nacionales y extranjeros, esperan para decidir si invierten o no sus recursos en la economía mexicana. De eso depende que el presidente pueda lograr, si no en este año que ya se ve imposible, si en los próximos de su gobierno, su ambiciosa meta de crecimiento del 4%.
Porque sin claridad, legalidad y certidumbre para la inversión pública y privada, podrán ponerle el nombre que quieran a su nuevo modelo, pero sin eso difícilmente funcionará.
NOTAS INDISCRETAS…
Muy extrañadas están varias empresas que el pasado 12 de marzo recibieron de la Dirección General de Recursos Materiales de la Policía Federal, a través de la Dirección de Transporte, una cotización que pareciera ser una investigación de mercado para una posible licitación, o en su caso si se define, una invitación restringida a tres proveedores o una adjudicación directa. Las solicitudes de información-cotización, identificadas con el número PF/SG/CSG/DGRM/DT/xxx/2019, pedían a las empresas convocadas que entregaran su cotización a más tardar el pasado 15 de marzo a las 18:00 hrs., un periodo muy corto para una cotización de este tipo, lo que genera suspicacias de que se quiso beneficiar a alguna empresa que muy probablemente tuvo acceso a información técnica con anterioridad para conocer las características y cantidades de lo que se va a requerir y poder preparar la cotización con clara ventaja. De las empresas convocadas, cuatro, con diferentes representantes legales, pertenecen al mismo grupo empresarial que hace algunos años obtuvo contratos de neumáticos con la Policía Federal con varias razones sociales, una de ellas “Bodega de Llantas La Viga, S.A. de C.V.” y quien definió las empresas a las que se giró oficio fue el Jefe del Departamento, Agustín Sainz. Todo ese proceso hace que las empresas convocadas se pregunten si en la Secretaría General de la Policía Federal, a cargo de Abraham Rodríguez Solís, tienen ya una “favorita” para ganar esa importante licitación. ¿Pues no que eso ya no iba a pasar en la 4T? ¿Sabrá algo el secretario Alfonso Durazo?...Los dados abren con Escalera. La semana promete.