Oficialmente “cancelada”, según lo proclamó apenas este viernes el presidente López Obrador, la reforma educativa impulsada por la administración Peña Nieto en 2013 parece mostrar cabal salud, muy lejos de ser desmontada “hasta la última coma”, según anunció Morena en la Cámara de Diputados.
Expertos consultados por este espacio aseguraron que la modificación constitucional peñista prevaleció en 80%, si bien fueron matizadas diversas disposiciones, entre ellas las que afectaban la permanencia de los profesores si reprobaban en forma sucesiva varios exámenes de evaluación.
La bandera en favor de la permanencia fue lo que arrojó a las calles a decenas de miles de maestros en el país, que acabaron desalojados del Zócalo capitalino por la Policía Federal tras gigantescos bloqueos y plantones. Fue el mismo argumento que el gobierno Peña Nieto consideró tan central que lo llevó a encarcelar a la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, con lo cual se dejó el espacio a la CNTE, un grupo mucho más radical.
Al final se acordó que la eventual separación del empleo solo podría afectar a los docentes contratados después de 2014, mientras que los de nuevo ingreso resultaron abrumadoramente aprobados con altas calificaciones. El cese de maestros sin competencias, vigente en muchos países, quedó reducido a espantapájaros.
El mito de la “evaluación punitiva” de la reforma del 2013 quedó anulado en el dictamen que se espera apruebe Diputados la próxima semana, y que luego pasará al Senado. Pero en la nueva ley persistirán las evaluaciones por parte de una entidad con autonomía (no constitucional), que sustituirá al INEE, tan estruendosamente sepultado. Perdurará la centralización de pagos a los maestros y otro largo etcétera.
Esteban Moctezuma, secretario de Educación, debió asumir el discurso presidencial contra la reforma educativa peñista, pero conservó sus principales rasgos. En la misma conferencia del viernes, el funcionario habló de nuevos contenidos educativos, con apoyo a minorías étnicas y otros grupos vulnerables, pero dejó el tema en el aire.
Seguramente volteó hacia otro lado Moctezuma cuando López Obrador abrió fuego durante su “mañanera” en Palacio Nacional, contra Carlos Salinas y Ernesto Zedillo en el sexenio 1988-1994, periodo en el que don Esteban fue colaborador cercanísimo del segundo en la SEP.
Los que realmente saben del tema respiraron aliviados cuando revisaron el dictamen que será votado en San Lázaro, aplaudieron la postura de Moctezuma y entendieron el nuevo ciclo de furia de la CNTE.
Pero causa ahora alerta el anuncio del propio Moctezuma sobre leyes secundarias con las que se creará, dijo, un “escalafón vertical y horizontal” que según organismos como México Evalúa, puede abrir la puerta nuevamente a que se vendan o hereden plazas. Quizá estábamos mejor cuando estábamos peor.
Apuntes: Hay una guerra encubierta en la que intervienen Claudia Sheinbaum, gobernante de la ciudad de México, empresas inmobiliarias y una jauría de “coyotes” que sigue operando en las hoy alcaldías capitalinas. El resultado es que las licencias de construcción para nuevos desarrollos están congeladas desde agosto pasado, en plena etapa de transición, y se hallan en suspenso cerca de 50 grandes desarrollos —rascacielos, centros comerciales— cuyos permisos dejó sembrados el anterior gobierno de Miguel Ángel Mancera, hoy senador. Se halla en el limbo un gigantesco negocio que prosperó sin duda con malas artes, hasta llegar a ser denominado el “Cártel Inmobiliario”. Pero se corre el riesgo de que la paralización de construcciones golpee el crecimiento de la ciudad y que un alto número de trabajadores (se estiman 50 mil, según fuentes del sector) queden desempleados.
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