En su transformación más importante en casi medio siglo, las reglas del juego del mundo laboral entrarán en una convulsión que desmoronará pactos, escritos o no; detonará un activismo sindical que podría tener paralelo solo con los finales de los años 30, en el periodo de Lázaro Cárdenas, y someterá a una enorme presión las relaciones de los líderes gremiales con sus bases, y de los empresarios con sus trabajadores.
El Senado aprobará este lunes la citada reforma, lo que cumplirá el compromiso del país en las negociaciones del nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá (el T-MEC), pero también abrirá la puerta a una atomización de los grandes sindicatos nacionales, elevará las demandas salariales, desatará batallas campales por el control de los contratos colectivos de trabajo y de los órganos que administran el mundo del trabajo, incluidos los sueldos mínimos y las políticas sobre reparto de utilidades.
Nuevos tribunales laborales, nuevo órgano de conciliación y de registro de sindicatos, obligación de validar ante asambleas plenarias de trabajadores cerca de 700 mil contratos colectivos, renovación de liderazgos con el voto universal, libre y directo, forman apenas parte de lo que parece un primer bloque de cambios. Se anticipa para una segunda fase la extinción de los empresas outsourcing que ayudan a defraudar a los empleados y al fisco. Y la también muy rezagada homologación de las leyes del Seguro Social y del Impuesto sobre la Renta, lo que impedirá a patrones declarar la existencia de colaboradores que no tenga registrados en el IMSS con su salario integrado, como lo impulsa afanosamente el director del Instituto, Germán Martínez.
En la categoría de “patrones” debe incluirse a amas de casa o todo el que pague a empleados domésticos, mujeres y hombres cuyo número se estima en dos millones, que según reformas complementarias aprobadas, deben ser inscritos también en el IMSS.
El rediseño del Estado mexicano que impulsó el general Cárdenas durante su presidencia incluyó el virtual desmantelamiento de centrales obreras como la CROM, de origen callista, para dar paso a la CTM y otras agrupaciones, con nuevos líderes. En esta nueva convulsión ya están a la vista dirigentes que se presentan como heraldos de la transformación ofrecida por el presidente López Obrador, entre ellos Pedro Haces, senador de Morena, que encabeza la denominada Central Autónoma de Trabajadores y Empleados de México y quien recién logró convocar en privado a una decena de gobernadores inquietos por los tiempos que se vienen. Otro personaje con su propia central es el controvertido Napoleón Gómez Urrutia, también senador morenista.
¿Quiénes de la inminente nueva camada de dirigentes serán los Vicente Lombardo Toledano, intelectual de izquierda y fundador inicial de la CTM, o los Fidel Velázquez, que anuló gremialmente a aquél y se constituyó en emblema del ”charro” sindical amanuense del gobierno en turno?
Este proceso ha demostrado le exigencia de oficio político, del que tan ayuno parecen estar el gabinete López Obrador y desde luego, las dirigencias de los principales partidos y buen parte de nuestra clase política en general.
En una sola jornada, el jueves pasado, el líder de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, administró con eficacia una tensión nutrida por reclamos de legisladores y políticos norteamericanos que en una oficina adjunta proponían no apresurar la reforma laboral para “reabrir” el T-MEC. En otro espacio se tendían puentes con la disidencia magisterial, lo que derivo en no aprobar la reforma educativa sino hasta un periodo extraordinario. Más acá comparecía si contratiempos Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública. Y al mismo tiempo, en los trabajos de varias comisiones legislativas, se aprobaban los dictámenes que alistaban la reforma laboral para su votación ante el pleno este lunes.
Lo que se viene en el campo laboral —por solo citar uno— demandará destrezas similares en múltiples campos. Su ausencia puede llevarnos a un desastre.
Apuntes: La profunda crisis en Venezuela se asoma a un nueva etapa, que traerá un alineamiento de países interesados en construir una salida pacífica, México entre ellos. Está por agotarse la apuesta por el “presidente encargado” Juan Guaidó impulsada por Estados Unidos y a la que se sumó un importante segmento de América Latina, con excepción de nuestro país, Bolivia y parte del Caribe. Europa ha tomado una creciente distancia de la “Solución Trump”, que abría incluso el escenario de una invasión militar. Con ese capítulo virtualmente cerrado, un bloque singular de naciones propondrán en las próximas semanas nuevas salidas que incluirán eventualmente una transició n sin el dictador Nicolás Maduro. Es probable que en ese pronunciamiento aparezca la firma del canciller mexicano Marcelo Ebrard.